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Elecciones en Chile 2021: El mes pasado fue hermoso, hoy es una tragedia, ni idea mañana

Hace un año tuvo lugar un inédito plebiscito en Chile que preguntó a la población si aprobaba o rechazaba cambiar la actual Constitución- que es la Constitución de Pinochet. Casi el 80% de los chilenos se pronunció por el “Apruebo”. Este domingo 21 se realizó la elección presidencial y un candidato de extrema derecha, partidario del “Rechazo” y de la Constitución pinochetista llegó primero

Elecciones en Chile 2021: El mes pasado fue hermoso, hoy es una tragedia, ni idea mañana

Martes 23 de noviembre de 2021 | 12:36

(Por Pedro Santander) Hace dos años vivimos lo que se conoció mundialmente como el “estallido social chileno”. Gracias su masividad y a la radicalidad de un pueblo movilizado, de manera vertiginosa hizo posible cambios en el sistema político impensados hasta hace poco. Este domingo 21 venció el candidato pinochetista que trata a los manifestantes de delincuentes y pidió un aplauso en su discurso triunfal para los valientes Carabineros y militares de la patria, los mismos que están acusados por cuatro informes internacionales de protagonizar graves y generalizadas violaciones a los derechos humanos durante dicho estallido.

Apenas en mayo de este año se realizaron las elecciones de constituyentes que redactarán la nueva Constitución. Tan mal le fue a la derecha que ni siquiera logró un tercio de los convencionales, que era la cifra que le garantizaba poder de veto en la discusión constitucional. La Lista del Pueblo, conformada por independientes, desconocida por la élite e identificada con la revuelta de octubre (el octubrismo, le llaman algunos) sacó la primera mayoría. Este domingo el pinochetismo ganó la primera vuelta presidencial y pasa como favorita a la segunda vuelta de diciembre.

Estas son sólo algunas de una larga lista, tan larga como Chile, de contrasentidos que se podrían enumerar para describir una sociedad paradojal como la chilena de principios del siglo 21. Una sociedad que en poco tiempo llena de alegría y esperanza a los mismos que luego, en un santiamén, colma de desazón y temores.

Verdaderamente somos un país de terremotos, y no sólo los telúricos, también políticos. En pocas décadas pasamos de Allende, el primer presidente marxista leninista elegido por voto popular, a Pinochet, uno de los más siniestros dictadores; de ahí a un modelo ejemplar de neoliberalismo avanzado, para arribar al punto en que estamos hoy….uno que nadie sabe definir con precisión.

Nos falta el armazón teórico para interpretarlo con categorías preexistentes. Claro que hay profundísimas contradicciones de clase, explotación intensa de los asalariados (¿o debería decir, les asalariades?), apropiación inédita del excedente por parte del empresariado, represión brutal contra el pueblo cuando éste se indigna y moviliza….pero, ¿cuál pueblo?

Creo que nadie lo sabe.

Uno que puede ser profundamente solidario y darle la más alta votación nacional a Fabiola Campillai (402 mil votos), mujer humilde, de origen diaguita, morena, pobre y ciega producto de un disparo directo a su rostro de parte de un policía en esos días de octubre, y convertirla en senadora electa por Santiago.

Uno que puede votar por Franco Parisi, un candidato virtual que lleva dos años viviendo en EE.UU., que no puede pisar suelo chileno por problemas con la justicia debido al no pago de pensión alimenticia a sus hijos, que ni siquiera vino a votar e hizo toda su campaña por redes sociales y aún así llegó tercero, con casi el 13% de los votos.

Uno que puede votar por José Kast. Ese que en su programa promete el cierre de Flacso en Chile, que propone cavar una zanja de tres metros de profundidad en el norte para parar la inmigración ilegal, que señala que despedirá a 30 mil funcionarios públicos nada más llegar al gobierno, que tiene cuentas en paraísos fiscales, que cerrará el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género e incentivará con políticas públicas a mujeres casadas y con hijos y al que algunos apodan “el asesino de Paine” debido al involucramiento directo de su familia en la represión terrible que ocurrió en la zona de Paine contra campesinos que fueron partidarios del gobierno de Allende.

Un pueblo solidario e individualista, de izquierda y de derechas y todo lo contrario. Un pueblo movilizado y desmovilizado (la abstención fue del 53%), octubrista y antioctubrista.

Un pueblo al que el candidato de la izquierda, Gabriel Boric, y su coalición, el Frente Amplio, ha tratado de seducir y movilizar, sobre todo, a través de la batalla identitaria y cultural, sin entrar en los temas sociales, de clase, cuidándose de no ser acusada de extremista, para llegar a noviembre a perder con un extremista de derecha, un pinochetista de pura cepa que tiene las mejores posibilidades de ganar en segunda vuelta.

Hubo, no me cabe duda, una rabia social que era politizable, un germen revolucionario que era encauzable, un estallido que quiso ser insurreccional. Pero, como dice Zizek, que el fascismo tome el lugar de la revolución de izquierda, aunque sea una tragedia, es también una prueba que había un potencial revolucionario y una insatisfacción que la izquierda no pudo movilizar.

Ahí estamos hoy en Chile, yo no sé mañana

Fuente: contrahegemoniaweb.com.ar

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