(Por Osvaldo Peralta - @OperaltaOK) Sin embargo, la investigación ha revelado que la decisión de los jueces Fernando Rivolo y María Eugenia Capuchetti de cerrar rápidamente la investigación y elevarla a juicio está obstaculizando la posibilidad de profundizar en el entramado de vinculaciones políticas y financieras que subyacen en este caso. Esta es la verdadera clave para comprender lo sucedido, ya que está claro que Montiel, Uliarte y Carrizo no eran simples individuos aislados que actuaron por iniciativa propia.

En la actualidad, contamos con certeza sobre una serie de acontecimientos que ocurrieron en los días previos al atentado en el edificio de la calle Juncal, donde reside la ex vicepresidenta. Estos eventos tienen su epicentro en el departamento de la vecina del lugar, la señora Pinto. Este espacio sirvió como una base logística utilizada por varios grupos, con Revolución Federal como uno de los principales actores involucrados.

Es importante destacar que estos "Copitos" improvisados llevaron a cabo un mes de tareas de inteligencia en el barrio de Recoleta, en apariencia de manera impune. La venta de copitos en esta zona se convirtió en una actividad que parecía no llamar la atención de las autoridades policiales. Sin embargo, Revolución Federal se convirtió en un centro gravitatorio para un ecosistema de grupos de derecha radicalizada que operaban de manera coordinada.

Las acciones violentas de estos grupos no se limitaron a escraches. Más bien, incluyeron ataques en patota a dirigentes de diversos partidos políticos. Estos ataques fueron brutales, involucrando agresiones físicas, la utilización de antorchas y, en algunos casos, bombas molotov. Estamos hablando de un grupo con una capacidad operativa considerable y una decidida intención de causar daño.

Un incidente particularmente significativo tuvo lugar una semana antes del atentado cuando se intentó arrojar una bomba molotov en uno de los escraches. Casualmente, la bomba cayó de la mochila de uno de los activistas violentos antes de que pudiera ser lanzada. La policía encontró la evidencia, pero en lugar de investigar a los agresores, al día siguiente, se felicitó a los mismos por su accionar. Estos hechos están debidamente registrados en el expediente.

Es relevante señalar que el accionar de la policía de la ciudad en todo este proceso ha estado marcado por la controversia y la sospecha. Además de las agresiones filmadas contra el diputado Máximo Kirchner y el gobernador Axel Kicillof, se encontró un cargador con balas cerca de la casa de Cristina Fernández de Kirchner el día en que se produjo el episodio de las vallas. Este hallazgo plantea serias preguntas sobre la complicidad o la simpatía explícita de la fuerza policial en la jurisdicción donde ocurrieron los hechos, en relación con estos grupos radicalizados de ultraderecha.

En resumen, la investigación sobre el atentado a Cristina Fernández de Kirchner sigue arrojando luz sobre la complejidad de los acontecimientos y las redes que rodean este caso. Gracias a la jueza, quien es la reina del encubrimiento, quedan muchas incógnitas por resolver y preguntas sin respuesta que nos llevaría a los verdaderos responsables de este acto violento que conmocionó a la sociedad argentina.