En diálogo con La Mañana del Observador, Cocho López apuntó contra la “manipulación” de resultados en Mónaco, explicó por qué fue una de las carreras más lentas y criticó los condicionamientos estratégicos impuestos por las escuderías. También analizó el rendimiento de Franco Colapinto y reveló qué hace falta para que el país recupere un Gran Premio: “Hay capital privado, lo que falta es decisión política”.

La Fórmula 1 en cámara lenta

“El Gran Premio de Mónaco fue la carrera más lenta del campeonato”, sentencia sin rodeos Cocho López. El expiloto argentino, voz autorizada del automovilismo internacional, lanzó una crítica directa al corazón de la competencia más glamorosa del calendario de la F1. Según él, la lentitud no fue casual, sino parte de una estrategia planificada que limita el espíritu competitivo de la categoría reina del automovilismo.

El circuito urbano de Montecarlo, con sus calles estrechas y muros traicioneros, se convirtió en una pista más ceremonial que deportiva. “Parece un paseo de domingo en auto con la familia”, ironizó Franco Colapinto, y Cocho coincide. “Es lento, se corre cinco segundos más despacio, y eso es manipular el resultado”, denunció. No fue el único: el español Carlos Sainz, ex Ferrari y actual piloto de Williams, también alzó la voz contra lo que consideró un fraude encubierto.

Estrategias, neumáticos y reclamos

Para Cocho, el problema no es solo la lentitud, sino la lógica perversa detrás de ella. Explica que en Mónaco no gana el más rápido, sino el más astuto. La clasificación se vuelve decisiva, y en carrera, la táctica supera al talento. “Es una competencia de estrategia más que de manejo”, dice. Cambios obligatorios de neumáticos, tres compuestos diferentes, cálculos milimétricos para no chocar contra los guardarrails, y sobre todo, maniobras internas entre compañeros de equipo para bloquear o liberar pista.

Los equipos, según López, orquestan sus propias carreras. “Hacen que un auto ande más lento para frenar a los demás, mientras el compañero entra a boxes y no pierde posición”. Es un juego de ajedrez motorizado donde la emoción se sacrifica por conveniencia.

El caso de Verstappen lo ilustra: apostó a que saliera un auto de seguridad para cambiar neumáticos sin perder tiempo. No ocurrió. Recién paró sobre el final y cedió posiciones. Mientras tanto, los McLaren, sin arriesgar, esperaron pacientes su oportunidad.

Colapinto, aprendizaje y desafíos

El piloto argentino Franco Colapinto, en su temporada de adaptación a la Fórmula 2 y con aspiraciones de llegar a la F1, fue parte del escenario. Para Cocho, el balance debe ser cuidadoso: “Hay que comparar su desempeño con el de su compañero Ghali, que tiene tres años más de experiencia. No se puede juzgar a Colapinto por una vuelta o una sola carrera”.

El problema, afirma, es el auto. “Colapinto no se adapta. El año pasado en Williams volaba, era más sensible, lo llevaba como un karting. Pero este Alpine no le permite eso. Apenas se le va de atrás, se pega una piña. Él lo dice claramente: este auto no está bien, necesita corregirse”.

La clave, dice Cocho, es seguir girando, sumar experiencia y exigirle al equipo ajustes técnicos. “No está manejando mal, está con un auto que no responde como debería”.

Argentina en el radar de la F1

Pero López no se quedó en el análisis técnico. En el cierre, planteó un tema que divide aguas: ¿puede volver la Fórmula 1 a la Argentina? Su respuesta es clara: sí, pero falta voluntad política. “Hay capital privado dispuesto a invertir, porque es un negocio fabuloso. El problema es conseguir la fecha. Para que sea rentable, necesitamos tres o cuatro ediciones seguidas. Y eso solo lo puede conseguir el Gobierno”.

Cocho es tajante. Ni sponsors ni promotores: tiene que ser el Estado. “El canciller tiene que ir a hablar con Liberty Media, la empresa que maneja la F1. Tienen que pelear la fecha. Es un tema de relaciones diplomáticas y comerciales. Si España consiguió otra fecha callejera en Madrid, ¿por qué nosotros no?”.

El potencial, según el ex piloto, es inmenso. “Vienen más de 100.000 turistas con alto poder adquisitivo. Las entradas son carísimas. En Miami, un palco VIP cuesta entre 10.000 y 15.000 dólares. Imaginate lo que eso representa para el turismo, para la economía, para la imagen del país”.

Mónaco: más brillo que competencia

Así, entre la denuncia y la esperanza, Cocho López ofreció una radiografía sin maquillaje del mundo de la F1. Desmitificó Mónaco como una postal decorativa que encubre decisiones polémicas, defendió a Colapinto como un piloto en proceso de consolidación, y llamó a las autoridades argentinas a moverse si quieren ver a la F1 de nuevo en el país.

“El automovilismo no es solo velocidad. Es política, negocio y estrategia”, remató. Y si algo quedó claro en esta entrevista, es que mientras los motores rugen, las decisiones que definen la carrera muchas veces se toman muy lejos del asfalto.