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FMI: la trampa eterna que hunde países y fabrica crisis

Argentina vuelve a caer en la red del Fondo Monetario Internacional. Detrás de cada préstamo prometido como "salvación", hay una receta repetida: ajuste brutal, pérdida de soberanía y pueblos arrodillados

FMI: la trampa eterna que hunde países y fabrica crisis

En Orsai // Sábado 12 de abril de 2025 | 11:47

El gobierno de Javier Milei celebra un nuevo acuerdo con el FMI como si fuera un triunfo. Pero la historia es implacable: cada país que pidió auxilio terminó devastado. Argentina repite su tragedia cíclica mientras los de siempre sacan tajada y el pueblo paga con sangre, sudor y lágrimas.


Aceptar un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) no es recibir ayuda: es firmar la sentencia de pobreza para las próximas generaciones. Cada vez que un presidente argentino levanta la mano para endeudarse, el destino del país cambia de manos. Lo que sigue no es un "rescate", sino una ocupación económica disfrazada de asistencia.

Hoy, bajo el gobierno libertario de Javier Milei, Argentina vuelve a repetir su error histórico. El FMI vuelve a dictar las condiciones de vida de 47 millones de personas. Y si el pasado es guía, ya sabemos en qué termina esta historia.

¿Qué implica endeudarse con el FMI?
Cuando un país firma un acuerdo con el FMI, acepta no solo un préstamo, sino una serie de "condiciones estructurales". No son sugerencias: son órdenes.
Entre ellas:

  • Ajuste fiscal salvaje: menos gasto público, despidos estatales, recorte de jubilaciones, salud y educación.

  • Reformas laborales regresivas: más precarización, salarios más bajos, menos derechos.

  • Privatizaciones a precio de remate: las joyas del Estado pasan a manos privadas extranjeras.

  • Apertura indiscriminada de mercados: destrucción de industrias locales incapaces de competir.

  • Dólares para pagar deuda, no para inversión productiva: la economía queda al borde de la asfixia.

La excusa es siempre la misma: "ordenar las cuentas públicas". El resultado, también: recesión, desempleo, pobreza estructural y crisis política.

¿Qué pasó en otros países?

  • Grecia (2010): tras recibir préstamos del FMI y de la Unión Europea, Grecia aplicó planes de austeridad brutales. El desempleo superó el 27%, los hospitales colapsaron, las jubilaciones se recortaron hasta en un 40% y el PIB cayó más de un 25%. Resultado: una década perdida y un pueblo sumido en la desesperación.

  • Indonesia (1997-98): el FMI intervino tras la crisis asiática. Impuso ajustes fiscales y apertura de mercados. Resultado: estallidos sociales, caída del régimen de Suharto y una generación entera empobrecida.

  • Brasil (1998-2002): múltiples acuerdos con el FMI que exigieron privatizaciones masivas y ajustes. Resultado: aumento de la desigualdad, fuga de capitales y deterioro de los servicios públicos.

  • Argentina (2001): no hay que mirar tan lejos. El "blindaje" y el "megacanje" firmados bajo la tutela del FMI terminaron en la mayor crisis de la historia reciente: default, corralito, 5 presidentes en una semana, 39 muertos en las calles.

¿Realmente creemos que ahora será diferente?

La injerencia política del FMI
El FMI no es neutral. Funciona como brazo financiero de los intereses de las potencias occidentales, principalmente Estados Unidos. Sus decisiones económicas responden a objetivos políticos: condicionar gobiernos, controlar recursos estratégicos, impedir modelos económicos alternativos.

Cada "misión técnica" del FMI es, en realidad, una inspección colonial. Cada "revisión de metas" es un látigo. Cada "recomendación" es una amenaza velada: o cumplen o no hay fondos.

¿Quiénes ganan? ¿Quiénes pierden?

  • Ganan: grandes fondos de inversión, multinacionales, bancos extranjeros, elites locales que fugan capitales apenas pueden.

  • Pierden: trabajadores, jubilados, estudiantes, pequeñas y medianas empresas, soberanía nacional, democracia real.

¿Qué significa esto para Argentina hoy?

Con Milei en el poder, la obediencia al FMI es casi religiosa. No hay resistencia, no hay negociación, no hay defensa de los intereses nacionales. Se aceptan condiciones draconianas a cambio de unas migajas de dólares que ni siquiera van a la economía real: solo servirán para pagar viejas deudas y perpetuar el ciclo.

La historia se repite porque nunca la terminamos de aprender. Cada vez que confiamos en el FMI, terminamos más pobres, más endeudados y más sometidos. Hoy, bajo el disfraz libertario, caminamos otra vez hacia el abismo, esta vez al trote.

La verdadera independencia no se conquista con discursos de barricada ni citas de Hayek. Se defiende con soberanía económica, con políticas públicas que prioricen al pueblo, con un Estado que no se arrodille ante los intereses extranjeros.

Aceptar las condiciones del FMI es aceptar ser una colonia financiera. Es elegir vivir de rodillas.

Y, como siempre, los que firmaron los acuerdos se irán por la puerta grande. Los que nos quedamos, pagaremos la cuenta.

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