Análisis

La deuda y otros "partícipes necesarios"

Despejado el horizonte de la deuda, la aspiración es iniciar el sendero de recuperación económica. Pero no hay que descuidar otros factores que también condenaron al país a la crisis externa: fuga, contrabando, y otros delitos pendientes de investigación.

La deuda y otros

Por Raúl Dellatorre para Página 12 // Miercoles 05 de agosto de 2020 | 11:33

Crisis cambiaria. Restricción externa. Dependencia del capital extranjero. Megadevaluación. Default. Son los términos malditos de la economía neoliberal.

Casi una construcción simbólica de la imposibilidad de un desarrollo sostenido y equilibrado, social y geográficamente, para este país. La herencia perversa que nos legó la dictadura al instalarnos en un esquema de globalización financiera "con reglas escritas por las elites", en su beneficio y para aumentar la desigualdad, como lo describe Martín Guzmán. Herencia de la cual, sólo parcial y temporariamente, nos hemos podido apartar en 45 años.

El acuerdo por la deuda es un primer paso importante para empezar a salir de la trampa. Despeja el horizonte de vencimientos de los bonos por cinco años (a partir de 2025 se pone más espeso el panorama). Falta el nuevo acuerdo con el FMI. El compromiso de pago no debería comprometer ese panorama (la deuda es de u$s 44 mil millones) como tampoco las condiciones de un nuevo programa deberían volver a atarle las manos al Gobierno (no hay espacio para políticas de ajuste fiscal ni monetario en una economía en recesión, sentenció Guzmán en su entrevista con Página 12).

El gobierno actual rompió la primera barrera. Con el cambio de cronograma de pagos (le quita al país compromisos por u$s 37.700 millones en los próximos diez años) pero también con el estilo de negociación ante los acreedores. Rechazó la lógica del ajuste que pretendían imponer, pero además en la última instancia de la pulseada revirtió el peso del ultimatum: fue el gobierno argentino el que advirtió, este fin de semana, que si los fondos acreedores no aceptaban la propuesta, era Argentina la que se levantaba de la mesa y dejaba la negociación en stand by hasta 2021. Cuando del otro lado advirtieron que iba "en serio", se aceleró el acuerdo. No es poca cosa plantarse así ante Blackrock, Fidelity, Pimco y varios más.

Superada la presión externa, llega el momento de ser ambicioso en los objetivos para el frente interno. El gobierno centró hasta acá los esfuerzos en administrar la emergencia, ante la pandemia. Le brindó protección a los sectores sociales más vulnerables, al ingreso de los trabajadores y a la subsistencia de las empresas. Logró mucho, pero no evitar todos los costos. Con lo que se preservó más la eliminación de la asfixia que provoca la deuda, habrá que trabajar en la reconstrucción.

Robustecer el mercado interno, fase clave de la recuperación, significa proteger el ingreso de la población, la demanda privada. Frente a tal necesidad, no caben propuestas de flexibilización laboral ni ajustes previsionales, que suelen incluir las recetas de "cuentas fiscales sanas" del establishment internacional. El gasto público, por vía de transferencias u obras de infraestructura, es otra herramienta principal para alentar la recuperación vía demanda pública. El gobierno ya mostró su intención de echarle mano a esta herramienta, que vuelve a estar disponible gracias a haber despejado el horizonte de la deuda.

Sin la presión de la deuda, el gobierno no quiere descuidar la necesidad de divisas, para evitar nuevos "cuellos de botella" cuando el aumento de la producción demande insumos importados. Por eso Guzmán señala que las exportaciones deben crecer junto con el mercado interno. Pero para que el proceso sea virtuoso, también requerirá reparar algunas "fisuras" del sistema que han sido "partícipes necesarios", junto al endeudamiento, del delito de hundir al país en crisis cambiarias, restricciones externas, megadevaluaciones, etc.

Dichas fisuras han sido la fuga de capitales vía precios de transferencia o salidas disfrazadas de pago de servicios inexistentes, precios de transferencia entre empresas vinculadas, contrabando vía sufacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, entre otras. Son nada menos que la contracara de la deuda financiera. Las operaciones que secan de dólares al país y que luego, un gobierno cómplice, en vez de investigarlas y castigarlas toma deuda para cubrirlas.

Que el acuerdo por la deuda, un enorme paso adelante, no impida ver para atrás e investigar las maniobras que siempre están ahí amenazando con repetirse.

 

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