(Por María José Haro Sly, desde Washington, especial para Télam).- Amorim, asesor principal en temas internacionales del propio Lula desde que el fundador del Partido de los Trabajadores regresó al Gobierno, evaluó así el resultado de la reunión a solas de 50 minutos que el jefe de Estado brasileño mantuvo ayer con Biden en el Salón Oval de la Casa Blanca.

El excanciller y exministro de Defensa formó parte de la delegación que acompañó a Lula en su viaje de casi 48 horas a Washington, que concluyó esta mañana a las 10 (12 de la Argentina) cuando Lula y sus colaboradores dejaron la residencia Blair House, vivienda para huéspedes del Gobierno estadounidense, para regresar a Brasil.

Los dos ejes destacados por Amorim reflejaron las prioridades que surgieron del intercambio entre los gobernantes: la percepción de que los Gobiernos del hemisferio están asolados por las "derechas radicales" y la preocupación por el cambio climático, una agenda clave para Estados Unidos y que encuentra a Lula en un lugar reparatorio tras el desinterés mostrado por Jair Bolsonaro en ese punto.

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Una de las posibilidades de trabajo conjunto acordadas por Lula y Biden es el compromiso del jefe de Estado estadounidense de que apoyará la iniciativa del brasileño de crear un fondo para proteger la selva amazónica.

La coincidencia en que es imperioso hacer un esfuerzo global para reducir el calentamiento global se extendió también a otros ámbitos, como un repudio común al discurso del odio y el acuerdo en que se debe fortalecer la "resiliencia social" ante la desinformación, según informaron fuentes del Gobierno brasileño.

El viaje de Lula a Washington se convirtió en su segunda salida al exterior -el primero fue a la Argentina con una escala en Uruguay- desde que inició su tercer período en la Presidencia, un lapso en el que debió convivir con la tensión extrema producida por el asalto de bolsonaristas a las sedes de los tres poderes del Estado, en Brasilia.

En la delegación que acompañó a Lula a Washington dieron por hecho que Lula regresará a Estados Unidos recién en septiembre de este año, con motivo de la asamblea general de las Naciones Unidas, que todos los años se realiza en Nueva York, y que para otras necesidades viajarán otros funcionarios, como el ministro de Economía Fernando Haddad.

"Estados Unidos ve a Brasil no solo como una potencia regional, sino como un jugador global. La política externa del gobierno de Lula tiene un acceso diferenciado con muchos países del mundo, incluso algunos con los que Estados Unidos tiene una relación compleja", estimó uno de los integrantes de la comitiva brasileña en diálogo con esta agencia.