
Sin casi repercusión en los medios, sobre todo en los obsesionados en sugerir una especie de magnicidio, la pericia criminológica concluyó que el fiscal Nisman se disparó la pistola 22, estando solo en su baño. El representante de la querela también firmó el acta.
Andrés Brown Redacción En Orsai // Viernes 12 de junio de 2015 | 11:02
“No se visualizan patrones hemáticos de arrastre, transferencia o huellas que indiquen el traslado del cuerpo, manipulación de objetos/estructuras o desplazamiento de personas en el interior del recinto”, asegura el crucial punto 6 de las conclusiones entregadas a la Fiscalía por los peritos criminalistas.
El estudio, de 96 páginas y titulado “Patrones de manchas de sangre”, fue elaborado por cuatro peritos de la Superintendencia de Policía Científica de la Policía Federal y aunque en ningún momento menciona la palabra “suicidio”, esa es la conclusión que puede extraerse de sus 13 ítems que figuran como conclusiones.
Más allá de las opiniones y deseos personales o mediáticos, el estudio científico más objetivo realizado al momento concluyó así que a Nisman no lo asesinaron.
La pericia criminalística fue rubricada por el jefe de medicina legal de la PFA, Alfredo Sapag, y por los especialistas Nicolás Vega Laiun (criminalística), Juan Ronelli (laboratorio químico) y Edgardo Rios (balística), y también fue firmada por Luis Olavarría, designado por la defensa del informático Diego Lagomarsino.
También lo firmó el perito de la querellante Sandra Arroyo Salgado y el ex jefe de la Bonaerense Daniel Salcedo. No obstante, Salcedo presentó por separado otro reporte en el que sostiene lo contrario: que a Nisman asesinaron.
El informe oficial responde a las preguntas formuladas por Fein, en especial la posición en que se habría encontrado la víctima al momento del disparo, ya que para la querella, representada por el ex jefe de la Bonaerense, Daniel Salcedo, Nisman se encontraba con una rodilla en tierra y otra persona lo “ayudó” con su mano a dispararse.
“La víctima se habría encontrado parado frente al vanitory, junto a la bañera, sobre la alfombra, de cara al espejo y con el lateral derecho del torso levemente perfilado hacia la puerta al momento de producirse el disparo”, sostiene el primer punto de las conclusiones.
A continuación se detallan los “escurrimientos y salpicaduras hemáticas sobre ambas manos del occiso compatibles con retroproyección (blackspatter) generadas por disparo de arma de fuego efectuado a corta distancia, lo que indica la proximidad de ambas manos a la herida”.Añade en este segundo punto que “la mayoría de estas salpicaduras fueron retenidas por el pelo, la pistola, las manos y el hombro de la víctima, algunas de ellas alcanzaron la bacha, la porción derecha de la mesada y el piso” cercano al inodoro y su borde superior.
El punto tres establece que “la víctima habría caído hacia atrás con posible escalas, en dirección a la puerta del baño, cuyo panel se encontraba cercano al marco o cerrado al momento del desplome, atravesando en su trayectoria el espacio izquierdo del ambiente ocupado por el cadáver”.
El punto quinto refiere al supuesto lavado de manos con sangre que habría hecho un matador pero, descalifica esa posibilidad al sostener que “habría originado escurrimientos hemáticos en el interior de la bacha (...), lo que no se percibe en este caso”.
La certeza de que “no existen manchas de sangre lavadas o erradicadas de grifería y o bacha” se obtuvo tras la aplicación del reactivo Blue Star aportado por la policía científica, añade el quinto punto.
Los restantes seis puntos de conclusiones refieren a diferentes manchas y proyecciones hemáticas encontradas en el baño, ropa y cuerpo de Nisman y que son adjudicadas a goteados de las cavidades sangrantes o al “fenómeno de capilaridad ascendente del fluido sanguíneo”.