
En el mes de septiembre se recuerda con mucha tristeza la desaparición de unos 250 adolescentes entre 13 y 18 años durante la dictadura militar. El sólo hecho de ser un militante político, colaborar en el barrio, participar en un centro de estudiantes era el motivo suficiente para que los genocidas persiguieran y asesinaran cobardemente a chicos sólo por pensar distinto.
Lunes 14 de septiembre de 2020 | 12:28
(Walter Onorato - @walteronorato) En La Plata, unos veinte estudiantes secundarios fueron secuestrados en septiembre de 1976; muchos militaban en las filas de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios, de la Juventud Peronista), aunque algunos pertenecían a otras agrupaciones como la Juventud Guevarista o a ninguna. Muchos de ellos habían participado, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, en el período conocido como la primavera del 75, en las movilizaciones que reclamaron y obtuvieron el Boleto Estudiantil Secundario.
La mayoría de los chicos fueron detenidos en la noche del 16 de septiembre, que pasó a ser recordada, al quedar grabada en la memoria colectiva, como “la noche de los lápices”. De ese operativo ordenado por el genocida general Ramón Camps pocos salieron con vida, quedando a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Esta historia la conocemos gracias a las denuncias realizadas por los estudiantes liberados Pablo Díaz, Emilce Moler y Gustavo Calotti.
Para los jóvenes que por primera vez escuchan sobre este tema, les recomendamos ver la película “La noche de los lápices” realizada en base al libro de María Seoane y Héctor Ruiz Núñez. La misma relata la campaña por el boleto estudiantil en La Plata, donde habían participado la mayoría de los secuestrados. En la película se remarca la solidaridad, amor, angustia y sufrimiento vivida por estos jóvenes dentro de los Centros Clandestinos de Detención.
Una vez vuelta la democracia en nuestro país, fue establecida la fecha del 16 de septiembre como el ‘Día de los Derechos del Estudiante Secundario’’, siendo incorporado al calendario escolar de cada ciclo lectivo. También debemos recordar que la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”, realizó la película Flores de Septiembre, donde se reviven los recuerdos y las memorias de una escuela secundaria en plena dictadura valorando los ideales y la militancia de aquellos jóvenes alumnos que fueron detenidos y desaparecidos.
La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) sobre este tema declaró que “los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban: Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5ª, 8ª y 9ª de La Plata y 3ª de Valentín Alsina, en Lanús, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires”. También en la ciudad de Bahía Blanca, en el Centro Clandestino de Detención denominado “La Escuelita” estuvieron secuestrados numerosos jóvenes y adolescentes.
Entre ellos estaban: Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler. Como ya se mencionó, sólo cuatro de ellos sobrevivieron y se presume que los restantes fueron fusilados en los primeros días del año 1977.
No debemos olvidar que otros chicos también fueron víctimas como consecuencia de la represión ejercida contra sus padres, hermanos, familiares o conocidos y lamentablemente existía el precedente de secuestros de adolescentes que pasaron a ser desaparecidos o víctimas de ejecuciones sumarias dentro del período 1973-1976 ocurridos en Tucumán, Córdoba y Santa Fe, Gran Buenos Aires, Mendoza, Corrientes... (Anexo II Conadep, 2006).
La memoria y la lucha de estos jóvenes viven en el espíritu de cada uno de nosotros y de las nuevas generaciones que se suman a estos ideales que florecen cada 16 de septiembre en los barrios, en las aulas y en las calles donde hay chicos que llenos de pureza sueñan con cambiar el mundo… por eso no nos cansamos de repetir que todos los días y en cada rincón de nuestro país los lápices siguen escribiendo.