Cuatro sacerdotes del Opus Dei enfrentan la posibilidad de ser indagados por la reducción a la servidumbre de al menos 44 mujeres, la mayoría captadas en su infancia y adolescencia, a lo largo de más de cuatro décadas. Este caso, sin precedentes en la Argentina, revela una estructura de explotación sistemática y silenciosa amparada en el poder religioso.
Walter Onorato // Viernes 04 de octubre de 2024 | 05:46
(Por Walter Onorato) En la Argentina, el Opus Dei, una de las organizaciones religiosas más poderosas y enigmáticas del catolicismo, se enfrenta a un escándalo judicial sin precedentes. Cuatro de sus sacerdotes, acusados de someter a servidumbre y explotación laboral a al menos 44 mujeres —principalmente niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad—, están bajo la lupa del sistema judicial. El Ministerio Público Fiscal, ha solicitado la indagatoria de estos religiosos, quienes durante años habrían operado un sistema de captación y explotación laboral encubierto bajo la fachada de la formación espiritual y profesional.
El pedido fue presentado por el fiscal federal Eduardo Taiano, acompañado de los fiscales Alejandra Mángano y Marcelo Colombo, de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX), y se sustenta en una investigación que abarca hechos ocurridos entre 1972 y 2015. Las víctimas, en su mayoría provenientes de sectores rurales o en situaciones de extrema pobreza, habrían sido reclutadas con la promesa de un futuro mejor, solo para ser condenadas a una vida de trabajos domésticos no remunerados, completamente aisladas de sus familias y del mundo exterior.
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Este tipo de crímenes, con claros componentes de género y abuso de poder, configuran una trama deshumanizante que, de acuerdo con los fiscales, trasciende el mero abuso religioso y se inscribe en las formas más brutales de explotación humana. "¿En qué condiciones una mujer pobre, inmigrante y menor de edad consiente ‘dedicar su vida’ a servir a los demás fieles?", cuestionaron los fiscales, dejando en claro que la pretendida voluntariedad de las víctimas está más cerca de una imposición que de una elección libre.
Un patrón de explotación sistemática
El modus operandi del Opus Dei consistía en reclutar niñas y adolescentes pobres, muchas veces de origen rural o extranjeras, prometiéndoles educación y formación profesional. Estas jóvenes ingresaban a la organización como "numerarias auxiliares", una categoría exclusiva de mujeres cuya función principal era realizar tareas domésticas para los demás miembros, principalmente varones. El dogma religioso y una estructura jerárquica estricta reforzaban este rol, mientras que las víctimas eran despojadas de cualquier derecho laboral o humano básico.
Las jornadas de trabajo eran agotadoras, con tareas que iban desde la limpieza hasta el cuidado personal de los miembros más poderosos de la prelatura. Además, la investigación revela que muchas de estas mujeres, en lugar de recibir una remuneración justa, eran obligadas a devolver el salario que les correspondía a aquellos que las controlaban.
La situación era agravada por el aislamiento absoluto al que eran sometidas las numerarias auxiliares. Sin acceso a medios de comunicación, sin posibilidad de tener contacto con sus familias y sin ningún tipo de autonomía, estas mujeres se encontraban atrapadas en un sistema que las despojaba de su identidad y libertad. En algunos casos, se empleaba medicación psiquiátrica para mantenerlas bajo control, reforzando el dominio absoluto de la organización sobre sus vidas.
Los sacerdotes acusados en este caso son Carlos Nannei, Patricio Olmos, Víctor Urrestarazu, y el sacerdote que dirigió la rama femenina de la organización, Gabriel Dondo, quienes eran autoridades dentro de la estructura jerárquica del Opus Dei. Aunque no aparece en la acusación, la querella señaló que también debería investigarse a Mariano Fazio, quien fue vicario regional en Argentina hasta 2014. Estos religiosos están siendo investigados por los delitos de trata de personas y reducción a la servidumbre en perjuicio de al menos 44 mujeres, la mayoría de ellas niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad al momento de su ingreso a la institución.
La rotación: una estrategia de control
Un aspecto clave de la investigación es la constante rotación de las víctimas entre diferentes centros del Opus Dei en Argentina y el extranjero. Esta práctica, justificada bajo diversas excusas como "mejorar la convivencia" o "resolver problemas de salud", tenía como objetivo evitar que las mujeres crearan lazos afectivos o vínculos que pudieran debilitar el control de la organización. Esta táctica aseguraba que las numerarias auxiliares permanecieran en un estado de dependencia total, mientras la organización continuaba explotando su mano de obra sin ninguna interrupción.
El Opus Dei, en su defensa, ha negado rotundamente las acusaciones, argumentando que las mujeres ingresaban voluntariamente y que los roles que cumplían eran parte de su vocación religiosa. Sin embargo, los testimonios de las víctimas, sumados a los registros de la Fiscalía, revelan una realidad muy diferente: un sistema de explotación sostenido en el tiempo, donde la línea entre el abuso religioso y la esclavitud moderna se diluye peligrosamente.
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La lupa de la justicia
Los fiscales han sido contundentes al señalar la importancia de aplicar una perspectiva de género en este caso. Las numerarias auxiliares, todas mujeres, fueron sometidas a tareas domésticas y de cuidado, roles históricamente asignados a las mujeres y que en este caso eran reforzados por la doctrina de la organización. "La situación de estas mujeres contrasta drásticamente con la de los demás miembros del Opus Dei, quienes gozaban de un desarrollo personal y profesional, mientras ellas eran relegadas a trabajos serviles", subrayaron los fiscales en su presentación.
Esta desigualdad estructural, reforzada por el dogma religioso, se ha mantenido en la sombra durante décadas, con el Opus Dei operando fuera del radar de las instituciones de control. La investigación, sin embargo, pone al descubierto un sistema institucionalizado de explotación que violaba los derechos más básicos de estas mujeres, y plantea interrogantes sobre el papel de la organización en la perpetuación de estas prácticas.
Un enfoque en los derechos de la niñez
Otro punto crítico del caso es la vulnerabilidad de las víctimas al momento de ser reclutadas. La mayoría eran niñas y adolescentes, lo que agrava la gravedad de los delitos investigados. Los fiscales han hecho hincapié en que este caso debe abordarse con una perspectiva de derechos de la infancia, ya que muchas de las víctimas fueron captadas cuando eran menores de edad y sometidas a condiciones de servidumbre desde entonces.
El informe de la UNICEF y la CIDH sobre trabajo infantil y adolescente refuerza este enfoque, destacando cómo el género y la niñez son factores clave que determinan la vulnerabilidad a la explotación laboral, especialmente en el trabajo doméstico. En el caso de las numerarias auxiliares, la explotación comenzó cuando eran niñas y se extendió a lo largo de sus vidas, configurando una situación de abuso continuo.
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Un caso sin precedentes
Este caso representa un golpe sin precedentes para el Opus Dei en Argentina. Nunca antes una investigación había llegado tan lejos en el escrutinio de las prácticas internas de la organización. Aunque los sacerdotes implicados aún no han sido indagados, el avance de la causa judicial es un paso firme hacia la justicia para las decenas de mujeres que sufrieron bajo este sistema.
Lo que está en juego no es solo la responsabilidad de cuatro sacerdotes, sino la integridad de una estructura que, durante décadas, operó con impunidad, amparada en el poder de la Iglesia y el silencio de sus víctimas. La justicia argentina tiene ahora en sus manos la posibilidad de destapar uno de los escándalos más oscuros de la historia reciente del país.
El Opus Dei se defiende: El Comunicado oficial
En relación a la acusación conocida en los medios de comunicación en las últimas horas, referida a la situación personal de un grupo de mujeres mientras fueron parte de la institución, negamos categóricamente las acusaciones de trata de personas y explotación laboral realizadas por ellas contra la Prelatura a través de la figura de antiguos Vicarios que guiaron a la institución en Argentina durante distintos periodos entre 1991 y 2015.
Vemos con pena y sorpresa que, habiendo iniciado el reclamo por inconsistencias en aportes previsionales y laborales mientras fueron parte del Opus Dei, la acusación -según lo reportado por los medios- se refiere ahora a una persona que afirma ser víctima de “trata de persona” y de “explotación laboral”. La impresión es que para construir esta denuncia se realiza una descontextualización completa de la formación que recibieron algunas de las mujeres del grupo y la vocación que eligen libremente las numerarias auxiliares del Opus Dei. Se trata de una acusación totalmente falsa.
Los testimonios de las mujeres mezclan etapas diferentes de sus vidas como si se tratara de una misma realidad, lo que obviamente genera confusión:
Por un lado, refieren a la formación que eligieron sus padres para ellas a través de una iniciativa socioeducativa solidaria llamada ICES, inspirada en valores promovidos por el Opus Dei, que tenía el objetivo de brindar educación para ayudar a evitar la deserción escolar y, al mismo tiempo, proporcionar capacitación para un oficio, lo que para muchas personas representaba una oportunidad fundamental para salir de la pobreza. Esa iniciativa sin fines de lucro fue aprobada y fiscalizada por todas las autoridades estatales competentes en Argentina durante más de 40 años. La información sobre la iniciativa, planes de estudio, aprobaciones oficiales y fiscalizaciones, testimonio de alumnas que estudiaron allí y fotos de las instalaciones son totalmente públicas y se pueden encontrar en la página www.infoycontexto.com.
Por otro lado, las mujeres se refieren a una segunda etapa de sus vidas, cuando libremente eligieron ser miembros del Opus Dei siguiendo una vocación espiritual dentro de la Iglesia Católica como numerarias auxiliares. Las numerarias auxiliares son mujeres del Opus Dei que, como todos los demás miembros, aspiran a amar a Dios y a los demás y lo demuestran a través de su trabajo y de su vida cotidiana. El trabajo elegido por las numerarias auxiliares es el cuidado de las personas y de las casas en las que viven, dentro de un ambiente familiar que el Opus Dei pretende proporcionar. Tanto la Iglesia Católica como el Estado argentino han reconocido y aprobado los estatutos del Opus Dei, y con ellos, este modo específico de vivir la vocación en particular.
Esta elección de vida requiere, para quienes la eligen, manifestar su deseo explícitamente, en múltiples oportunidades y por escrito: toda persona que se incorpora al Opus Dei tiene que reafirmar su deseo de ser miembro al menos 8 veces, durante un período de tiempo de 6 años y medio como mínimo. Y para desvincularse, en cambio, no existe barrera alguna. También es importante tener en cuenta que estas personas realizaron su elección teniendo distintas alternativas de camino de vida que nada tenían que ver con el Opus Dei. Sin ir más lejos, la mayoría de sus compañeras del ICES nunca formaron parte del Opus Dei y se desarrollaron en diversos ámbitos gracias a la formación recibida allí.
Por otro lado, si bien la Prelatura aún no ha tenido acceso al contenido de la denuncia, las acusaciones, según el artículo, describen una situación de vida precaria y de destrato que también es falsa. Además de percibir, como cualquier ciudadano, una remuneración por su trabajo y de poseer obra social privada; se procura, como en todos los centros del Opus Dei, que las casas donde viven haya un ambiente acogedor y con facilidades para el descanso, la recreación, la lectura y el estudio. Además poseen recursos adicionales a sus salarios a disposición para viajar a visitar a sus familias o para ayudar a sus familias financieramente en caso de que lo necesiten; se les ofrece participar de programas de desarrollo personal, también con experiencias internacionales; sólo para mencionar algunas circunstancias.
La Prelatura siempre ha respetado la voz de quienes han planteado reclamos, y desde el inicio de este conflicto, su principal interés ha sido escuchar y establecer un canal de diálogo que permita comprender cada experiencia. Por eso, aunque resulta doloroso llegar a una instancia judicial de esta naturaleza, creemos que después de más de tres años de acusaciones similares realizadas sólo en los medios de comunicación, la investigación es necesaria para aclarar definitivamente la situación. Al mismo tiempo, reafirmamos el compromiso de colaborar plenamente con la Justicia para esclarecer los hechos y resolver la situación de manera justa y transparente.
Fuentes:
El fin
— En Orsai (@EnOrsai) October 3, 2024
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