OBITUARIO

Phillip Seymour Hoffman, acaso el mejor artista de su generación

Hollywood, Broadway y la prensa de todo el mundo elogian y evocan con calidez al actor muerto por una sobredosis el domingo pasado. Un repaso a sus mejores películas.

Phillip Seymour Hoffman, acaso el mejor artista de su generación

Guillermo Belcore // Miercoles 05 de febrero de 2014 | 09:53

Maldición, perdimos otro gran artista

 

Con una mano en el corazón: de cuántos actores con los que uno ha trabado contacto puede decirse que protagonizaron de manera magistral cada uno de los papeles que le toca en suerte, incluso los más insignificantes. Philip Seymour Hoffman era uno de ellos. Su muerte a los 46 años, por una sobredosis o por una maldita cepa corrupta de heroína, ha causado conmoción no sólo en Hollywood o Broadway, sino en todas partes del mundo. Nos dejó cavilando sobre el destino, la estupidez de las adicciones, la fugacidad de aquello que llamamos felicidad. Y nos obliga a evocar las buenas películas donde capturaba nuestra imaginación, aquel rubio despeinado, robusto tirando a barrigudo, no agraciado según los parámetros de la industria del entretenimiento, pero con un carácter sólido y enorme cómo el peñón de Gibraltar.
La versatilidad de PSH inducía a creer que era más británico que estadounidense (pero fue un neoyorquino de pura cepa). Hasta donde uno sabe, cualquier rol -trascendente o insignificante, despreciable o simpático- le caía como anillo al dedo. Después de dos décadas de trabajo intenso en el teatro y el cine, fue uno de los actores más admirados de su generación (The New York Times lo considera como el mas grande de todos). Se lo nominó al Oscar en cuatro ocasiones. Lo ganó sólo en una oportunidad (2006) por su memorable interpretación de 'Capote'.
Justamente, uno puede recomendar, sin la menor sombra de dudas, la ingesta de Capote. Fue la consagración actoral de PSH (hasta cambió el timbre de su voz), en el papel del atormentado escritor que había cambiado el rumbo de la literatura estadounidense. También puede destacarse su interpretación del agente de la CIA especializado en Afganistán en Las guerras de Charlie Wilson. O del cura sospechado de abusar a un niño en La duda. También brilló en El maestro en su rol del carismático líder de un movimiento religioso que podría ser Ron Hubbard, fundador de la cienciología. En El Gran Lebowski -otra película que no conviene dejar pasar- Hoffman dio vida a una de sus especialidades: el personaje excéntrico y ligeramente cómico. En Magnolia (1999) también fue reconocido por la crítica y el público. Para quien escribe, otra película absolutamente imperdible es Hasta que el diablo sepa que estas muerto, donde nuestro héroe interpreta a un don nadie en decadencia que planea junto a su hermano el robo de la joyería de sus padres, con tanta mala suerte que la mamá termina con una balazo en el pecho.
No se hicieron esperar durante en estas horas los elogios de colegas y compañeros de trabajo. Era, al parecer, además de todo, un buen tipo. Jim Carrey lo reconoció como "un alma hermosa". "Para el más sensible entre nosotros el ruido puede ser demasiado", añadió en su cuenta de Twitter el actor de The Truman Show. Kevin Costner expresó lo que todos pensamos: que nadie sabrá "lo que hubiese sido capaz de hacer" y agregó que "lo que queda ya es un legado que habla por sí mismo". Jeff Bridges destaco que había disfrutado de actuar con él porque "era un tipo extraordinario, malditamente talentoso, un auténtico tesoro". Por su parte, Robert de Niro, con quien trabajó en Flawless, en la que interpretaba a una "drag queen", aseguró que esta es "una de esas ocasiones en las que dices: Por Dios, esto no debería haber pasado". El cineasta Spike Lee, que tuvo a Hoffman en el reparto de su drama 25th Hours,  se expresó sin titubeos: "Maldición, perdimos otro gran artista".
Una forma de suicidarse
A lo largo de los años, Hoffman habló con franqueza de sus problemas con el alcohol y las drogas. Durante 23 años se había mantenido sobrio pero reincidió el año pasado. Al parecer, sufría de depresión, aunque trabajo y efímera fama no le faltaba. El sábado pasado, según la reconstrucción de la CNN, el actor sacó 1.200 dólares de un cajero automático para comprar heroína cerca del departamento que alquilaba. El domingo lo hallaron muerto con una aguja en el brazo. Ayer el Centro de Prevención de Enfermedades de Atlanta advirtió que las muertes por este producto infame de la amapola se duplicaron en Estados Unidos durante la última década, al pasar de 1.842 en 2000 a 3.036 en 2010. Representan aproximadamente el 10% del total de muertes por sobredosis.
El funeral se hará el próximo viernes en la iglesia de San Ignacio de Loyola de Nueva York, el mismo lugar donde se despidieron los restos de Jackie Kennedy. Sobreviven al actor su esposa, Mimi O'Donnell, y tres hijos. La pareja estaba separada por la recaída de Hoffmann. Malditas drogas.
Philip Seymour Hoffman había nacido el 23 de julio de 1967 en Fairport, un pintoresco pueblo sobre el canal de Erie en el estado de Nueva York. Su madre, Marilyn Loucks, era abogada y activista de los derechos civiles y su padre, Gordon, un hombre de negocios que abandonó a la familia. Cuando recibió el Oscar por Capote, PSH agradeció a su madre por el esfuerzo de haberlo criado sola. Confirmado: detrás de todo gran hombre siempre

Con una mano en el corazón: de cuántos actores con los que uno ha trabado contacto puede decirse que protagonizaron de manera magistral cada uno de los papeles que le toca en suerte, incluso los más insignificantes. Philip Seymour Hoffman era uno de ellos. Su muerte a los 46 años, por una sobredosis o por una maldita cepa corrupta de heroína, ha causado conmoción no sólo en Hollywood o Broadway, sino en todas partes del mundo. Nos dejó cavilando sobre el destino, la estupidez de las adicciones, la fugacidad de aquello que llamamos felicidad. Y nos obliga a evocar las buenas películas donde capturaba nuestra imaginación, aquel rubio despeinado, robusto tirando a barrigudo, no agraciado según los parámetros de la industria del entretenimiento, pero con un carácter sólido y enorme cómo el peñón de Gibraltar.



La versatilidad de PSH inducía a creer que era más británico que estadounidense (pero fue un neoyorquino de pura cepa). Hasta donde uno sabe, cualquier rol -trascendente o insignificante, despreciable o simpático- le caía como anillo al dedo. Después de dos décadas de trabajo intenso en el teatro y el cine, fue uno de los actores más admirados de su generación (The New York Times lo considera como el mas grande de todos). Se lo nominó al Oscar en cuatro ocasiones. Lo ganó sólo en una oportunidad (2006) por su memorable interpretación de Capote.

 

Justamente, uno puede recomendar, sin la menor sombra de dudas, la ingesta de Capote. Fue la consagración actoral de PSH (perdió peso brutalmente y hasta cambió el timbre de su voz), en el papel del atormentado escritor que había cambiado el rumbo de la literatura estadounidense. También puede destacarse su interpretación del agente de la CIA especializado en Afganistán en Las guerras de Charlie Wilson. O del cura sospechado de abusar a un niño en La duda. Brilló además, en El maestro en su rol del carismático líder de un movimiento religioso que podría ser Ron Hubbard, fundador de la cienciología. En El Gran Lebowski -otra película que no conviene dejar pasar- Hoffman dio vida a una de sus especialidades: el personaje excéntrico y ligeramente cómico. En Magnolia (1999) fue reconocido, asimismo, por la crítica y el público. Para quien escribe, otra película absolutamente imperdible es Hasta que el diablo sepa que estas muerto, donde nuestro héroe interpreta a un don nadie en decadencia que planea junto a su hermano el robo de la joyería de sus padres, con tanta mala leche que la mamá termina con una balazo en el pecho.

 


En estas horas, no se hicieron esperar los elogios de colegas y compañeros de trabajo. Era, al parecer, además de todo, un buen tipo. Jim Carrey lo reconoció como "un alma hermosa". "Para el más sensible entre nosotros el ruido puede ser demasiado", añadió en su cuenta de Twitter el actor de The Truman Show. Kevin Costner expresó lo que todos pensamos: que nadie sabrá "lo que hubiese sido capaz de hacer" y agregó que "lo que queda ya es un legado que habla por sí mismo". Jeff Bridges destaco que había disfrutado de actuar con él porque "era un tipo extraordinario, malditamente talentoso, un auténtico tesoro". Por su parte, Robert de Niro, con quien trabajó en Flawless, en la que interpretaba a una "drag queen", aseguró que esta es "una de esas ocasiones en las que dices: Por Dios, esto no debería haber pasado". El cineasta Spike Lee, que tuvo a Hoffman en el reparto de su drama 25th Hours,  se expresó sin titubeos: "Maldición, perdimos otro gran artista".



UNA FORMA DE SUICIDARSE

 

A lo largo de los años, Hoffman habló con franqueza de sus problemas con el alcohol y las drogas. Durante 23 años se había mantenido sobrio pero reincidió el año pasado. Al parecer, sufría de depresión, aunque trabajo y efímera fama no le faltaba. El sábado pasado, según la reconstrucción de la CNN, el actor sacó 1.200 dólares de un cajero automático para comprar heroína cerca del departamento que alquilaba. El domingo lo hallaron muerto con una aguja en el brazo. Ayer el Centro de Prevención de Enfermedades de Atlanta advirtió que las muertes por este producto infame de la amapola se duplicaron en Estados Unidos durante la última década, al pasar de 1.842 en 2000 a 3.036 en 2010. Representan aproximadamente el 10% del total de muertes por sobredosis.

 

El funeral se hará el próximo viernes en la iglesia de San Ignacio de Loyola de Nueva York, el mismo lugar donde se despidieron los restos de Jackie Kennedy. Sobreviven al actor su esposa, Mimi O'Donnell, y tres hijos. La pareja estaba separada por la recaída de Hoffmann. Malditas drogas.

 

Philip Seymour Hoffman había nacido el 23 de julio de 1967 en Fairport, un pintoresco pueblo sobre el canal de Erie en el estado de Nueva York. Su madre, Marilyn Loucks, era abogada y activista de los derechos civiles y su padre, Gordon, un hombre de negocios que abandonó a la familia. Cuando recibió el Oscar por Capote, PSH agradeció a su madre por el esfuerzo de haberlo criado sola. Confirmado: detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer.

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