CORRUPCIÓN ARGENTINA

YPF en llamas: despidos, desguace y negocios oscuros bajo la gestión Milei-Marín

La petrolera estatal atraviesa su momento más oscuro: acusaciones penales, venta de activos clave, sabotajes estratégicos, despidos masivos y un directorio que se premia a sí mismo mientras dinamita la soberanía energética nacional.

YPF en llamas: despidos, desguace y negocios oscuros bajo la gestión Milei-Marín

Daniel Romero // Miercoles 28 de mayo de 2025 | 13:53

 

 

En menos de un año, la dupla Milei-Marín convirtió a YPF en el emblema del ajuste brutal y la entrega. Entre negociados turbios, abandono de provincias enteras, y un desmantelamiento disfrazado de eficiencia, el gobierno libertario avanza con un plan que amenaza con borrar del mapa a la principal empresa energética del país.


Cuerpo de la nota

Desde la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada, YPF —la empresa emblema de la soberanía energética argentina— ha sido arrasada por una gestión que mezcla dogmatismo ideológico, negocios turbios y desprecio por el interés nacional. Horacio Marín, ungido por Milei para presidir la petrolera, encabeza un proceso que distintos sectores denuncian como una “liquidación controlada” de los activos estratégicos del Estado. Las consecuencias ya se sienten: provincias en crisis, trabajadores despedidos, proyectos estratégicos saboteados y una creciente desconfianza sobre el verdadero destino de una empresa que alguna vez fue orgullo nacional.

Del saqueo a la traición: la denuncia penal que sacudió el tablero

En diciembre de 2024, una denuncia penal puso nombres propios al escándalo: Horacio Marín y Santiago Caputo, el cerebro en las sombras del gobierno libertario. La acusación, presentada por sectores políticos y sindicales, señala administración fraudulenta y negociaciones incompatibles en la venta de áreas productivas convencionales, incluyendo yacimientos claves en Mendoza, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Se trata del corazón productivo de YPF, entregado en bandeja bajo una lógica de desguace disfrazada de “eficiencia”.

La maniobra, por donde se la mire, huele a privatización encubierta. Y pone en duda no solo la viabilidad futura de YPF, sino la voluntad política del gobierno nacional de sostener una empresa pública con capacidad de intervención en un sector estratégico.

Metrogas: el primer peaje en la autopista de la entrega

En octubre, otra bomba: la venta de la participación de YPF en Metrogas, principal distribuidora de gas del país. La decisión fue tomada sin consulta pública, sin debate parlamentario y sin estudios de impacto real sobre el sistema energético. Fue una descapitalización deliberada, funcional al relato libertario de “achicar el Estado”, pero devastadora para la capacidad operativa de la empresa.

En los pasillos del Congreso se habla de una hoja de ruta cuidadosamente trazada para desmembrar a YPF. Cada activo estratégico vendido es una palada más sobre la tumba de la soberanía energética. Y cada decisión de Marín parece responder más a Techint y al capital concentrado que al pueblo argentino.

GNL: el sabotaje como política de Estado

Pocos episodios resumen mejor el cinismo de la actual gestión que el boicot al proyecto de GNL en Bahía Blanca. La planta de Gas Natural Licuado, fruto de un acuerdo histórico entre YPF y la malaya Petronas, fue torpedeada por la Casa Rosada en lo que el gobernador Axel Kicillof calificó como un “sabotaje directo” contra la Provincia de Buenos Aires.

El traslado improvisado del proyecto a Río Negro —donde ni siquiera existían las condiciones técnicas básicas— fue interpretado como una jugada política para castigar a Kicillof y beneficiar a sectores amigos del oficialismo. La inversión de Petronas, de miles de millones de dólares, está en riesgo. Y el futuro del proyecto, en veremos. La irresponsabilidad del gobierno Milei amenaza con sepultar uno de los desarrollos industriales más ambiciosos de las últimas décadas.

Santa Cruz: laboratorio del ajuste y cementerio de trabajadores

En Santa Cruz, el ajuste tomó forma de tragedia. El retiro de YPF de los yacimientos convencionales significó miles de despidos directos e indirectos, además de presiones feroces para que los trabajadores aceptaran retiros “voluntarios” plagados de irregularidades.

El resultado es una bomba social en tiempo real. La economía regional colapsa, la conflictividad escala y los gremios advierten sobre una “catástrofe humanitaria”. En una carta abierta a Milei, los trabajadores acusaron a Marín de “soberbia, maltrato” y de ejecutar una “descapitalización crítica de recursos humanos” que compromete incluso la operatividad futura de la compañía.

YPF no solo está perdiendo trabajadores: está perdiendo conocimiento, experiencia, memoria técnica. Está perdiendo lo que la convirtió en una de las empresas más importantes del país.

Mientras el pueblo paga, los directores se suben el sueldo

Pero mientras las provincias arden y las familias caen en la desesperación, el Directorio de YPF se dio un gustito: propuso aumentarse los honorarios hasta alcanzar los 77 millones de pesos. Una cifra obscena, más aún en el marco de un ajuste que recorta salud, educación y salarios.

Esta autoprimación es la muestra más grosera de la impunidad con la que se maneja la cúpula designada por Milei. El mensaje es claro: los que están arriba siguen ganando. Los que están abajo, que se jodan.

Publicidad secreta: la caja negra de la pauta en manos libertarias

La gestión Marín, que prometía “transparencia” y “eficiencia”, mantiene una caja negra: los gastos en publicidad. A pesar de requerimientos formales, la empresa se niega a informar qué medios reciben pauta, desoyendo incluso a la Agencia de Acceso a la Información Pública. ¿Qué están escondiendo? ¿Quiénes se benefician con la plata de todos?

El blindaje mediático a las maniobras de YPF bajo Milei encuentra una posible explicación en estos fondos opacos. Plata pública para comprar silencio privado.

La cuestión ambiental: un problema que no desaparece

Vaca Muerta, epicentro de la explotación no convencional, sigue generando alarma por su impacto ambiental. Aunque las denuncias vienen de gestiones anteriores, la actual profundiza el modelo sin controles efectivos. El ajuste incluye también el desfinanciamiento de los organismos de control, mientras la expansión extractiva continúa sin freno ni equilibrio.

El resultado es un cóctel explosivo: contaminación, daño a comunidades locales y ausencia de planificación ecológica. Pero para el Mileísmo, los pasivos ambientales no cotizan en bolsa.

YPF atraviesa una etapa crítica que combina ajuste salvaje, desguace planificado y negocios opacos. Bajo la conducción de Marín, la empresa parece menos interesada en garantizar energía para el desarrollo que en convertirse en una unidad de negocios al servicio del capital financiero. Lo que está en juego no es solo el futuro de una empresa: es la soberanía energética del país, la dignidad del trabajo y la posibilidad de un modelo productivo soberano.

Milei prometió dinamitar el Estado. En YPF lo está haciendo con precisión quirúrgica, dejando un tendal de víctimas y un futuro hipotecado. La historia juzgará.

 

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