Adalberto Cardozo: La Transformación a Través de la Educación y la Superación de la Adversidad. Desde un barrio con expectativas limitadas hasta la universidad a los 51 años, la inspiradora historia de un hombre que encontró en el estudio una forma de sanar y de ayudar a otros en su doloroso camino tras la pérdida de su hijo en un trágico accidente de tránsito.
Redacción EnOrsai // Lunes 02 de octubre de 2023 | 08:28
Adalberto Cardozo es un hombre de 65 años cuya vida ha estado marcada por una serie de experiencias que lo llevaron a una profunda transformación personal. Criado en Villa Centenario, Banfield, un barrio donde las expectativas de futuro eran limitadas, Adalberto creció en un entorno donde la universidad parecía un horizonte lejano e inalcanzable. En su juventud, el simple acto de leer era desalentado por su padre, quien lo tildaba de vago.
Sin embargo, a los 51 años, Adalberto tomó una decisión que cambiaría su vida por completo. Comenzó a estudiar Psicopedagogía en la Universidad Nacional de San Martín. Cada paso hacia adelante en su camino académico se convirtió en una celebración, aunque siempre estuvo acompañado por el recuerdo de su hijo Matías.
Después de perder a su hijo, Adalberto Cardozo encontró en la universidad un "andamiaje". El sostén no eran tablas ni fierros, sino una comunidad universitaria y una institución que lo acompañaron hasta el día en el que recibió su título de psicopedagogo en el Campus Miguelete. pic.twitter.com/MLAAsvNlnk
— UNSAM (@unsamoficial) April 11, 2022
Matías, apodado "Pato", era el mayor de los tres hijos de Adalberto. Lleno de proyectos y sueños, practicaba fútbol en Chacarita y estudiaba para ser profesor de Educación Física. Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada el 16 de junio de 2008, cuando fue atropellado por un auto que participaba en una picada, a pocos metros de su hogar.
La muerte de Matías sumió a Adalberto en una profunda tristeza y lo llevó a buscar consuelo en los estudios universitarios. Para él, la universidad no solo representaba una oportunidad de crecimiento intelectual, sino también una forma de conectarse con el joven que fue y dejar atrás viejas frustraciones.
A lo largo de su vida, Adalberto superó numerosos desafíos. Tras una adolescencia rebelde, encontró apoyo en la parroquia de su barrio, donde se inició en el trabajo social. Se casó, formó una familia y, a los 37 años, logró completar su educación mientras trabajaba en la industria gráfica. En la década de los noventa, se convirtió en barrendero en Cliba, una labor que continúa desempeñando hasta hoy.
La fundación de la ONG Malditas Picadas, junto a su esposa Noe, surgió como respuesta a la necesidad de brindar apoyo y orientación a otras familias que habían sufrido pérdidas similares en accidentes de tránsito. La iniciativa proporciona contención, asesoramiento y capacitación en prevención.
A pesar de los desafíos iniciales para concentrarse en los estudios, Adalberto perseveró y completó su carrera. Ahora, a sus 65 años, es uno de los 78 alumnos mayores de 60 que cursan en la UNSAM. La universidad no solo le ha brindado conocimientos, sino que también ha sido una fuente de alegría y motivación.
Adalberto ve la educación universitaria como una herramienta poderosa para transformar destinos y romper con la limitación de oportunidades que enfrentan los jóvenes de comunidades menos privilegiadas. A medida que recorre su barrio de infancia, observa el progreso en las calles, pero lamenta que muchos jóvenes aún sientan que la universidad está fuera de su alcance.
En retrospectiva, Adalberto no tiene dudas: la universidad fue la puerta que lo sacó del abismo de la pérdida de su hijo. Estudiar no solo le brindó nuevos horizontes, sino que también le salvó la vida. Por eso, siempre que puede, anima a sus compañeros de trabajo y a los jóvenes con los que se encuentra a considerar la posibilidad de acceder a la educación universitaria. Su mensaje es claro: si él pudo lograrlo, también pueden hacerlo ellos.
Fuente: La Nación