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La economía bipolar de Milei: cae el consumo básico, suben los electrodomésticos

Mientras millones recortan en alimentos y artículos esenciales, se disparan las ventas de electrodomésticos. La paradoja argentina: hambre con heladera nueva.

La economía bipolar de Milei: cae el consumo básico, suben los electrodomésticos

entrevista radial // Lunes 09 de junio de 2025 | 09:18

Por Redacción | En Orsai - En la Argentina de Milei, la economía no se derrumba de manera pareja: se fragmenta. Lo dijo este lunes en Radio 10 el periodista económico Juan Strasnoy: “Hay una economía de contrastes, con sectores populares que recortan en lo indispensable, mientras algunos bienes durables muestran repuntes aislados”. Así, mientras la mesa de millones se achica, los sectores medios que aún acceden a crédito engordan la ilusión de una reactivación que no llega.

El dato más crudo es el del consumo masivo, que sigue en picada. Las ventas minoristas pymes cayeron 2,9% interanual en mayo, según cifras de CAME, y en el rubro alimentos, la baja fue mucho más feroz: 7,6% en comparación con el mismo mes del año pasado. Y lo más preocupante es que esa comparación es contra un mayo 2024 que ya había sido desastroso. En otras palabras: seguimos cayendo desde el fondo.

Crédito para heladeras, hambre para la mesa

Pero mientras los changuitos del supermercado están cada vez más vacíos, las grandes cadenas empiezan a notar algo curioso: se venden más electrodomésticos. Según Strasnoy, este rubro tuvo un repunte del 16% el mes pasado, favorecido por el “Hot Sale”, las cuotas y un leve respiro del crédito. Lo que no sube es el pan, sino el microondas. No el aceite, sino el aire acondicionado. No la carne, sino el lavarropas.

La escena es tan argentina como absurda: el salario no alcanza para llenar la heladera, pero algunos aún pueden comprarla nueva en 12 cuotas fijas. Mientras los esenciales —alimentos, artículos de limpieza e higiene— siguen con caídas del 5% interanual, las promociones bancarias maquillan el derrumbe del consumo real con un espejismo de movimiento en los shoppings.

La otra cara del ajuste: fragmentación del consumo

Esta dualidad de la economía Milei muestra un patrón claro: los sectores populares y trabajadores ajustan en lo vital, mientras una franja más alta del consumo accede a bienes durables gracias a mecanismos de financiamiento que sobreviven con lo justo.

“La recuperación del crédito aparece como un motor muy puntual, que permite cierto rebote en rubros como electrodomésticos”, explicó Strasnoy. Pero el rebote no alcanza para tapar el agujero negro del consumo cotidiano. Ni siquiera en supermercados —donde también se venden esos productos— hay señales claras de mejora: el último dato del consumo masivo en grandes superficies dio una suba de apenas 0,1%, insuficiente para revertir una tendencia a la baja que ya lleva un año.

Crecen los contrastes, se agiganta la desigualdad

La economía no sólo está en recesión: está fracturada. Y esa fractura tiene nombres y cifras. Entre la caída del 7,6% en alimentos y la suba del 16% en electrodomésticos, hay dos países conviviendo con reglas distintas. Uno que pasa hambre. Otro que cambia el lavarropas. Uno que sale del supermercado con dos productos. Otro que compra por internet con tarjeta en seis cuotas.

La desigualdad ya no es sólo de ingresos: es de expectativas, de hábitos, de consumo y de angustias. Mientras la clase trabajadora mira con resignación los precios en la góndola, una minoría todavía puede acceder a tecnología o indumentaria con promociones. Pero esa diferencia no es sustentable: es la antesala de una crisis aún mayor.

No hay consumo sin comida en la mesa

La conclusión es clara: sin recuperación del salario, del empleo y del crédito para todos, no hay repunte posible. Comprar una heladera no significa llenarla. Cambiar el celular no significa vivir mejor. Y si el único dato positivo de una economía en crisis es que subieron las ventas de electrodomésticos, estamos frente a una recuperación tan falsa como fugaz.

En esa línea, Strasnoy fue contundente: “Todavía no hubo ningún mes de repunte real en supermercados. Las ventas siguen planchadas”. Y eso, en un país con el 55% de pobreza infantil, es más que una estadística: es una condena política.

El relato no alcanza, los contrastes son cada vez más evidentes

Milei insiste en que la economía se está ordenando. Pero lo que muestra el consumo es que ese orden favorece a unos pocos y excluye a la mayoría. Los datos lo gritan: cae la comida, suben los electrodomésticos. Baja la carne, suben las cuotas con tarjeta. El relato de “libertad” suena vacío cuando la única libertad es elegir qué dejar de comprar.

Mientras el gobierno festeja cifras macroeconómicas que no se traducen en la vida cotidiana, el consumo básico sigue cayendo. Y cuando el alimento se vuelve un lujo, ningún modelo económico puede sostenerse.

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