Mientras el gobierno de Javier Milei celebra la aprobación de la boleta única como un triunfo político, persisten las fracturas internas en torno a las PASO. La medida plantea interrogantes sobre su impacto real en la transparencia electoral y el funcionamiento de las instituciones democráticas.
Domingo 01 de diciembre de 2024 | 20:28
La aprobación de la boleta única en el Congreso argentino marca un momento clave en el gobierno de Javier Milei. Esta reforma, una de las promesas de campaña más emblemáticas del libertario, se presentó como un paso hacia la transparencia y la modernización del sistema electoral. Sin embargo, lejos de consolidar al oficialismo, el proceso de implementación pone de relieve las tensiones internas y los desafíos políticos que enfrenta el presidente para sostener su narrativa de cambio.
La boleta única, un sistema que reemplaza las boletas partidarias tradicionales por una hoja única donde los votantes eligen a todos los candidatos, fue aprobada con una amplia mayoría que incluyó a sectores de la oposición. Este modelo, utilizado en provincias como Córdoba y Santa Fe, ha sido elogiado por su capacidad para reducir prácticas clientelares y minimizar costos electorales. Sin embargo, su aprobación no estuvo exenta de polémica.
Mientras desde el oficialismo se apresuraron a celebrar el hito como una victoria, la medida reavivó tensiones con sus aliados en torno a otra reforma clave: la eliminación de las PASO. El PRO, uno de los socios más relevantes de La Libertad Avanza, se opone férreamente a esta iniciativa, argumentando que las primarias abiertas son esenciales para garantizar una competencia democrática al interior de los partidos.
Un triunfo con sabor amargo
La celebración del oficialismo por la aprobación de la boleta única se vio ensombrecida por el creciente distanciamiento de algunos sectores aliados. Aunque Milei logró encolumnar a una mayoría para avanzar con esta reforma, no ha podido replicar esa cohesión en otras iniciativas fundamentales de su agenda política.
El debate sobre la boleta única dejó en evidencia la fragilidad del consenso dentro de la coalición gobernante. Durante las sesiones previas a la votación, legisladores cercanos al PRO expresaron su malestar con la postura del gobierno respecto a las PASO. Incluso figuras como Horacio Rodríguez Larreta señalaron que eliminar las primarias sería un retroceso institucional.
Por otro lado, desde la oposición más dura, encabezada por el Frente de Todos, se cuestionó el verdadero impacto de la boleta única. “No basta con aprobar una ley para solucionar los problemas estructurales de nuestro sistema político. Esto es un parche que no aborda las causas profundas de la desconfianza ciudadana en la democracia”, manifestó un legislador de este espacio.
El desafío de implementar la reforma
Más allá de las disputas políticas, la implementación de la boleta única plantea retos técnicos y logísticos. Las autoridades electorales han advertido que la transición a este sistema requiere una inversión considerable en infraestructura y capacitación. Además, preocupa la falta de claridad en torno a cómo se garantizará la accesibilidad de las boletas para personas mayores o con discapacidad.
La oposición también ha señalado que, si bien la boleta única podría reducir los costos operativos, el gobierno de Milei aún no ha presentado un plan detallado para financiar su implementación. Esto ha generado sospechas de que el proyecto podría derivar en nuevos conflictos presupuestarios en un contexto de ajuste fiscal.
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PASO: el otro frente de batalla
Mientras el gobierno celebra la aprobación de la boleta única, el debate sobre la eliminación de las PASO amenaza con profundizar las divisiones dentro del oficialismo. Para el PRO, estas primarias son una herramienta indispensable para resolver internas partidarias sin fragmentar el electorado. Sin embargo, desde La Libertad Avanza se insiste en que eliminarlas permitirá ahorrar recursos y evitar manipulaciones políticas.
El PRO no es el único sector que se opone a esta medida. Organismos de la sociedad civil y académicos han señalado que las PASO, aunque perfectibles, son un instrumento que fomenta la participación y la transparencia en las elecciones. La eliminación de las primarias, advierten, podría concentrar aún más el poder en las cúpulas partidarias, debilitando la democracia interna.
Un camino lleno de interrogantes
La aprobación de la boleta única, aunque significativa, no ha logrado disipar las dudas en torno al futuro del gobierno de Javier Milei. Si bien el libertario puede jactarse de haber cumplido una de sus principales promesas de campaña, los desafíos técnicos, políticos y económicos asociados a esta reforma revelan un panorama incierto.
A esto se suma la creciente presión para resolver el debate sobre las PASO, un tema que ha fracturado tanto al oficialismo como a la oposición. Con un escenario electoral cada vez más polarizado, Milei enfrenta el difícil reto de mantener su discurso de cambio mientras lidia con las contradicciones de una gestión marcada por la improvisación y el conflicto.
En este contexto, la boleta única puede convertirse en un arma de doble filo: un símbolo de modernización democrática para algunos, pero también un recordatorio de las dificultades para concretar un verdadero cambio estructural en un sistema político profundamente arraigado.
Milei te odia
— En Orsai (@EnOrsai) November 27, 2024
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