
Los más pudientes votan a Marina Silva, la retadora. Los pobres, a Dilma que busca la reelección. La mayor cantidad de indecisos están en la 'nueva clase media' que tanto debe al PT.
Luis María Galo // Domingo 28 de septiembre de 2014 | 22:52
Son más menos 40 millones de personas (algo así como una Argentina entera). Ganan, en promedio, 2.500 reales por mes, unos mil dólares. Representan el 56% del total de los votantes y son la clave de las elecciones del próximo domingo de Brasil. Le deben mucho al Partido de los Trabajadores que llegó al poder hace doce años, pero -como suele ocurrir- son bastante desagradecidos. Se los conoce como la nueva clase media. Los expertos le atribuyeron una letra, la 'C'.
El segmento `C', en efecto, es es que tiene mayor caudal de indecisos de las cinco clase sociales que componen, a grandes trazos, el Brasil moderno. `A' son los ciudadanos más ricos y `E', los más desfavorecidos entre los 141,2 millones de votantes. Las encuestas indican que en los estratos `A' y `B', los más pudientes, la ecologista Marina Silva (cuyo discurso ha girado notoriamente a la derecha) ha construido su principal base de sustentación al punto que su intención de voto. llega casi al 40%, mientras que la actual presidenta Dilma Rousseff y aspirante a la reelección no supera el 25%. En cambio, en la base de la pirámide (las clases D y E) el favoritismo de Rousseff se dispara y llega hasta el 50%, al tiempo que Marina se desploma al 30%.
Pero la clave de la balanza electoral está en la mayoritaria clase C. Es un sector en expansión, son los antiguos pobres que la política social y el progreso económico del tandem Lula-Dilma elevaron al ansiado estatus de clase media. Muchos tienen casa, electrodomésticos de última generación, automóvil propio y nuevas demandas como lo han demostrado las intensas protestas callejeras de 2013. ¿Con qué sueñan ahora? Mejor educación (sobre todo que sus hijos puedan ir a la universidad, el sistema sigue siendo terriblemente discriminatorio), transporte y salud pública del siglo XXI.
Esos reclamos -que en muchos casos derivaron en actos de violencia- derrumbaron la popularidad de Dilma desde el 70% que ostentaba el año pasado hasta el techo del 40% que le atribuyen hoy los sondeos.
NUMEROS CALIENTES
Las últimas encuestan indican que el próximo domingo Dilma y Marina serán las candidatas más votadas, pero también que ninguna de ellas superará el 50% de los sufragios, por lo que deberán definir el pleito en una segunda vuelta que se celebrará tres semanas después, el domingo 26.
¿Quien dijo que ya no existe la lucha de clases? Las preferencias electorales que te acabamos de describir así lo indican. Hilando más fino, después podés encontrar diferencias interclases, como las religiosas. Ya escribimos en este diario que mientras el catolicismo de base está con Dilma; Marina, evangelista ella, seduce a los cristianos pentecostales, que en Brasil son legión.
También hay una separación regional. En el estado de Sao Paulo, que en términos económicos es el más rico del país (casi un tercio del PBI de Brasil) Marina le lleva unos siente puntos a Dilma. Por el contrario, en el Nordeste o el Amazonas, la ventaja de la actual presidenta es de casi veinte puntos. El sur, agrícola y gringo, también suele votar contra el PT, excepto en las grandes urbes como Porto Alegre.
ARRANCADA FINAL
El PT lanzó este fin de semana la llamada arrancada final. Miles de militantes en las calles para consolidar la fuerte recuperación de la intención de voto de Dilma tanto para la primera como para la segunda vuelta. La encuesta que revivió los ánimos del PT, realizada por la prestigiosa firma Datafolha entre jueves y viernes, con consultas a más de 11.000 electores en 402 municipios, prevé que la jefe de Estado será reelegida en la segunda vuelta de los comicios de octubre con cuatro puntos de ventaja sobre Marina Silva.
¿De dónde salió Marina?, se preguntará algún lector despistado de este diario. Te recordamos la historia reciente. Eduardo Campos, ex gobernador de Pernambuco y líder del Partido Socialista Brasileño (PSB), iba en tercer lugar en las encuestas cuando murió en un accidente de aviación el mes pasado. Su compañera de fórmula, Marina Silva, fue seleccionada para reemplazarlo. Silva no es una integrante de larga data del PSB. Es ecologista y en 2010 compitió en las elecciones presidenciales como candidata del Partido Verde. Es una figura prominente tanto dentro de Brasil como fuera, y pudo conseguir el 20% de los votos a nivel nacional hace cuatro años. Por eso Campos la invitó para que fuera su compañera de fórmula, pese al hecho de que no era una socialista de toda la vida. Sin embargo, nadie esperaba que Marina fuera a acelerar tanto la campaña, al punto que desplazó al único rival de peso de Dilma, el ex gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña de Fernando Henrique Cardoso, una derecha moderna, sin exageraciones. Marina, de chica una mucama analfabeta, es vista por mucha gente como lo nuevo, si bien su programa electoral ha logrado seducir, como se dijo, a los ricos. A ella la están adiestrando acerca de lo que debe decir ante la prensa nacional y extranjera.