(Por Guillermo Carlos Delgado Jordan) En mayo de 2016, a pocos meses de asumir su presidencia, un siempre relajado Mauricio Macri, acompañado por el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, hacía un alto en su agenda para jugar un truquito con un grupo de jubilados.

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Haciendo campaña para el «Programa Nacional de Reparación Histórica para Jubilados y Pensionados», Macri visitó «el centro San Ignacio de Loyola, en la calle Martín Rodriguez 141, en la localidad de Boulogne, donde charló y jugó al truco con un grupo de jubilados», informaba 168 horas, un medio local.

«Compartimos una linda mañana. Hacía mucho que no jugaba al truco, pero por suerte me tocó un buen compañero y cumplimos un buen papel«, comentó. Macri estuvo acompañado por el intendente de San Isidro, Gustavo Posse.

En el mundo de las casualidades que siempre parecen apuntar con el dedo a Mauricio Macri, la carpintería de Jonathan Morel, el líder de Revolución Federal, que hacía guillotinas con el nombre de Cristina Kirchner, investigado en el atentado, queda exactamente en el mismo domicilio.

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Se trata de «Carpintería Dogo», el local donde, también «casualmente» recibía encargos del amigo del alma de Macri, Nicolás Caputo.