OPINIÓN

Regreso editorial al lenguaje y enfoque del 76. Por Hugo Muleiro

El despliegue de los medios opositores, orientado en cada título y nota a la búsqueda de la derrota electoral del peronismo, se endureció en la última semana para llegar a los enfoques y lenguajes extremistas que usaron en el período de preparación del golpe de 1976 y de apoyo al Terrorismo de Estado, y que además retrotraen al peor momento de la Guerra Fría.

Regreso editorial al lenguaje y enfoque del 76. Por Hugo Muleiro

Hugo Muleiro // Lunes 24 de julio de 2023 | 11:47

(Por Hugo Muleiro*) Esta arremetida convivió con el tono apocalíptico sobre la economía, con el reclamo de devaluación que beneficie al agro exportador y que de paso sirva para detener la desaceleración inflacionaria. El anuncio del acuerdo con el FMI, el domingo, publicado a regañadientes, abatió en parte la expectativa de caos y descontrol. Sin embargo, los títulos mantienen expresamente el pronóstico del fin de la tendencia a la baja del costo de vida, con impacto directo en la campaña del candidato y ministro.

El respaldo a la represión ilegal en Jujuy, en este período que comenzó hace 60 días -mucho antes de los cortes de ruta- y que incluye varios de los métodos dictatoriales, se asienta en Clarín y La Nación en el convencional encubrimiento, la censura a las noticias sobre la violencia institucional y el ocultamiento de denuncias.

Sin embargo, el martes 18 Clarín subió la apuesta, con tres páginas destinadas a criminalizar a quienes realizan los cortes de ruta, con el énfasis habitual contra Milagro Sala pero con el agregado de amplio espacio para voceros del gobernador que agitan la supuesta presencia de “ex montoneros”. Así, una nota llegó al extremo de plantar la idea de un “campamento montonero” en el corte en Purmamarca. A un pasito de aquello de trapo rojo, sedición y subversión apátrida.

Al día siguiente La Nación hizo también su regresión a los tonos ideológicos de hace medio siglo: Morales Solá escribió que el “cepo” cambiario tiene “características soviéticas”. No fue una barrasada de ocasión ni un desliz: el domingo 23 repitió, al agitar el reclamo de devaluación, que el mercado de cambios impone “más trámites que la Unión Soviética”.

El mismo día el diario dedicó la cabeza completa de una página a decir que “el legado” de Pinochet “todavía” genera controversias en Chile. La Biblioteca del Congreso, al retirar su nombre del rango de los presidentes de la República, “sumó reparos a la legitimidad” del genocida, dice la descripción “periodística”.

El documento de la Unión Europea y la CELAC que dio entrada a la controversia por la soberanía de las Islas Malvinas, que Clarín se empeñó burdamente en negar como avance diplomático argentino, fue usado por ese diario para profundizar la misma línea geopolítica. Ricardo Roa embistió contra la “ideología” que, a su gusto, impera en la política exterior, marcada por lo que llamó “progresismo viejo” y “antiamericanismo”, palabra que desnuda la colonización de quienes, cual guionistas de las películas mediocres de Hollywood, llaman América a Estados Unidos. Por si quedan dudas, martilló: es una ideología inspirada en el “castrismo” y el “chavismo”.

El fantasma de Chávez habitó también notas que Clarín publicó durante tres días consecutivos contra un proyecto de ley del Gobierno para aumentar las potestades del Poder Ejecutivo y del Congreso en la calificación de militares. Ultras de Juntos por el Cambio hablaron de “chavización de las Fuerzas Armadas” y el diario llevó la palabreja a la tapa. La Nación copió y pegó. Las explicaciones del ministro Taiana fueron reducidas a espacios insignificantes.

Hay más muestras de extremismo: el jefe de redacción de Clarín, Kirschbaum, le inyectó un tono más dramático a las notas diarias en ambos diarios que condenan la “kirchnerización” del ministro Massa. Encontró que sus posturas son un “tributo innecesario” a Cristina Kirchner, cumplido con “una música más radicalizada”. La verdad sea dicha: hay que tener poderosa imaginación para encontrar en Massa un radicalizado hacia izquierda.

Las notas centrales de las ediciones del domingo se basaron también en la incertidumbre en las negociaciones con el FMI, con una “devaluación inevitable” y el consecuente pico inflacionario, como escribió Morales Solá, tal cual lo había hecho el viernes Bonelli en Clarín.

Pero luego apareció el anuncio del Fondo sobre las negociaciones encaminadas al acuerdo, lo que incomodó a ambos diarios, que recurrieron al ya clásico método del “sí, pero…”. En Clarín en línea, a las 2 de la tarde: “Confirman que hay un principio de acuerdo con el FMI, pero faltan los detalles y se estira la definición”. Y mucho peor en La Nación, a la misma hora, con este intríngulis: “Mensaje del Fondo. Pese a los avances, esperan terminar el acuerdo con el FMI en los próximos días”.

En fin, hay que ponerle buena voluntad a la lectura. Al fin de cuentas, trabajar sin descanso para hacer oposición con la mascarada de “periodismo” no es trabajo fácil. Será por esta complejidad que Kirchsbaum escribió que se suman experiencias en que las encuestas pre-electorales fallan groseramente, como se vio en Santa Fe, para prenderse a renglón seguido de una que dice que el peronismo bonaerense está 24 puntos abajo de los votos que obtuvo en 2019.

Lo que no es nada risueño es el ADN mortuorio, esta vez a cargo de Miguel Wiñazki en Clarín, con un suelto titulado “Cristina y la momia”, en el que se revuelve de indignación por la popularidad que conserva la Vicepresidenta. Esa situación indica, para este redactor, “un cierto estado de momificación social general”. En suma, artificios para escupir la vieja rabia por el “hecho maldito” de la historia nacional.

 

*Hugo Muleiro @HugoMuleiro - Escritor y periodista. Co-autor de Los Garcas, Los Monstruos y La Clase un Cuarto. En la Patria Grande

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