El sábado, en su discurso anual ante la Asamblea Legislativa, CFK metió en agenda la reforma al código penal. Y en menos de una semana, quedaron expuestas las fisuras al interior del antikirchnerismo.
Diego Bocchio // Viernes 07 de marzo de 2014 | 09:44
Bastó que Cristina lanzara el primer desafío para que se dispersara la muchedumbre opositora.
Aunque los medios ultra anti-K se volcaron de inmediato a la operación de instalar que Cristina “habló más de dos horas y no dijo nada”, el propio periodismo militante opositor, a la sazón, se pasó toda la semana dando vueltas en torno a uno de los tópicos abordados por CFK en su extensa alocución, previamente inexistente en la agenda.
Allende las groseras contradicciones del relato mediático, interesa aquí abordar el fenómeno de dispersión y atomización que produjo el discurso oficial en el seno del abanico opositor de corte político-partidario.
En el marco del variopinto arco anti-K, referentes de lo que en 2011 y 202 supo ser el Frente Amplio Progresista como Hermes Binner y Victoria Donda salieron a expresar sus coincidencias con la propuesta de reforma al código. El diputado radical Manuel Garrido fue otro que sumó su respaldo.
También, dejaron en claro su apoyo -lo contrario hubiera sido digno del “Ripley” ochentoso de Jack Palance- dos de los referentes opositores que participaron de la redacción del ante-proyecto en cuestión, Federico Pinedo, jefe del bloque de diputados nacionales del PRO, y Ricardo Gil Lavedra, quien desempeñó ese mismo rol para
En cambio, se pronunciaron marcadamente en contra el massismo y el cobismo; en particular el tigrense fue pillo para posicionarse dentro del generoso abanico anti-K con una sobreactuación que ignora
Tras algunos devaneos iniciales, otros sectores del radicalismo se plegaron al oposicionismo cobista y, en el paso de comedia, no trepidaron en dejar desairado públicamente a uno de sus correligionarios más prestigiosos. Y no les sobran.
Algo parecido puede decirse del PRO, que se acostó mostrando su disposición a debatir la iniciativa y al despertar descubrió a su derecha al massismo. Entonces, Macri salió a decir que no es momento de discutir este tipo de propuestas por el contexto electoral (?) y volvió el orden al planeta PRO. Excepto, claro, para Pinedo, que quedó varado en el desierto.
Así, se dio la triste paradoja de que dos de los dirigentes opositores más extensamente respetados, con un prestigio fundado en sus trayectorias históricas, quedaran pintados por el accionar oportunista y el posicionamiento coyuntural de sus propios “compañeros” de ruta. ¿Juntos a la par?
Dado este panorama, no debe extrañar la súplica del senador nacional y presidente de