CRUELDAD

El hambre de los pobres y la comida pudriéndose: un crimen de Estado

La brutal verdad sobre la gestión del Ministerio de Capital Humano y su impacto en las comunidades más vulnerables. El 23 de mayo de 2024, Juan Grabois, líder social y político, realizó una denuncia contundente que sacudió a la opinión pública argentina. A través de una carta abierta, reveló la existencia de más de cuatro millones de kilos de alimentos pudriéndose en depósitos del Ministerio de Capital Humano en Villa Martelli y Tafí Viejo, mientras a escasos metros, familias argentinas sufren el flagelo del hambre.

El hambre de los pobres y la comida pudriéndose: un crimen de Estado

Walter Onorato // Jueves 23 de mayo de 2024 | 18:32

(Por Walter Onorato - @WalterOnorato) Esta grave acusación, respaldada por un pedido de informes y reconocida por el vocero Manuel Adorni, pone al descubierto la cruda realidad de la inacción y desidia estatal en un contexto de crisis alimentaria.

Grabois no se ahorra calificativos al referirse a los responsables de esta situación. Con palabras duras y directas, los llama "reverendos hijos de puta" que, lejos de cumplir con su deber de garantizar el bienestar de los ciudadanos, acumulan alimentos mientras niños, madres y abuelos padecen hambre. En su denuncia, destaca la paradoja de un Estado que acusa a los movimientos sociales de corrupción, mientras se roba un país entero al dejar sin comida a los más necesitados.

 

La doble moral del gobierno y el uso político de la crisis alimentaria

La denuncia de Grabois expone una doble moral en la gestión de los recursos públicos. Según el líder social, mientras se realizan auditorías "truchas" para desacreditar a las organizaciones sociales que trabajan en las barriadas, el propio Estado es culpable de acaparar alimentos que deberían estar siendo distribuidos entre la población hambrienta. La acusación de que el gobierno maneja un presupuesto subejecutado y mantiene comida en depósitos mientras la gente pasa hambre no solo es una denuncia de corrupción, sino también una acusación de inhumanidad.

En su carta, Grabois desafía a los críticos y a los que justifican la inacción gubernamental a responder una simple pregunta: "¿Hay gente que pasa hambre hoy en Argentina?". La respuesta, claramente afirmativa, desarma cualquier intento de minimizar o desviar la atención del problema. El Estado, afirma Grabois, es doblemente responsable cuando tiene los medios para resolver esta crisis humanitaria y no lo hace.

 

 

La urgencia de una acción inmediata y la responsabilidad judicial

La carta de Grabois no solo es un llamado a la acción, sino también una demanda urgente dirigida a los jueces y fiscales encargados de investigar esta situación. Menciona específicamente al juez Sebastián Casanello y la fiscal Paloma Ochoa, instándolos a acelerar las investigaciones y tomar medidas concretas. La falta de allanamientos e inspecciones, a pesar de las pruebas contundentes presentadas, pone en evidencia una preocupante lentitud judicial que, según Grabois, contribuye a la perpetuación del hambre.

La denuncia penal presentada por Grabois incluye nueva información proporcionada por Ariel Lijalad de El Destape, y exige al Ministerio de Capital Humano que distribuya de inmediato los alimentos almacenados en los depósitos de Villa Martelli y Tafí Viejo. La insistencia en que estos alimentos sean entregados a la gente, sea cual sea el mecanismo de distribución (Cruz Roja, bomberos, iglesias), refleja la desesperación y urgencia de la situación.

 

La respuesta de los movimientos sociales y la inacción del gobierno

Grabois lanza una dura crítica a los funcionarios y políticos que, según él, han fallado en su deber de proteger y asistir a los más vulnerables. Con un tono desafiante, invita a los gobernantes a cocinar en las villas y a auditar personalmente la distribución de los alimentos si no confían en los movimientos sociales. Su indignación se centra en la hipocresía y la falta de acción de aquellos que tienen el poder de cambiar la situación pero eligen no hacerlo.

El líder social también llama a sus compañeros y compañeras de lucha a mantenerse firmes y continuar reclamando por el derecho al alimento. Reconoce que, aunque ya no está en la coordinación del Movimiento de Trabajadores Excluidos, sigue comprometido con la causa de garantizar el pan para todos. Esta carta, más que una denuncia, es un grito desesperado por justicia y una invitación a la resistencia pacífica y solidaria.

 

 

La batalla por la dignidad y el derecho a la alimentación

La carta de Juan Grabois cierra con un llamado a la conciencia colectiva y a la acción urgente. Destaca la importancia de la justicia social y la solidaridad en un contexto donde el hambre se ha convertido en una emergencia nacional. La referencia a figuras históricas y principios de lucha no violenta, como el satyagraha, subraya la profundidad moral de su mensaje.

El desafío lanzado a los jueces, funcionarios y la sociedad en general es claro: no pueden permanecer indiferentes ante el sufrimiento de millones de argentinos. La denuncia de alimentos pudriéndose en depósitos mientras las familias pasan hambre es una acusación grave que exige una respuesta inmediata y efectiva. La lucha por el pan no es solo una batalla política, es una cuestión de humanidad y dignidad.

 

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