La economía

En el correr de estos últimos días (e incluso desde el inicio de la cuarentena) se pudo observar que el Gobierno Nacional se inclinó por la primera opción. En los primeros días del mes ya se pagaron el 50% de los sueldos y quincenas a 2,2 millones de empleados/as, de 240.000 empresas, siendo el 90% de estas: pymes.

En este punto se comprende que el Gobierno apuesta por sostener la economía y las pymes, principalmente, a sabiendas de la caída de la actividad económica del 9,7% durante el mes de marzo pasado. Por esto cuesta entender las críticas de la actual oposición que intenta defender la producción, pero cuando fueron Gobierno y cerraban entre 40 y 50 empresas por día, sólo respondían que “ese era el único camino, y había que profundizarlo”.

Esta semana se conoció otro dato a resaltar: desde que comenzó la pandemia, el Gobierno Nacional desembolso unos u$s 20.000 millones de dólares para sostener empresas (sueldos y créditos), créditos a los monotributistas y autónomos y los pagos a los cuentapropistas no registrados, más la inversión en lo social y en salud. Esa cifra es un poco menos que la mitad del crédito que dio el FMI entre 2018 y 2019 al país, y que sólo sirvió para fugar divisas al exterior, y que alcanzaron los 86 mil millones de dólares durante toda la gestión del macrismo.

La deuda

La negociación de la deuda generó una grata novedad a mediados de la semana. El fondo Black Rock, parece haber dejado atrás la actitud patoteril, y se dio cuenta que lo que venía proponiendo la Argentina era lo mejor que le podía pasar, en un mundo donde el default de empresas y gobiernos parece estar a la vuelta de la esquina. Y esto ya lo habían visto algunos organismos, que apoyan la propuesta argentina, y que antes estaban en el club de los malos: el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, entre otros.

La propuesta que pensó Alberto Fernández y llevó a la práctica el ministro Martín Guzmán, pareciera retomar los mejores lineamientos que pusieron en práctica Néstor Kirchner y Roberto Lavagna en la primera década del siglo. Propuesta realista, basada en la capacidad de pago que asegure el crecimiento económico del país. Tal vez, demos ejemplo, a nivel global, de que las deudas externas ya no deben ser más terreno para la codicia sin medida del negocio financiero, y programas de ajuste que no cortan con el círculo perverso de la pobreza.

La inflación

Por último, lo que sigue acuciando a la mayoría de la población es la remarcación y la inflación que se palpa cada vez que se va a comprar al supermercado, principalmente. Lo que se nota (y lo dice la población ante los distintos medios de comunicación) es que no se percibe una actitud clara del Gobierno Nacional.

Con el paso del tiempo quedó desdibujado el Programa Precios Cuidados y los municipios ya no quieren cumplir ese papel de gendarme ante los súper o almacenes de sus barrios, porque los mayores precios no los ponen ellos sino que vienen desde las industrias y los mayoristas. Y ahí es donde se necesita una mejor y mayor presencia de la secretaría de Comercio.

Y sobre el desarrollo de la inflación, que tiende a la baja, se puede decir lo siguiente: por mal que les pese a los alfiles del neoliberalismo, la inflación que hay (y su posible crecimiento) puede ser más por la variaciones del dólar y su devaluación y no por su caballito de batalla y machaque: la emisión monetaria (que llegó al 42% de la base monetaria en estos primeros meses).

Conclusión

El nuevo sendero que toma la renegociación de la deuda, el sostenimiento de las pymes (y que sirvan para reanudar su habitual ritmo) y la inflación que tiende a bajar son las tres lógicas que dan perspectivas ante una semana donde los aumentos de contagios corona virus en la región metropolitana de Buenos Aires (AMBA) puso en alarma a toda la sociedad.