Mariela Holzman, delegada regional de la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado, denuncia el brutal deterioro de su sector, afectado por la apertura indiscriminada de importaciones y la precarización laboral que afecta a miles de trabajadores argentinos.
entrevista radial // Viernes 27 de septiembre de 2024 | 09:13
Con más de 250 despidos en lo que va del año y una caída estrepitosa en las ventas, la industria del calzado se enfrenta a una crisis sin precedentes. Los trabajadores, atrapados entre salarios que no alcanzan para cubrir la canasta básica y una economía que los asfixia, luchan por mantener sus empleos en medio de un panorama desolador.
El eco de las máquinas de ensamblaje de la industria del calzado se va apagando lentamente en Coronel Suárez, una ciudad que, en su época dorada, albergaba millas de empleados dedicados a la fabricación de zapatos. Hoy, esa misma industria se encuentra al borde del colapso. Mariela Holzman, delegada regional de la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado, advierte sobre la situación crítica que atraviesa su sector: "Terrible el momento que estamos pasando", dice con la voz cargada de frustración, al describir cómo la fábrica DAS, una de las últimas en pie, ha reducido su plantilla en más de 250 trabajadores en lo que va del año.
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La situación de la industria no es nueva, pero la apertura de importaciones y el ajuste económico que atraviesa el país han agravado la crisis de un sector que solía ser un pilar de la economía local. Holzman recuerda con nostalgia los años de esplendor, cuando la empresa empleaba a 4.000 personas, un número que en su mejor momento reciente se redujo a 2.000. Hoy, apenas superan los 300 empleados y cada día que pasa, unos cuantos más son despedidos.
"El primer eslabón es la caída de ventas, notable. El segundo eslabón es la importación abierta totalmente, donde el zapato trajo del exterior completo, para ellos es más barato que fabricarlo en la Argentina. Somos caros", explica Holzman, describiendo el contexto que ha llevado a la industria del calzado a su situación actual. Las fábricas argentinas se ven obligadas a competir con productos importados a precios significativamente más bajos, lo que ha generado un efecto devastador en la producción local. Lo que antes era una industria pujante, capaz de abastecer al mercado interno y generar empleo genuino, hoy se reduce a fábricas que apenas ensamblan productos traídos del extranjero.
En Coronel Suárez, la crisis golpea con especial dureza. Las fábricas que antes eran el motor económico de la ciudad ahora representan un peso muerto para la comunidad. "Estamos con 250 trabajadores menos desde enero, y todos los días despedimos a cuatro o cinco más", comenta Holzman. Para una ciudad de poco más de 40.000 habitantes, la pérdida de empleos en esta magnitud es devastadora, tanto para las familias afectadas como para el tejido social y económico de la región.
La problemática de la industria del calzado no se reduce únicamente a la pérdida de puestos de trabajo. Los que aún conservan sus empleos se encuentran atrapados en un sistema que no les permite salir de la pobreza. "Estamos en una crisis por la pérdida constante de empleo ya eso le tenemos que sumar que no podemos cerrar la paritaria nacional", afirma Holzman, explicando que, a pesar de las promesas del gobierno, los salarios no alcanzan para cubrir las necesidades básicas. Los trabajadores se encuentran en la paradoja de tener empleo, pero seguir siendo pobres.
El salario promedio en la industria del calzado ronda entre los 550.000 y los 700.000 pesos, cifras que, según Holzman, están muy por debajo de lo necesario para enfrentar la inflación y el aumento constante en el costo de vida. "Estamos peleando la canasta básica. Todos estamos luchando para poder llegar a fin de mes, pero con estos salarios no podemos", lamenta la delegada, describiendo una situación que no es exclusiva de su sector, sino que afecta a gran parte de la clase. . . . trabajador argentino.
Holzman advierte que, además de la lucha por mantener los puestos de trabajo, hay una batalla igualmente dura para evitar que los salarios se congelen, como pretenden muchos empresarios del sector. "No solo perdemos empleos, sino que los que quedan en pie están condenados a la miseria", afirma con indignación. El panorama es desolador: trabajadores que, a pesar de tener empleo formal, no pueden escapar de la pobreza.
La industria del calzado, como tantas otras en Argentina, se encuentra en una encrucijada. La apertura de importaciones y la falta de un plan económico que proteja a la producción local han dejado a los trabajadores en una situación límite. "El Gobierno Nacional no escucha esta problemática", asegura Holzman, quien, junto a sus compañeros, ha intentado en reiteradas ocasiones llevar la situación al conocimiento de las autoridades locales y provinciales. Pero las respuestas no llegan, y el temor de que la crisis se agrave es cada vez mayor.
Cada mañana, los trabajadores de la fábrica DAS llegan con la incertidumbre de si ese será su último día en la planta. "Estamos atados de pies y manos, esperando a diario que despidan a un compañero más", relata Holzman, describiendo la angustia con la que los empleados viven esta situación. Las denuncias ya han sido presentadas ante las autoridades competentes, pero la sensación general es de impotencia frente a una economía que los arrastra hacia el abismo.
La crisis no solo afecta a los trabajadores de la industria del calzado, sino también a la comunidad de Coronel Suárez en su conjunto. La caída de la actividad industrial ha generado un efecto dominó que se refleja en el comercio local y en la vida diaria de los habitantes de la ciudad. "Es rarísimo ir a trabajar y saber que cada día es posible que un compañero quede afuera", comenta Holzman, enfatizando cómo el desempleo afecta también el ánimo y la cohesión social de la ciudad.
El futuro es incierto, y el temor de que la situación empeore de aquí a fin de año es palpable. "No queremos ni imaginar lo que puede pasar si seguimos con esta ola de despidos diarios", advierte la delegada, quien teme que la industria del calzado, uno de los últimos bastiones productivos de Coronel Suárez, terminará por desaparecer.
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La Argentina atraviesa una de sus crisis económicas más profundas, y los trabajadores del calzado, al igual que tantos otros sectores, están pagando el precio más alto. La promesa de una reactivación económica parece lejana, y mientras tanto, millas de familias quedan a la deriva, atrapadas en un sistema que las empuja hacia la pobreza y la desesperanza.