Redacción EnOrsai // Jueves 04 de noviembre de 2021 | 07:24
(Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable) Seguramente varios de los momentos más desagradables del debate de candidatos a diputados desarrollado en TN estuvieron a cargo de José Luis Espert, el compañero de Javier Milei en la provincia. Y fueron desagradables no sólo por las formas prepotentes, sino, principalmente, por el contenido.
Un candidato que expresa puntualmente que no le interesa o que suceda con los trabajadores, y que afirma que por él (un posible diputado) las empresas hagan lo que quieran con ellos, evidentemente, y a pesar de querer vender su discurso como “progre”, atrasa y mucho; tanto que es preciso remontarse a fines del siglo XIX para volver a la relación “patrón-peón” que propugna. Empleados sin ningún derecho y que dependen de las dádivas de sus jefes, algo más cercano al esclavismo que a las nuevas relaciones laborales que se propugnan desde occidente.
En este universo de relaciones laborales libres, cuan buen meritócrata, Espert, encima, se coloca como ejemplo: “En mi vida fui empleado en relación de dependencia. Siempre estuve solo como loco malo, facturando a ver si un día me entraba guita, y no me quejé nunca de que era un empleado en negro, que no tenía derechos”.
Y acá hay varias salvedades que hacer y mentiras que subsanar. En primer lugar fue varios años docente universitario (en la UBA y en la UCEMA): y eso es una relación laboral, por solo mencionar la más evidente. Por el otro, ponerse de ejemplo sabiendo que por su condición socio-económica partió varios cuerpos más adelante en la carrera de la vida que el 95% de la población es, mínimamente, cínico.
Espert, cual en su momento Milei, se ven obligados, para sostener su discurso, a negar que son hijos de ricos; que tuvieron una infancia sin problemas económicos y de buen pasar. Que no fue sólo “su esfuerzo”… Espert viene de familia sojera. Heredó, junto a sus hermanos, los campos familiares en Pergamino. Hoy día, asociado con su hermano Gustavo, son los dueños de Killaco S.A., dedicada al cultivo de cereales. También tiene una “pata” en la ganadería, dado que la familia de su segunda esposa, Mercedes González, es propietaria de la cabaña Los Retoños, localizada en el norte de la provincia de Santa Fe y dedicada a las razas Braford y Brangus.
Beneficios del Estado
Espert reniega de un Estado presente para proteger a los trabajadores, pero cuando fue para beneficiar a su familia le parece perfecto. Corría 2001 y pocos meses antes del estallido, de la Rúa y el admirado por los libertarios Domingo Felipe Cavallo, en esa rara concepción que comparten, salieron a repartir beneficios para los menos con la extraña idea derramista de que eso beneficiará a los más.
Básicamente, y como quiere repetir ahora Espert, desde el ministerio de Economía lanzaron, el 1º de junio de 2001, a través del Decreto 730/2001, un programa que otorgaba beneficios impositivos y tributarios a unos pocos con la excusa de mejorar la competitividad y generar empleo. Todos sabemos cómo terminó eso y cuántas vidas costó.
Pero el punto es que “muchos pocos” se beneficiaron: como los campos de la familia Espert (el que dice que hizo todo sin deberle nada a nadie). Pues raudamente su padre, que administraba al campo familiar entonces, se acogió y recibió todos los beneficios del Estado subsiadiador de ricos al que quiere volver Espert.
Volviendo al debate, de la nada, Espert salió a decir que su padre no era un oligarca. No estamos en condiciones de afirmarlo ni negarlo. Pero conociendo las ideas de José Luis Espert, que propugna un gobierno con beneficios para pocos, aseveramos rotundamente que él si lo es. Y flor de oligarca.