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El Eternauta de la memoria: la búsqueda de los nietos renace mientras el gobierno los deja solos

Mientras el gobierno de Javier Milei desfinancia a las Abuelas de Plaza de Mayo, una inesperada ola de jóvenes comienza a acercarse a la organización impulsados por la serie El Eternauta. Estela de Carlotto celebra el fenómeno cultural como un acto de memoria colectiva, pero denuncia el abandono estatal: "Somos más que enemigos para este presidente".

El Eternauta de la memoria: la búsqueda de los nietos renace mientras el gobierno los deja solos

En Orsai // Domingo 11 de mayo de 2025 | 09:14

La casa de Tolosa está ordenada, cálida y en movimiento. Allí, entre plantas y libros, vive Estela de Carlotto. Y desde ahí sigue luchando. Una vez más, con voz pausada pero decidida, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo habló en Radio 10 para Conflicto de intereses, y dejó claro que su compromiso no se jubila, aunque el Estado sí se haya jubilado de sus responsabilidades.

“Con este gobierno somos más que enemigos”, soltó sin titubeos, dejando al descubierto la crudeza del presente que enfrentan las Abuelas: un desfinanciamiento total, una indiferencia oficial que roza la provocación y una necesidad creciente de recursos para continuar la búsqueda de los nietos apropiados durante la última dictadura cívico-militar.

Pero a pesar del abandono estatal, hay una luz inesperada: El Eternauta. La serie de Netflix basada en la mítica historieta de Héctor Germán Oesterheld parece haber reactivado algo profundo en el inconsciente colectivo. No sólo por la potencia de su relato apocalíptico, que resuena como metáfora del país actual, sino porque ha generado una explosión de consultas: según datos de la propia organización, las llamadas de personas con dudas sobre su identidad se multiplicaron por seis, y las denuncias por tres, en comparación con el mismo periodo del año pasado.

La memoria bajo ataque y el enemigo en la Casa Rosada

“El Eternauta moviliza porque muestra lo que pasó, una realidad brutal, una familia entera desaparecida, y eso impacta. Muchos jóvenes lo ven y sienten que pueden estar en esa historia”, explicó Estela. “Cuando hay una duda, hay que romperla con la verdad. Esa pesadilla solo se calma sabiendo quién sos”.

Mientras la cultura popular hace su parte para mantener viva la memoria, el gobierno libertario la sabotea. La presidenta de Abuelas fue tajante: “No nos van a dar ninguna ayuda económica. Lo que hacíamos con apoyo estatal, hoy lo seguimos haciendo con esfuerzo, pero cuesta cada vez más”.

La paradoja es brutal: el Estado que debería acompañar a quienes sostienen la memoria y la justicia, se retira. Pero el pueblo, las nuevas generaciones, vuelven. Reaparecen nietos con preguntas, aparecen jóvenes que sienten el zumbido de una historia que no les contaron en la escuela pero que reconocen como propia.

Hoy, la comisión directiva de Abuelas está mayoritariamente compuesta por nietos restituidos. Estela los nombra con orgullo. “Aprendieron a hacer lo que hacíamos nosotras. Viajan, se presentan, explican, siguen cada pista. Son eficaces. Y lo más importante: están comprometidos”.

Mientras Milei desfinancia, el Eternauta despierta la memoria colectiva

De las tres abuelas fundadoras que aún viven, sólo dos, incluida Carlotto, pueden seguir activas. “Yo tengo mis años, pero todavía tengo ganas. Mientras pueda, voy a seguir”, dijo. Y lo hace. Desde su casa, por teléfono, en actos, en reuniones. Porque la lucha de las Abuelas no es una reliquia: sigue siendo urgente.

La entrevista también tocó el frente judicial. “Los juicios de lesa humanidad continúan, pero sin la celeridad de antes. Todo está más lento, más trabado. Y cuando uno necesita saber quién es, no puede esperar”, señaló. “Es una cuestión de humanidad. Pero claro, este gobierno no la tiene. Y no les conviene que la tengamos”.

La lógica del “nadie se salva solo”, que atraviesa El Eternauta, también apareció en la charla. No como slogan, sino como advertencia. “La iglesia tiene poder para ayudar. Ojalá el nuevo Papa continúe el camino de Francisco”, deseó. “Yo al Papa lo quería como a un hermano. Nos veíamos en el Vaticano. Confiaba en él”.

Y en medio de tanto análisis profundo, llegó la pregunta más política. ¿Qué opina Estela del vínculo entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof? Su respuesta fue clara y sin rodeos: “Cristina es número uno. Axel es un gobernador impecable. Si hay diferencias, las van a resolver. Porque cuando hay que defender a la patria, estas tonterías se disipan”.

La histórica luchadora no esquiva los roces internos, pero pone los puntos sobre las íes: “Hay gente que quiere ocupar lugares que no le corresponden. En una organización se está para ayudar, no para entorpecer”. Su mensaje es directo a las filas del peronismo, que necesita unidad y claridad ante la avanzada reaccionaria que encarna el gobierno de Milei.

Casi al cierre, dejó una reflexión que resume su vida y su legado: “Yo era maestra, directora de escuela. Tuve que hacer otra vida distinta a la pensada. Pero no me arrepiento de nada. Lo hice desde el amor, desde el derecho al otro. Y con la justicia como horizonte”.

Estela no se rinde. Y su voz, que es también la de cientos de miles, sigue marcando el camino. La memoria no se entrega. La identidad no se negocia. Y aunque el Estado se haga el desentendido, la historia —como el Eternauta— sigue caminando bajo la nieve radioactiva, buscando a quienes aún faltan.

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