
Mientras los bancos pierden terreno, las fintech crecen sin control, ofreciendo créditos a sola firma, tasas usureras y sin regulación real. La nueva cara de la exclusión financiera se viste de app.
En Orsai // Lunes 19 de mayo de 2025 | 09:10
Las publicidades aparecen todo el tiempo: “Crédito inmediato”, “Sin papeles”, “Solo con tu DNI”, “Hasta en 24 cuotas”. Plata fácil. Plata al toque. Plata que no te pregunta nada. Pero esa facilidad tiene una trampa.
Las fintech no prestan, atrapan. Y lo hacen sin que nadie las mire.
Las fintech son plataformas tecnológicas que ofrecen servicios financieros fuera del sistema bancario tradicional. Lo hacen desde apps, redes sociales, o sitios web. Muchas de ellas funcionan sin sede física, sin atención personalizada y sin ninguna regulación estatal fuerte.
En principio, suena bien: competencia, modernización, más acceso. Pero el problema no es el qué, sino el cómo.
En Argentina, México y Colombia, las fintech llenaron el vacío que dejó el Estado y aprovecharon el ajuste para crecer sin control.
La mayoría de estas empresas ofrecen microcréditos personales a tasas que superan el 200% anual, con condiciones ocultas en la letra chica y prácticas abusivas:
Débito automático sin autorización del cliente
Llamadas intimidatorias por mora
Reventa de bases de datos para acosarte desde múltiples plataformas
Intereses acumulativos que convierten un préstamo chico en una deuda impagable
Lo que empezó como una “ayuda” se convierte en una soga.
“Pedí $15.000 por la app porque no llegaba a fin de mes. Terminé debiendo $83.000. Me llamaban todos los días, a mí y a mi familia.”
— Mariana, usuaria argentina de una fintech conocida
“En México, hay apps que te depositan sin pedirte nada, pero si te atrasás, te amenazan con publicar tus fotos.”
— Activista de derechos digitales, CDMX
“En Colombia, el problema no es solo el crédito: también te ofrecen invertir en criptomonedas con rendimientos falsos. Es la nueva estafa piramidal digital.”
— Economista y docente, Bogotá
A diferencia de los bancos, las fintech no están obligadas a cumplir con muchas normas de protección al consumidor. En Argentina, la CNV y el Banco Central apenas las monitorean. En México, están parcialmente reguladas por la Ley Fintech, pero con huecos enormes. En Colombia, el control es casi inexistente.
El resultado: millones de usuarios endeudados sin respaldo legal.
Porque son funcionales al modelo de ajuste y exclusión. Mientras se recortan subsidios, salarios y empleo, las fintech llenan el vacío: ofrecen préstamos para sobrevivir, mientras lucran con la desesperación.
Además, los grandes inversores detrás de estas apps están conectados con fondos de inversión, bancos internacionales y políticos de alto nivel. No son startups de garage. Son brazos digitales del capital financiero global.
Ualá, con presencia en toda América Latina, ofrece préstamos personales con intereses de hasta 190% anual. Mercado Crédito, de Mercado Libre, hace lo mismo. Y Wenance, que ya enfrentó denuncias por estafa, fue rescatada por el sistema bancario mientras sigue operando.
¿Quién protege a los usuarios? Nadie. ¿Quién gana con esta economía paralela? Ellos.
Si no se regula, el sistema financiero tradicional será reemplazado por plataformas que operan sin reglas claras. Las consecuencias ya las conocemos:
Deuda impagable en sectores populares
Datos personales expuestos y vendidos
Prácticas de cobranza que rozan el delito
Esto no es innovación. Es una nueva forma de extractivismo financiero.
Informar y denunciar estas prácticas
Exigir a los gobiernos que regulen a las fintech como a los bancos
Fortalecer medios que investiguen el mundo financiero desde una mirada crítica
Promover la educación financiera popular con enfoque de derechos
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