
Mariana Fontanella, directora del Centro de Día Candilejas, denuncia la situación crítica del sector: sin aumentos desde 2023, sin subsidios efectivos y con riesgo real de dejar en la calle a trabajadores y personas con discapacidad.
Centro de Día Candilejas en Colastiné en riesgo de cierre por falta de fondos y recortes en discapacidad.
En Orsai // Miercoles 25 de junio de 2025 | 17:00
Mientras el gobierno nacional habla de superávit y orden fiscal, la realidad en Colastiné (Santa Fe) se vuelve cada día más desesperante para las instituciones que atienden a personas con discapacidad. El Centro de Día Candilejas, que funciona desde hace más de dos décadas, podría cerrar sus puertas en las próximas semanas si no se revierte el brutal recorte de fondos que afecta al sistema entero.
“Nunca estuvimos tan mal. No cubrimos los servicios básicos y les pedimos a las familias que traigan productos de limpieza y galletitas para la merienda”, cuenta Mariana Fontanella, directora del centro.
La historia se repite como un calco en distintas localidades: hogares con décadas de trayectoria, que asisten a decenas de personas con discapacidad, están en estado terminal. Y lo más grave es que el Estado, tanto nacional como provincial, ha decidido mirar para otro lado.
Festejo de un cumple en el Centro de Día Candilejas
Candilejas atiende a 32 personas con discapacidad, muchas de ellas en situación de extrema vulnerabilidad, y emplea a 25 trabajadoras y trabajadores. Desde hace meses, los ingresos no alcanzan ni siquiera para cubrir los gastos fijos.
“El arancel sigue siendo el mismo desde diciembre de 2023. Pero en el caso de IAPOS, es peor: están pagando valores de agosto del año pasado, y los subsidios llegan con cuentagotas, siempre atrasados”, denunció Fontanella.
Mientras los precios suben todos los meses, los centros siguen cobrando tarifas congeladas. A modo de “salvavidas”, algunos organismos prometen compensaciones diferenciales… pero pagan con cuatro o cinco meses de demora. “Vamos a cobrar en junio lo que deberían haber pagado en febrero. Es insostenible”, explicó.
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El cierre de un centro de día no es simplemente el final de un edificio: es la ruptura de una red compleja de atención, afecto y acompañamiento.
“Algunos de nuestros chicos viven en OMIMEN, otro hogar también en crisis. Otros están en instituciones que no están preparadas para brindarles contención terapéutica. Si Candilejas cierra, se quiebra toda la cadena de cuidados”, explicó su directora.
A eso se suma un agravante: muchas familias no pueden sostener ni económica ni emocionalmente a sus hijos o hijas sin este tipo de instituciones. La desarticulación del sistema expulsa a las personas con discapacidad hacia el abandono y la exclusión.
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Algunas de las actividades del Centro de Día Candilejas
La escena es tan absurda como cruel: profesionales de la salud y la educación organizando rifas, vendiendo pizzas y pidiendo productos de limpieza para seguir funcionando. Esa es hoy la respuesta del sistema frente al ajuste.
“Nosotras nunca le pedimos nada a las familias en 21 años. Hoy les pedimos ayuda para pagar la luz y dar la merienda. No es justo. No es humano”, dijo Fontanella.
El discurso oficial que promete libertad y eficiencia choca de frente con una realidad brutal: la desintegración de la red de cuidados para personas con discapacidad. No hay aranceles actualizados, no hay subsidios confiables y no hay voluntad política de resolver la emergencia.
“Tanto Nación como Provincia se sacan la responsabilidad de encima. Mientras tanto, nos están empujando al cierre. ¿Qué va a pasar con las 32 personas que atendemos? ¿Dónde van a ir?”, se pregunta Fontanella, sin respuestas.