LA DESTRUCCIÓN PRO

Fue un orgullo nacional: la Televisión Digital Abierta, a la deriva

El Gobierno paralizó la expansión de la TDA. En dos años se inauguraron solo seis torres. El kit satelital para captar la TDA en las zonas donde no habrá cobertura terrestre dejó de comercializarse.

Fue un orgullo nacional: la Televisión Digital Abierta, a la deriva

Lunes 05 de marzo de 2018 | 12:16

(Por Fernando Krakowiak) El Gobierno desmanteló a fines de diciembre el área de contenidos de la Televisión Digital Abierta (TDA). Los 180 trabajadores del ex Centro de Investigación Aplicada en Recursos Audiovisuales (CIARA) se quedaron en la calle y con su salida se puso fin a un programa estatal que había tenido por objetivo aportar contenidos federales y plurales. La experiencia tuvo luces y sombras, pero, en lugar de intentar mejorarla, la administración de Mauricio Macri la interrumpió y dejó la producción audiovisual casi exclusivamente en manos del sector privado.

En ese momento, varias voces advirtieron sobre el cierre de la TDA, confundiendo la generación de contenidos digitales con la infraestructura técnica que garantiza su emisión. “La desarticulación de la unidad CIARA de ninguna manera pone en riesgo el sistema de Televisión Digital Abierta, cuyo pleno funcionamiento está garantizado”, aseguró Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios Públicos, refiriéndose a la red de transmisión montada para reemplazar a la histórica televisión abierta que se emite en analógico.

La infraestructura, construida en su inmensa mayoría entre 2010 y 2015, efectivamente sigue en pie, pero el gobierno actual paralizó prácticamente su expansión. El objetivo de garantizar la cobertura en todo el país para concretar el apagón analógico en septiembre de 2019 aparece como una posibilidad cada vez más lejana. Por lo tanto, es probable que el apagón se postergue.

 

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner oficializó la adopción de la norma técnica ISDB-T para el desarrollo de la Televisión Digital Terrestre el 1 de septiembre de 2009 y el 15 de marzo del año siguiente publicó el decreto 364/10, que declaró de interés público la Plataforma Nacional de Televisión Digital Terrestre y designó a la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales SA (Arsat) como responsable de la tarea de garantizar los servicios de transportes de señales y sus correspondientes enlaces para el desarrollo, implementación y operatividad de la infraestructura.

El objetivo era construir 120 torres para cubrir el 85 por ciento del territorio con la TDT y llegar al 15 por ciento restante vía satélite en aquellos lugares donde no se justificaba montar una torre por la escasa población. A la combinación de TDT y televisión satelital abierta es a lo que el gobierno anterior bautizó como TDA. Además, se invirtió en decodificadores para que los ciudadanos de bajos recursos pudieran captar las señales digitales en su viejo televisor analógico.

El 10 de diciembre de 2015, Macri asumió como presidente y cuatro meses después, el 15 de abril de 2016, el entonces flamante presidente de Arsat, Rodrigo De Loredo, realizó una presentación en la Jefatura de Gabinete para detallar cuál había sido la herencia que recibió cuando se hizo cargo de la empresa. En lo que refiere a la televisión digital, el informe destacó que la empresa poseía entre sus activos 88 estaciones terrestres para transmitir TDT, cubriendo al 82 por ciento de la población.

A su vez, se aclaraba que el gobierno anterior había repartido 1,2 millón de decodificadores en hogares de bajos recursos, lo que beneficiaba a unas cinco millones de personas sin capacidad de contratar servicios privados. Ese despliegue había demandado una inversión pública acumulada de 1.057 millones de dólares entre 2007 y 2015, siempre según el documento elaborado ya durante el gobierno de Macri.

Esa misma presentación detallaba cuatro frentes en los que se estaba trabajando para mejorar la gestión de Arsat:

1) formación de un nuevo equipo de gestión,

2) reducción de gastos,

3) comercialización de activos a nivel mayorista y

4) implementación de prácticas de transparencia.

En el apartado “reducción de gastos” figuraba, explícitamente y sin rodeos, que “se paró el despliegue de la TDA”.

Dos páginas más adelante, se aclaraba que el objetivo en ese segmento del negocio era “alcanzar cash flow cero (ejemplos: aumentar ingresos por publicidad en RTA, optimizar la operación, eliminar todas las inversiones para crecimiento)”. También sobresalía la propuesta de “buscar la comercialización integral de la TDA por inversores que se hagan cargo de su operación y mantenimiento” y “alquilar la infraestructura de las estaciones de televisión para la coubicación de antenas celulares”.

Pese a los recortes, se subrayaba que el objetivo era “continuar brindando servicios a 5 millones de personas que no tienen recursos para pagar el abono mensual de la TV privada”. Desde el punto de vista político se lo justificaba además diciendo que la TDA era “un canal de comunicación con los sectores más marginados”.

En línea con lo previsto, en 2016, el despliegue de la TDA prácticamente no avanzó. Sólo se puso en funcionamiento una torre en Esquel (Chubut) durante el mes de abril, que se había construido durante el gobierno anterior, y otra en Ituzaingo (Corrientes) en septiembre, que también había quedado prácticamente lista durante la gestión de CFK. A comienzos del año pasado, en cambio, De Loredo prometió que se sumarían 15 torres para llegar con el servicio a 40 nuevas localidades, pero sólo se pusieron en funcionamiento cuatro: Victoria (Entre Ríos), Córdoba (Capital), La Quiaca (Jujuy) y Río Grande (Tierra del Fuego). Además, en los dos últimos casos lo que se instalaron fueron Unidades Transportables Terrestres (UTT), de menor costo y con transmisores de apenas 300 vatios, menos de la mitad de la potencia que tienen la mayoría de las torres instaladas.

Pese a la promesa de que estarían operativas en 2017, todavía están a la espera de que le instalen su planta transmisora las localidades de Tartagal (Salta), Orán (Salta), Mainqué (Río Negro), Mar de Ajó (Buenos Aires), Corrientes (Corrientes), Río Tercero (Córdoba), Roque Sáenz Peña (Chaco), Puerto Iguazú (Misiones), Oberá (Misiones), Chilecito (La Rioja) y Laboulaye (Córdoba). Con esas once, se llegaría a 105 torres, quedando pendientes otras 15 para alcanzar el objetivo de 120 torres de transmisión que servirían no sólo para transmitir las señales publicas sino eventualmente también las señales privadas de aquellos radiodifusores que no migraron a la tecnología digital porque no tienen recursos para hacerlo, fundamentalmente en las provincias.

El gobierno anterior también había impulsado el reparto de kits satelitales para las familias de bajos recursos de aquellas zonas donde la TDT no podía ser captada e incluso se habían puesto a la venta esos kits para quienes sí podían pagarlos. Esas acciones también fueron desbaratadas. El reparto de kits satelitales gratuitos se redujo significativamente por falta de presupuesto y la venta directamente se interrumpió. El portal www.tienda.arsat.com.ar ya ni siquiera está operativo.

La fuerte retracción de la inversión en el despliegue de la TDA se observa en el último balance semestral al 31 de diciembre de la estatal INVAP, que tenía a su cargo esa tarea. En el segundo semestre de 2015, las ventas del segmento Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) habían trepado a 768,9 millones de pesos (57 millones de dólares, según el tipo de cambio de diciembre de 2015). En el segundo semestre de 2016, cayeron a 473,5 millones (29,4 millones de dólares) y, en los últimos seis meses del año pasado, se derrumbaron a 180,8 millones (9,5 millones de dólares). En pesos, la caída fue de 76,5 por ciento en apenas dos años y, en dólares, se derrumbó un 83,4 por ciento.

Si bien nunca hubo estadísticas nacionales sobre cuántos hogares efectivamente ven la TDA, en este contexto de fuerte retracción de la inversión pública, su funcionamiento pleno no está garantizado y es muy difícil que el Gobierno pueda concretar el apagón analógico en septiembre del año próximo sin afectar a una porción significativa de ese estimado de 1,2 millón de hogares que solo mira televisión abierta.

Desde el Gobierno podrían retrucar que la experiencia internacional muestra que es justamente en los meses previos al apagón cuando se acelera la migración a partir de la compra de conversores o televisores con sintonizador digital. Un buen ejemplo es España. Hasta fines de 2005, se habían vendido sólo 638 mil sintonizadores digitales. Un año después, la cifra llegó a 3,4 millones. En 2007, se disparó a 8,1 millones, en 2008 a 15,2, en 2009 a 25,5 millones y sólo en enero de 2010, tres meses antes de que se concretara el apagón, las ventas fueron de 1,6 millón, elevando la cifra a 27,1 millones, sin incluir la Comunidad de Canarias, Ceuta y Melilla.

El problema que tiene Argentina es que, aún si todos los que hoy no poseen conversor o televisión con sintonizador digital decidieran comprarlo en los próximos meses, eso no les garantizaría la recepción en caso de un apagón analógico, porque las torres de TDT no terminaron de montarse y no se están vendiendo los kits satelitales para aquellas zonas donde no habrá cobertura terrestre y la única opción será la televisión satelital abierta.

El autor es investigador del ICEP-UNQ (http://icepunq.wix.com/icepunq)/. En Twitter: @fkrakowiak

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