Se trata de Pablo Avelluto, que viene de la gestión en el gobierno de la Ciudad en el Sistemas de Medios Públicos. Sin embargo, su carrera la forjó en el sector privado al frente de corporaciones oligopólicas. Un verdadero hombre Pro que dice haber dejado la “droga antikirchnerista que consumía”.
Avelluto devela sus intenciones al frente del Ministerio.
Miercoles 25 de noviembre de 2015 | 16:15
Lo que pareciera un simple intercambio de fichas en los cargos de Ciudad para elevarlos a nivel nacional, responde a un movimiento aún más profundo sobre la cultura, modificando las estructuras y contenidos, que ahora obedecen a la industria internacional.
La trayectoria del flamante ministro va desde ser jefe de Prensa y Comunicación de Espasa Calpe entre 1993 y 1995, gerente de la editorial Planeta (1995-1999), responsable de la unidad de negocios de publicaciones periódicas de Torneos y Competencias (2000-2002) y gerente editorial de Estrada entre 2002 y 2005.
Como si esto fuera insuficiente para dar cuenta de un perfil que ve en la cultura el lugar indicado para los negocios, Avelluto fue, entre octubre de 2005 y noviembre 2012, director editorial de la Región Sur de Random House Mondadori Argentina, el oligopolio editorial más poderoso de Latinoamérica que tiene sus oficinas centrales en Nueva York, tierra donde se concentran buitres, barras y estrellas.
“Estuve veinte años trabajando en la industria editorial, en el mundo de los libros, he sido librero”, ha declarado cada vez que se lo cuestiona por casi cualquier tema. Tras su salida de Random House en 2012, Avelluto se desempeñó como asesor en programas culturales del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, una forma edulcorada de consagrar su amistad con Hernán Lombardi y Alejandro Rozitchner, respaldando la construcción política del amiguismo.
Con la principal tarea de combatir su fama de “antikirchnerista”, la que considera una “droga que consumía”, sus primeras declaraciones al confirmarse su designación tuvieron el mismo tono amarillo pálido que tuvo toda la campaña del Pro y dejó de lado todos los avances que se hicieron desde un Ministerio con sólo un año y medio de vida: “Hay una época que se está terminando y otra que está empezando”, declaró sin ruborizarse.
Para mucha gente del mundo cultural, no así de las empresas editoriales, Avelluto era un desconocido hasta el día que se lo nombró como futuro ministro de Cultura. Seguramente su gestión estará marcada por su impronta empresarial y su desafío, siempre y cuando se lo proponga, será entender que un país no es una empresa trasnacional, como lo es Mondadori, y que las políticas no son ni pueden estar basadas en best sellers, categoría que sólo es alcanzable gracias a un aparato mediático a favor, cercos dentro del mercado y presiones económicas sobre el resto.