Se habla de los mercados como si fueran entidades etéreas, pseudo dioses dueños absolutos de la verdad y absolutamente desinteresados de sí mismos, sólo preocupados altruistamente por el bienestar de las naciones. Si los mercados reaccionan mal es porque estamos errando el camino, si el dólar sube o baja es porque la elección de un candidato ha sido inadecuada.
Miercoles 14 de agosto de 2019 | 11:07
Y la realidad, aunque es obvio pero a veces pareciera que no tanto, es que los mercados no son entidades en sí mismas sino herramientas manejadas por personas concretas y grupos de personas con intereses absolutamente claros (aunque paradójicamente oscuros), a quienes poco les importa si una corrida cambiaría hace morir de hambre a una o miles de personas, acá o en el África, cuyos créditos tienen en su intención la única finalidad de generales intereses monetarios (generalmente usurarios) a ellos, etc.
Por lo tanto, que "los mercados", o más bien "los mercaderes", reaccionen frente a uno u otro proyecto económico claramente no es inocuo, pero mucho menos desinteresado. Y sus reacciones no necesariamente tienen que ver con el bienestar de los pueblos, más bien al contrario, muchas veces suelen ir en contra de esos pueblos a los que la Historia muestra que se han dedicado a expoliar.
Más allá de si lo ocurrido en estos días post elecciones es fruto de lo que genera el candidato electo en la percepción de los mercaderes o si ha sido fruto de una deliberada inacción revanchista de parte del gobierno para castigar la elección, a mi modo de ver lo único que queda claro es que los mercaderes nunca han buscado ni buscarán el bienestar de los pueblos.
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Las teorías pro mercado, caricaturizadas en personajes como Milei o Espert, y asumidas con temor reverencial por el gobierno actual (muchos de cuyos miembros forman parte de las filas de esos mercaderes), se caen a pedazos en un par de horas en las que los mercaderes quedaron a sus anchas por el corrimiento de la política, haciendo caer bajo la línea de pobreza en esas poquitas horas a millones de argentinos, cuyos sueldos se devaluaron un 25% en sólo una corrida cambiaría. Las horas de libre mercado que se vivieron el lunes y ayer me recordaron mucho a las horas de zozobra que se vivieron durante el motín policial en Córdoba.
Los mercaderes siempre reaccionan cuando hay algo que no les gusta, o cuando ven que en el caos pueden pescar un mango más. Por eso yo prefiero un Estado presente que, aunque moleste y haga reaccionar a esos mercados, nos defienda de su voracidad".
Por Mariano Oberlin
Sacerdote. Parroquia Crucifixión del Señor
Barrio Müller – Maldonado. Córdoba