El dólar define el futuro: advertencia principal tras las elecciones
Según Alfredo Zaiat, la economía de Milei se sostiene artificialmente por la entrada de dólares externos y el apoyo abierto del FMI, más allá de los incumplimientos del gobierno (Enorsai, Perfil). El economista subraya que la verdadera fragilidad del sistema radica en la disponibilidad de dólares. Si el financiamiento externo se agota –sea por Estados Unidos, el FMI o la falta de liquidación de exportaciones– el modelo enfrenta un “paredón” financiero insalvable[1][2][8].
El antecedente del modelo de los ‘90 es claro: mientras hubo dólares, hubo cierto equilibrio social; cuando se terminaron, llegó la recesión y luego la crisis. La diferencia actual es que Milei comenzó directamente con ajuste y caída de consumo, sin “boom” inicial.
Consumo y recesión: impacto social del ajuste
Los últimos datos muestran que la caída del consumo masivo se profundiza, especialmente en comercios, alimentos y rubros básicos. El enfriamiento económico y la “ancla cambiaria” buscan estabilizar el dólar y la inflación a costa de recortes sociales, paritarias insuficientes y facturación estancada[6][7][12].
Aunque algunos indicadores de consumo privado muestran mejoras interanuales en bienes durables y servicios, el golpe sobre la clase media y los sectores populares es innegable. La paciencia social es cada vez más limitada y, a diferencia de otras épocas, el riesgo de reacción está presente y puede acelerarse ante más ajuste.
¿Inflación domada o trampa recesiva?
El objetivo electoral es llegar a octubre con una inflación cerca del 1% mensual, pero las consultoras ya advierten que las subas de precios se mantienen por encima de ese umbral y podrían acelerarse si el dólar “externo” deja de ingresar[10][13][16].
Zaiat alerta: “La baja aparente de la inflación es consecuencia de la caída brutal del consumo. Si los dólares no entran, el sistema vuela por el aire y la crisis se precipita apenas termine el blindaje electoral.”
La semana clave: tensión financiera y reformas
Para Zaiat, toda la tensión está puesta en la semana posterior a las elecciones. Si Milei logra renovar el apoyo externo y avanzar con reformas, podría aguantar el modelo; pero si la confianza financiera se rompe o la sociedad reacciona, nada garantiza estabilidad. Los empresarios temen una nueva ola de incertidumbre y las familias ya ajustan prioridades ante ingresos deprimidos y recortes en servicios.
































