
Desde el Garrahan hasta CONICET, miles de investigadores buscan trabajo en Uruguay, Chile o Europa. La fuga de cerebros es real, y su costo para el país es altísimo.
En Orsai // Jueves 26 de junio de 2025 | 22:38
Formar un investigador toma décadas. Pero hoy, miles de científicos están dejando el país. ¿Hacia dónde migran? ¿Qué los motiva a irse? ¿Cuál es el costo real para Argentina?
La fuga de cerebros no es nueva. Pero ahora vuelve con fuerza bajo el gobierno de Javier Milei, con una caída del presupuesto científico, salarios pulverizados y recortes brutales al sistema universitario.
Según datos del Ministerio de Ciencia y Tecnología (antes de las reformas de Milei), entre 2023 y 2025:
Año | Científicos que dejaron el sistema público |
---|---|
2023 | +4.800 |
2024 | +5.600 |
2025 (proyectado) | +7.200 |
"Es un éxodo silencioso, pero con impacto brutal", asegura María Laura Rojas, socióloga de la ciencia de la UBA. "No solo perdemos conocimiento. Perdemos futuro."
Contrario a lo que muchos piensan, no todos van a Estados Unidos o Europa. Muchos se quedan en América Latina:
"Un docente universitario que cobraba $310.000 ARS en Rosario puede ganar US$ 2.500 en Montevideo. Eso no es migración: es supervivencia", explica Rojas.
El costo de formar un investigador en Argentina es muy alto. Pero muchas veces, al irse, ese capital queda afuera:
Etapa | Años promedio | Inversión estatal estimada |
---|---|---|
Grado (licenciatura) | 4–6 | $150.000 USD |
Maestría | 2–3 | $60.000 USD |
Doctorado | 4–5 | $90.00o USD |
Postdoctorado | 2–4 | $50.000 USD |
Total | 13–22 años | $350.000 – $500.000 USD |
Una investigadora argentina, ex ayudante de cátedra en Buenos Aires, encontró trabajo en un laboratorio vinculado al análisis ambiental en Montevideo. Allí le pagan el doble y tiene acceso a recursos que ya no encuentra en Argentina.
"En Uruguay me ofrecieron estabilidad. Acá, ni eso", afirmó en una entrevista reciente.
Trabajaba en INVAP en Río Negro. Hoy está en Santiago, donde forma parte de un proyecto de energía limpia financiado por el gobierno chileno.
"Argentina no apuesta a la ciencia. Chile sí."
Formado en el Hospital Garrahan, llegó a jefe de área. Hoy trabaja en un hospital infantil en Barcelona, España.
"Fui becado por el Estado, formado en el mejor centro pediátrico de Argentina. Ahora estoy salvando niños europeos", dijo.
Según un informe del Observatorio Nacional de Ciencia y Tecnología, el éxodo de científicos argentinos no solo afecta al sistema académico, sino también al desarrollo productivo del país.
Un dato relevante: por cada millón de dólares invertidos en ciencia local, se generan 15 empleos directos y 30 indirectos. Pero si esa inversión no existe, el resultado es el que vemos hoy: salida de talento y pérdida de competitividad.