medios hegemónicos

Daniel Rosso: "Cristina: el demonio que brilla"

El sociólogo, especialista en medios, desarrolla la idea de asociar el virus con los movimientos de Cristina Kirchner. Los grandes medios no pueden reproducir sentido sin la figura de Cristina.

Daniel Rosso:

radiocaput.com // Lunes 01 de junio de 2020 | 21:27

1- Los medios hegemónicos copian estructuras narrativas. Por eso reproducen las lógicas del relato del virus: un protagonista invisible que ocupa espacios e invade territorios. Su poder no reside en sus formas sino en sus movimientos. Se lo conoce por sus efectos, no por su presencia. Es efectivo: no se lo puede detener, sólo se logra graduar su expansión.

2- De ese modo, con la economía de recursos de un relato ya probado, proceden a la descripción de Cristina Fernández de Kirchner. No pueden contar la política sin ella: su presencia es el nudo estratégico de la producción de sentido de estos medios hegemónicos. Paradójicamente, su productividad se localiza en el objeto a destruir. Su posición en el teatro de operaciones está trastocada: en el objeto de guerra se localizan los pertrechos de guerra. La atacan a ella con ella misma. De allí que la combatan haciéndola presente.

3- Por eso, cuando Cristina se mueve, toda esa maquinaria de sentido también se mueve: lo que buscan es hacer explotar en ella las bombas interpretativas que ellos han colocado en ella. Y si no se mueve, hacen que se mueva: crean un movimiento imaginario.

4- ¿Quién es, entonces, Cristina? Un virus en la política argentina. Es decir: es quien avanza sobre otros, ocupa espacios, coloniza lugares. Una fuerza poderosa que invade territorios. ¿Cuál es la interpretación principal que intentan que explote en ella? Precisamente ese: su movimiento o su expansión como único recorrido existencial. Para eso, las máquinas de vigilancia semiótica ponen en marcha procesos de geolocalización y conteo de cristinistas en la estructura del Estado. Todos sus discursos deben ser clasificados, desestructurados y reensamblados para que sólo aparezcan como una máquina de poder: sólo existen para avanzar como el virus, no para producir políticas en beneficio de la sociedad. El avance es su única condición y su movimiento ciego. Avances como ocupación de espacios poder y no como producción y ejecución de políticas públicas. Cristina y el Cristinismo expresan, como el virus, una marcha vacía hacia adelante y hacia el mal.

5- ¿Qué sucede si no hay movimiento? Hay que crearlo o simularlo. Si no hay movimiento, no hay virus, y aquí de lo que se trata es de mostrar el movimiento del virus. Un ejemplo: luego del nombramiento de Fernanda Raverta en la ANSES y de Andrés Larroque en el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires, los medios tradicionales sacaron sus calculadoras y activaron sus algoritmos, sumando y restando, para intentar probar matemáticamente la expansión del Cristinismo o de La Cámpora en el organigrama estatal.

6- En la Provincia de Buenos Aires había una cristinista, Fernanda Raverta, que fue suplantada por otro cristinista, Andrés Larroque. En la ANSES había un cristinista, Alejandro Vanoli, que fue suplantado por otra cristinista, Fernanda Raverta. Por lo cual: -1 + 1= 0 y -1 + 1= 0. El resultado es 0. El tablero quedó tal como estaba: no hubo ninguna expansión.

7- Sin embargo, en los medios hegemónicos, varios de sus operadores periodísticos dijeron o escribieron que Cristina o el Cristinismo había avanzado dos lugares o dos casilleros. De nuevo: si no se mueve la mueven artificialmente. Sólo así Cristina o el Cristinismo adopta la estructura invasiva del virus. La Vicepresidenta está siempre sometida a un movimiento obsesivo que, por otra parte, siempre conduce hacia el mal. Necesitan mostrar esa expansión aun cuando para ello tengan que alterar las matemáticas.

8- Paradójicamente, en su larga y continua marcha, la Vicepresidenta es descrita como una máquina de pensar y de diseñar estrategias. De tanto odiarla la describen virtuosa. Es un demonio que, como parte de sus propios talentos endemoniados, consigue brillar en el relato de los que la odian.

Daniel Rosso habla sobre la nota con Eduardo Aliberti:

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