16 de septiembre de 2021. 45 años pasaron desde aquella noche. La terrorífica noche que me estremeció el alma siendo relatada de la voz del mismo Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de aquella atrocidad perpetuada por los monstruos más repulsivos de nuestra historia. Hoy, desde hace 7 años y gracias a un impulso previo en el año 2006 de Nestor Kirchner, se celebra este día como el Nacional de la Juventud, en reivindicación de las voces, la militancia y la lucha de aquellos y aquellas valientes jóvenes a los que les quitaron la vida, por reclamar una más digna.

No voy a ahondar en la descripción de aquellos sucesos, todes sabemos que pasó en aquellos días, y no me alcanzarían las palabras para describir específicamente los hechos como me gustaría si quisiera hacerlo, pero sí destacarlos a ellos y a ellas, con la valentía y pasión que tenían para en tiempos oscuros, de silencio, animarse a alzar la voz por sus derechos y ese fue el legado que sus vidas dejaron y lo que celebra este día, que no pudieron destruir sus espíritus, que no pudieron inundar de odio su amor, que no pudieron quebrar sus ideas y que esa lucha nos llegó a todos, que hoy las calles se inundan de pibes y pibas dispuestos a alzar la voz para defender la patria, lo justo, lo soberano y el futuro y mucho o casi todo tuvo que ver su lucha en eso, ya que esos jóvenes también soñaban con transformar la realidad.

Llenan las calles poniendo el cuerpo y las ideas para hacer la transformación, nosotres somos la generación que entendió que hay que participar activamente en la política y el arco político tiene que entender que no puede pensar el futuro sin les jóvenes, que somos quienes lo van a habitar y es su deber incluirnos en todos los ámbitos de participación, ser transgresores, como Nestor nos marcó.

Es un día para enaltecer nuestras luchas pasadas y actuales, la participación de las voces de las juventudes en la política y en la mesa de las decisiones por una patria más libre, justa y soberana. Recordar que tener la memoria intacta es fundamental, ya que solo así un pueblo tiene futuro, aprendiendo de su pasado y reivindicar la memoria de los ausentes como camino indivisible para conseguir verdad, memoria y justicia para esas más de 30mil personas desaparecidas en la etapa más oscura de nuestra historia. Aún de la historia más oscura, con memoria, hicimos amor.

Como joven militante, me gusta expresarme libremente, dar los debates que hay que dar para hacer un país y un peronismo mejor y velar siempre por mejoras en la educación y en mis posibilidades de crecer y formarme, pero por sobre todas las cosas, si yo tengo esas posibilidades, quiero que todos los jóvenes las tengan y por eso es que me núcleo ideológicamente en el Movimiento Arraigo, que promueve la inclusión federal y la igualdad de oportunidades.

Milito por eso todos los días, por un país mejor y verdaderamente federal que salga del centralismo porteño al que estamos acostumbrados. Mi mensaje para quienes aún no han abrazado estas luchas es que venga, que se sumen, que hay espacios de contención, que no están solos con sus ideas sino que el cambio es una transformación colectiva y que a su vez te transforma individualmente en una simbiosis extremadamente enriquecedora para uno y para la política. Acérquense que la política los abraza y los incluye para que se expresen, para que debatan y para que pongan cuerpo y alma, como nos legaron esos jóvenes que hoy conmemoramos.

Los lápices siguen escribiendo 45 años después y lo seguirán haciendo siempre, porque las ideas no mueren, porque florecieron y se hicieron carne en los jóvenes del pueblo argentino, que las llevan como bandera a toda conquista de derechos y porque en el pozo de Banfield, ese lugar horrible donde llevaron a esos pibes y pibas, se inaugurará un local de plan Fines, para que las personas que no pudieron terminar sus estudios, sigan escribiendo.