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El negoción de la empresa que evalúa la educación Argentina

La prueba PISA califica el nivel de la educación local y en más de 70 países, pero es un negocio montado por una empresa de Londres, muy cuestionada por sus métodos y por ganar millones con lobby empresario.

El negoción de la empresa que evalúa la educación Argentina

Javier Lema - Redacción Enorsai // Domingo 04 de mayo de 2014 | 14:09

La prueba PISA fue diseñada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico como una manera de diagnosticar debilidades y fortalezas en los planes educativos de distintos territorios. Pero poco a poco se convirtió en una forma de intromisión extranjera sobre educación que deja millones de dólares a una única empresa.

 

La editorial británica Pearson es una multinacional con filiales en todo el mundo, y dueña además del Financial Times y The Economist, dos muy influyentes publicaciones. Esta empresa facturó 6 mil millones de Euros en 2013 y logró hacerse del contrato para los exámenes de PISA 2015.

 

Esos exámenes los pagan los ministerios de educación de distintos países, por ejemplo Argentina, que quedó en el puesto 59 del ranking de países en la última evaluación de 2012.

 

Pearson no solo redacta los exámenes, también los corrige y en 2015 aportará las herramientas informáticas a los ministerios de educación para analizar el rendimiento casi en tiempo real, como si fuera una Bolsa de Valores, donde cotizan el conocimiento, o lo que ellos entienden por tal.

 

El slogan de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico es “mejores políticas para mejores vidas”, lo que parece evidenciar su intención de influir en la toma de decisiones de los Estados. Lo mismo hacen distintos organismos de Naciones Unidas, sólo que en este caso hay un enorme interés de lucro.

 

En la próxima edición participarán 71 países seis mas que en 2012. Esto a pesar de los grandes cuestionamientos que tiene el examen en términos metodológicos y en su búsqueda de rédito.

 

Pearson dispone de think tanks y expertos a sueldo en lobby y cabildeo y según el sitio Finanzas.com es la mayor editorial educativa del mundo. Aunque la casa matriz está en Londres, la estrategia empezó en los Estados Unidos.

 

Pearson consiguió en 2011 un contrato de cinco años para los exámenes oficiales de las escuelas públicas de Nueva York por 32 millones de dólares. Allí incluso hubo una protesta de padres, alumnos y profesores de decenas de centros educativos por la cantidad de exámenes.

 

La firma también logró el contrato para los exámenes de PISA 2015 a un módico precio: al parecer, sobre 1,3 millones de euros. Esa plataforma marca un hito, según Andreas Schleicher, el jefe de PISA: “La prueba de 2015 tiene el potencial para comenzar una nueva era en los exámenes internacionales”.

 

QUE Y COMO ES LA PRUEBA PISA

Pearson sostiene que su objetivo es revolucionar el concepto de “educación” en el mundo, personalizarla y reducir costes, según consigna Finzanzas.com. Para muchos, esta meta podría ser valorada positivamente, pero el académico canadiense Donald Gutstein fue uno de los detractores de la misma.

En un informe para los profesores de la Columbia Británica (Canadá) Gutstein escribió que “Pearson consigue el grueso de sus ingresos de textos digitales, herramientas de enseñanza virtual, exámenes on-line... Y sigue una serie de estrategias para crecer aprovechando la transición de lo físico a lo digital. Es un plan ambicioso para comercializar sus productos y servicios. Si tienen éxito, convertirán a los estudiantes en simples clientes”.

La primera edición de PISA fue en el año 2000 y por su carácter trianual sólo se han celebrado cuatro hasta la fecha. Los resultados de la quinta se darán a conocer el año que viene. PISA ha desbancado a otras pruebas internacionales como TIMMS o PIRL. Más de medio millón de alumnos de 15 años se someten a los test, que en un principio se limitaban a ciencias, matemáticas y lectura, pero que van incorporando nuevos ámbitos, como los problemas de la vida cotidiana.

 

PISA genera un informe muy exhaustivo, con multitud de análisis. Lo de comparar a los países participantes era una estadística más, unas tablas orientativas medio escondidas en los informes.

 

Las críticas hacia el examen tienen distinta óptica. Por ejemplo, se compara los promedios de países y esto deja muy mal parado a quien le fue mal y muy bien a quien tiene alumnos que respondieron correctamente, pero las preguntas no son las mismas en Argentina que en Estados Unidos o Canadá. No sólo no son las mismas sino que ni siquiera tienen la misma complejidad.

 

En ediciones anteriores hubo pruebas que algunos países se saltaron, como las de comprensión lectora. Y lo que hizo PISA fue realizar una proyección de lo que podían haber puntuado esos alumnos. Además, las diferencias económicas (a mayor nivel adquisitivo, mejor nota), sociales (a mayor emigración, peor nota) influyen.

 

Pero también las diferencias de mentalidad de los niños en la gestión del tiempo. Son exámenes contra reloj. Según comprobó Joachim Wuttke, un profesor alemán de Ingeniería Informática, los nórdicos y centroeuropeos dan un vistazo general, contestan primero a lo que saben y no tienen complicaciones; los mediterráneos van pregunta a pregunta y luego no les da tiempo.

 

¿QUÉ UTILIZA PARA MEDIR?

PISA se basa en un complejo sistema matemático llamado “método de evaluación de Rasch”, pero  un estadístico danés, Svend Kreiner, profesor emérito de la Universidad de Copenhague y discípulo del propio George Rasch, el creador del método, ya advirtió que PISA no lo está usando bien, básicamente porque no se deberían equiparar los resultados si las preguntas no tienen el mismo grado de dificultad.

 

En tanto, el director de PISA, Andreas Schleicher, reconoció que para ellos la comparativa entre países no era lo más importante y que podían existir discrepancias en la clasificación, dependiendo de cómo se analizasen los datos, según publicó Finanzas.com.

Pero es que las diferencias pueden ser tremendas, como demostró Kreiner, aplicando el método de Rasch y con variaciones mínimas a la hora de privilegiar los parámetros, Canadá ocuparía el segundo puesto o el 22; Japón el octavo o el 40; y el Reino Unido, cualquiera entre el 14 y el 30.

Los resultados en abstracto tienen menos importancia. O tan sólo sirven para titular en un periódico a favor o en contra del gobierno de turno. Lo complejo es la presión que ejerce el resultado sobre las políticas que un determinado país lleva adelante en la educación de sus ciudadanos.

Es una forma de intromisión indirecta de una empresa extranjera que espera ganar muchos millones en un Estado soberano que debe velar por el desarrollo de sus ciudadanos.

 

Para Diane Ravitch, profesora de Educación de la Universidad de Nueva York, estamos ante «la irrupción de big data (grandes datos) en las escuelas. Es una fórmula empresarial para desarrollar apps, vender datos de estudiantes y hacer dinero”.

 

De hecho, el capital riesgo ya se ha fijado en este mercado y está entrando a manos llenas en compañías digitales de creación y evaluación de exámenes, como Renaissance Learning Inc., con participación de Google Capital y en la que la firma especulativa Hellman & Friedman inyectó en marzo 1100 millones de dólares.

 

Son exámenes donde todo está tabulado. Los cuestionarios son tipo test. No hay lugar para salirse del guion. ¿Dónde queda la creatividad? ¿Y la imaginación? Según Ravitch, «estamos perdiendo la habilidad de pensar diferente y premiando el conformismo».

 

La publicación Finanzas.com realiza una serie de comparaciojnes entre las actitudes que han tenido distintos países respecto del examen: “Finlandia. Incluso cuando eran los mejor clasificados, eran escépticos con PISA. De hecho, los estudiantes no hacen exámenes externos hasta los 18 años”.

“Shanghái. La revista Time, a la vista de los resultados obtenidos por los chinos, que arrasaron en los test, se pregunta si hicieron trampas en el último PISA. Y también si los profesores preparan a los alumnos específicamente para superar con éxito esta prueba”, contó Finanzas.com

La publicación también habló del Reino Unido. “En el país son muy críticos con todo lo que tiene que ver con PISA. El diario The Guardian, además, ha arremetido contra la creciente influencia de Pearson en la reforma de la educación pública, que considera una privatización encubierta”.

 

El estadístico danés que señaló fallos en el modelo de evaluación de PISA estimó que “las comparaciones no tienen sentido porque PISA no utiliza preguntas del mismo nivel para cada país, ni hay un solo ítem que sea igual para todos los participantes”.

 

Su discusión académica con los responsables de la OCDE ha sido tan enconada que la Universidad de Copenhague, donde enseña, ha creado un simposio en su honor. Otros muchos académicos lo apoyan. Por su parte, el coordinador de PISA reconoce que  “las comparaciones internacionales no son fáciles y nunca son perfectas, pero cualquiera que eche un vistazo serio a las cifras y los datos de PISA reconocerá que es una herramienta robusta y que genera confianza”.

 

“El fiscal de Nueva York investigó a la multinacional Pearson por la sospechosa confluencia entre los estudios que publican las fundaciones sin ánimo de lucro de su órbita y los intereses de la compañía. Finalmente, pagó una multa de 7,5 millones de dólares”, especificó Finanzas.com.

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