análisis profundo

El relato mediático más aterrador

Los medios opositores toman los conflictos económicos y sociales en curso, y hasta el educativo de la Ciudad de Buenos Aires, para instalar la idea de un país abatido por el caos, la anarquía, el salvajismo y hasta el terrorismo, con un Gobierno al que rotulan de inerte, lo que lleva a la propuesta implícita de una “solución” radicalizada

El relato mediático más aterrador

Lunes 03 de octubre de 2022 | 10:54

(Por Hugo Muleiro) Un país en “fase bárbara”, como definió el lunes 3 una editora de Clarín que no es de las estrellas de la empresa pero copia y pega el diagnóstico instalado desde hace varios días en decenas de títulos ante conflictos salariales, estudiantiles, violencia atribuida a la comunidad mapuche y hasta hinchas de fútbol: todo a la misma bolsa.

Como es ya rutinario, las y los exponentes de Juntos por el Cambio adoptan estos enfoques y definiciones y se lanzan a repetirlos, para consolidar así un relato tan dramático, con un país al borde de la disolución, que las respuestas posibles para evitar el desastre producen escozor, si se toma en cuenta el contexto dado por evoluciones electorales como las de Italia e incluso la gran cantidad de votos que reunió el ultraderechista Jair Bolsonaro.

La huelga de los trabajadores del neumático fue presentada como “salvaje”; “las usurpaciones avanzan” en el sur; el “piqueterismo estudiantil” es “manejado por el kirchnerismo”; hay “vandalismo” en Mascardi y a la vez en las escuelas; hay un récord de piquetes; hay denuncias penales por “violencia sindical”. Y así, tirando de la cuerda para un cuadro desesperante que tuvo el jueves a las 18.30, en letras mayúsculas de la pantalla de TN, la canaleta de Clarín, un angustiante “LA PATAGONIA TOMADA”.

La situación así relatada incluyó al “Jefe de Estado ausente”, en Infobae, y “El ojo de la jefa mira a la izquierda”, dedicado a Cristina Kircher en La Nación, donde en la edición del domingo Jorge Liotti describió un país “transformado en un caótico campamento revolucionario” y que “bordea peligrosamente la frontera de la anarquía”.

Como ya se vio tantas veces, esta radicalización desplaza automáticamente al presidenciable Rodríguez Larreta, quien no tiene problemas para sepultar su presunto talante dialoguista y mostrar el rostro verdadero, no sea cosa que haya votos que se le escapen por derecha: La Nación pidió en pantalla persecución a madres y padres de estudiantes secundarios y al rato la feroz ministra Acuña anunció la denuncia judicial, mientras despliega grupos de tareas ante las escuelas y la policía va por la noche a intimidar a las familias en su propia casa. El consuelo es que por lo menos no lo hicieron en Falcon verde.

“Riesgo de descontrol”, escribió Van der Kooy el domingo en Clarín, con “conductas anárquicas espoleadas por el propio kirchnerismo”. El panorama incluye una idea de “solución”: el redactor tipea lo más campante que el conflicto en Bariloche se parece a la situación en la Araucanía, donde el presidente Boric “tuvo que militarizar”.

El primer pronunciamiento de la Vicepresidenta en lo que va de la política de ajuste económico de Sergio Massa, en tanto, fue saboreado como indicio de una crisis en ciernes. Su módica señalación sobre el asalto al bolsillo de la población con los precios de los alimentos fue levantado a la altura de un “bombazo” contra el ministro en el artículo de Bonelli en Clarín.

Las vueltas de la vida llevaron al columnista a darle la razón a Cristina Kirchner en un punto: lanzado a desprestigiar al sindicalista Crespo por el conflicto en las fábricas de neumáticos, lo acusa de estar al servicio de dos empresas que acumularon gran stock de gomas importadas. ¿Cómo lograron esa importación? Con cautelares de la justicia, las que habían sido mencionadas por la Vicepresidenta.

Si el dramatismo mediático respecto de los conflictos constituyera una antesala de las estrategias de campaña, para forzar en la oposición un desenlace que fortalezca a los sectores más intolerantes y represivos, un obstáculo mencionado con insistencia en varias notas de estos medios es la situación del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y lo que parece ser una buena perspectiva para la reelección.

Eso explica títulos coordinados sobre supuesto favorecimiento en los fondos de la coparticipación federal y varias críticas despiadadas, porque se mostró con una remera de estudiantes del colegio Mariano Acosta, porque “hizo campaña” por Lula, porque propuso un acercamiento al presidente chileno cuando acaba de sufrir una pesada derrota en las urnas, con el rechazo a la nueva Constitución. Todo sirve.

El resultado en Brasil, para variar, fue presentado en clave anti kirchnerista. “Sorpresa y desilusión K”, en tapa de Clarín; “El kirchnerismo debió moderar los festejos”, en tapa de La Nación; “En el kirchnerismo no hubo euforia: sugestivo silencio de Cristina”, en Infobae.

Pero Lula ganó y lo común sería que los medios ilustren con imágenes de la fuerza triunfante, pero en este sistema mediático políticamente desquiciado es al revés: por eso el domingo a la noche, al tope del sitio de La Nación, una gran foto mostraba a una mujer brasileña, cubierta con la bandera, mientras lloraba. Por suerte, para el lunes tuvieron tiempo de buscar un poquito de decoro y partieron la tapa en mitades, para lulistas y bolsonaristas. Como si hubiera sido un empate.

 

*Hugo Muleiro @HugoMuleiro - Escritor y periodista. Presidente de COMUNA. Co-autor de Los Garcas, Los Monstruos y La Clase un Cuarto. En la Patria Grande.

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