VERDADEROS CHORROS

Ciro, el líder de Los Piojos vs. el PRO: “Astros” robados, democracia bastardeada

El líder de Los Piojos denunció que una canción de su autoría fue usada, con la letra modificada, en un spot del PRO sin autorización. El episodio revive el modus operandi de un sector político que desprecia el arte, la legalidad y la ética.

Ciro, el líder de Los Piojos vs. el PRO: “Astros” robados, democracia bastardeada

En Orsai // Viernes 16 de mayo de 2025 | 08:57

Andrés Ciro Martínez estalló contra un spot político del PRO, impulsado por Silvia Lospennato, que usa su tema “Astros” con la letra alterada y sin autorización. La apropiación de su obra sin permiso revive el recuerdo del uso ilegítimo de “Panic Show” en actos de Javier Milei. Artistas que repudian ser parte del circo electoral libertario y macrista. La cultura como botín del marketing político.

El rock argentino tiene memoria, dignidad y límites. Andrés Ciro Martínez, voz emblemática de Los Piojos, lo dejó bien claro esta semana al denunciar públicamente el uso no autorizado de la canción “Astros” en un spot del PRO. El video, promocionado en redes sociales por la diputada macrista Silvia Lospennato, no solo utiliza el tema sin permiso, sino que lo hace con una letra modificada, alterando el sentido original de la obra.

"Jamás autorizamos que nuestras canciones se usen con fines políticos, y mucho menos que se modifique su letra", declaró Ciro, visiblemente molesto por la maniobra. Y no es para menos. En un país donde los derechos de autor son sistemáticamente ignorados por quienes se llenan la boca hablando de libertad, la apropiación de una canción sin permiso no es un detalle menor. Es un acto de desprecio a la creación artística. Es vandalismo simbólico.

El spot en cuestión repite una frase que remite al slogan “no se inunda más”, una de las promesas más cínicas y ridiculizadas del macrismo. Como banda sonora, utilizan una versión distorsionada de “Astros”, el tema que en su versión original habla de sueños, caminos y trayectorias humanas, y que el marketing PRO convirtió en una pieza de propaganda barata. El resultado: un Frankestein sonoro que Ciro no dudó en calificar como una falta de respeto.

“Es una guachada”, dijeron también al aire en Radio 10. Y lo es. Cambiar la letra de una canción sin autorización, con fines proselitistas, viola no solo la ley de propiedad intelectual, sino también los límites éticos más básicos. ¿Qué tan desesperados están algunos sectores del PRO que recurren a robar canciones para intentar emocionar al electorado?

Este episodio no es un caso aislado. Hace apenas unos meses, Javier Milei utilizaba —también sin autorización— la canción “Panic Show” de La Renga como cortina de sus actos. La banda lo repudió públicamente. “No queremos que nuestra música se use para fines políticos, y menos para ideas que no compartimos”, dijeron. Aun así, el libertario siguió usándola. ¿Qué más da? En la Argentina del marketing político sin alma, todo se convierte en material descartable. Incluso la cultura.

El PRO, al igual que La Libertad Avanza, ha demostrado que su vínculo con la cultura es puramente utilitario. No leen, no escuchan, no comprenden. Solo usan. Y cuando no pueden comprar, se apropian. Como quien se lleva un souvenir de un museo sin pagar entrada. La obra artística, para ellos, es apenas un envase: si sirve para emocionar, conmover o recordar, se lo toman. Legalidad y consentimiento son detalles menores en la lógica de los algoritmos.

Pero para los artistas, no. Para Ciro, no. Porque detrás de cada canción hay una historia, un sentido, una lucha. “Astros” no fue escrita para adornar una mentira electoral. No fue compuesta para maquillar fracasos de gestión ni para disfrazar de sensibilidad a quienes desprecian la cultura popular.

Y hay algo aún más grave: esta estrategia de apropiación simbólica no solo vulnera derechos autorales. También manipula a los votantes. Apelar a canciones populares —que despiertan emociones y memorias colectivas— es una forma sutil de construcción de sentido. Si se hace con consentimiento, es legítimo. Si se hace sin él, es manipulación. Y eso debería preocuparnos más que la letra cambiada.

La reacción de Ciro podría derivar en acciones legales. Y sería lo justo. Porque si la política puede invadir impunemente la obra ajena, estamos perdidos. Si los partidos se sienten con derecho a apropiarse de la música como si fuera merchandising electoral, entonces los artistas deben defender su voz. Porque su voz es la de muchos.

En tiempos donde la ultraderecha argentina avanza negando derechos, cerrando espacios culturales y criminalizando el pensamiento crítico, que un artista diga “no” a esta apropiación indebida es, en sí mismo, un acto de resistencia. Un límite. Un grito de dignidad.

Y mientras tanto, el PRO guarda silencio. Como lo hizo Milei. Nadie da explicaciones, nadie pide disculpas. Solo borran el video o bajan el volumen. Como si nada hubiera pasado. Como si la canción nunca hubiera sido tuya, Ciro. Como si la cultura popular no tuviera autores, ni historia, ni memoria.

Pero tiene. Y tiene artistas que no se callan. Aunque le moleste al algoritmo, aunque no guste en TikTok, aunque no rinda en las encuestas. Porque el arte, cuando se planta, también hace política. De la verdadera.

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