La ecuación es sencilla: cuantos más datos personales tenga el gobierno de los ciudadanos, más eficaz será la comunicación en campaña. Ahora va por los datos de los jubilados.
Jueves 28 de julio de 2016 | 20:28
El ejercicio es simple. Imagine usted el siguiente escenario. El macrismo pierde en las PASO en un municipio x. Preocupado, decide reforzar la campaña y se pone como objetivo convencer a aquellos que no lo votaron, pero... ¿Cómo saber quiénes no lo votaron?
El ejercicio es muy sencillo. Tras la elección, la información de los resultados de cada urna son públicos: saber quiénes votaron allí y los porcentajes finales es un juego de niños.
Pero después es necesario un paso más. ¿Cómo le envían la información a los votantes de las mesas donde peor rendimiento tuvo el pro? Allí juega la ANSES y sus datos. Si se cruzan las bases de datos, se pueden obtener domicilios, mails, teléfono y muchos datos más de los votantes que no acompañaron al PRO.
¿Entonces? el macrismo profundiza su inversión en comunicación y campaña. Mails, llamadas por teléfono y si es necesario: tocar el timbre.
Este es el objetivo de base del PRO. Identificar a quienes no los votan con nombre, apellido, mail, teléfono, aportes y lugar de trabajo.
En el mejor de los casos, es para tener una enorme ventaja sobre sus rivales... en el peor, identificar a quienes no los votan. Se trata de un peligro mayúsculo.
Ahora además, buscan profundizar su base de datos con la del PAMi para así lograr acceder a la información de los jubilados. El Estado espía que propone Macri está en marcha.
La ciudadanía necesita que una oposición de pantalones largos frene una locura política y sobre todo un avance sobre las libertades de los ciudadanos.