Mientras el gobierno celebra índices de inflación cada vez más dudosos, en el mundo real las industrias caen una tras otra. Marco Meloni, empresario textil y vicepresidente de la Fundación Pro Tejer, lo dice sin vueltas: “Estamos al 40% de capacidad, aunque pagamos sueldos por encima del promedio. Igual tenemos que despedir”.
Fábrica cerrada
En Orsai // Lunes 14 de julio de 2025 | 22:32
Industria textil al límite: "Tenemos que despedir aunque pagamos mejor que nadie"
Por Redacción En Orsai
El panorama que describe Meloni es desolador. A la presión de un mercado interno deprimido, se suma la importación indiscriminada de ropa barata que revienta los precios locales: “Una remera afuera cuesta $3.000, y acá vale $6.000. No se puede competir si el 75% de lo que venden las grandes marcas es importado”.
La cuenta es simple pero brutal: “Acá pagamos 40% de impuestos acumulados. En Miami pagás 6%. A eso sumale que la energía en Argentina ya es más cara que en España o Estados Unidos. El resultado es un margen de ganancia que pasó del 25% al 5%, o directamente cero”.
La apertura importadora no es el único enemigo. Según Meloni, “el pan lactal, la leche, el gas, el cable, todo subió. Todo lo que necesitás para producir se fue por las nubes”. La factura energética para su fábrica subió 9% este mes, el gas otro 12%. La logística es un monopolio caro, ineficiente e ineludible. Y para colmo, los bancos te financian al 50% anual en dólares. “En Europa, la tasa es del 3%”, compara con bronca.
En un contexto donde muchos empresarios se quejan de la falta de compromiso laboral, Meloni reconoce que su fábrica paga mejor que el promedio: “El convenio marca $800.000 y yo pago $1.200.000. Pero no alcanza. Estamos al 40% de la capacidad, y no hay más remedio que reducir personal”.
La situación se agrava por los 90 o 120 días que tardan en pagarles sus clientes y los cheques de dudoso cobro. “Muchos compradores ya no pagan. Y el que paga, lo hace con delay”, sentencia.
Mientras el Estado se ufana de que “bajó la inflación” y el ministro Caputo predica el ajuste, las pymes que sobrevivieron a todas las tormentas anteriores empiezan a caer. ¿Quién gana? Las marcas que traen ropa por courier, evadiendo aranceles. Los importadores que venden más barato que cualquier pyme nacional. Y los grupos concentrados que esperan el derrumbe para comprar fábricas a precio de remate.
Meloni concluye: “Nos subieron todo lo básico para producir. Servicios, logística, impuestos. ¿Y ahora qué quieren? ¿Que sigamos pagando sueldos altos sin vender? No se puede”.