opinión

Derecha internacional: Censura y racismo en nombre "la libertad"

22 DE FEBRERO, 2022 La semana pasada se comentaba en esta columna el bloqueo que el gobierno de Alemania impuso a la cadena televisiva rusa RT. Hoy debemos hablar de una medida mucho más grave pues las autoridades de la Unión Europea impusieron la misma sanción para todos sus países en un acto de censura continental sin precedentes que incluye también a la agencia informativa Sputnik.

Derecha internacional: Censura y racismo en nombre

Miercoles 02 de marzo de 2022 | 13:11

(Por laarena.com.ar) - Alineadas con los gobiernos, las corporaciones de internet también tomaron represalias contra los dos medios rusos. Google los "expulsó" de Youtube y Meta de sus plataformas Facebook e Instagram, al igual que Tik Tok.

El "mundo libre", occidental y anglosajón, que dice defender la libertad de expresión y señala con el dedo a los países que, según su propia vara, no lo hacen, acaba de mostrar sus colmillos. La perfecta sintonía entre gobiernos y empresas privadas derrumba otro mito: el de la "prensa libre", aunque este ya había sido dañado con las invasiones y bombardeos de EEUU y sus aliados europeos a Irak, Afganistán, Siria y Libia, en donde las atrocidades contra la población civil quedaban enmascaradas bajo el eufemismo de "daños colaterales" sin demasiada explicación. Hoy vuelven, como por arte de magia, a reaparecer la contabilización de muertos porque las bombas que caen en Ucrania no son (todavía) de la OTAN sino de Rusia.

La circulación de noticias falsas en gran escala es otra de las acciones psicológicas que estamos padeciendo en los medios occidentales y las redes. Infinidad de imágenes de "bombardeos" y "ataques" rusos en ciudades ucranianas son falsas, como también escenas perturbadoras que muestran a "padres ucranianos despidiéndose de sus hijos", cuando en verdad pertenecen a los desplazados de la región del Donbass que debieron emigrar hacia Rusia ante los ataques contra la población civil del ejército de Kiev.

Pero quizás lo más repulsivo de todo hayan sido los comentarios profundamente racistas de periodistas europeos y norteamericanos que se dicen horrorizados porque los que sufren esta guerra y se convierten en refugiados son "rubios y europeos" y no morochos de ignotos países asiáticos como venía ocurriendo hasta ahora.

En tanto Twitter empezó a etiquetar las cuentas personales de periodistas latinoamericanos que trabajan para RT o Sputnik como "afiliados al gobierno de Rusia", lo cual generó un fuerte rechazo de organizaciones profesionales y sindicatos. No se recuerda que esa red social haya marcado de la misma forma a los miles de periodistas que trabajan para los grandes medios occidentales.

Estar bien informado sobre el conflicto de Ucrania se ha convertido en un esfuerzo abrumador. Si ya es complicado para los hombres y mujeres de prensa, qué cabe esperar para quienes no están entrenados en la sospecha periodística. Para peor, una legisladora de Juntos por el Cambio acaba de presentar un proyecto para que en Argentina también sean censurados los medios de comunicación de Rusia.

En medio de la tragedia que toda guerra significa, este despliegue a gran escala de racismo, hipocresía y manipulaciones permite al menos conocer los códigos que rigen en los gobiernos y las corporaciones occidentales que se autoproclaman defensores de la democracia y la libertad.

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