Sergio Massa quedó perplejo cuando arriba del escenario en que él pensaba estar festejando la derrota del oficialismo nacional, el gobernador electo Juan Schiaretti saludó a Daniel Scioli. El cordobés no nacionalizó su triunfo contra el kirchnerismo, sino con un guiño al sciolismo.
Andrés Brown Redacción En Orsai // Lunes 06 de julio de 2015 | 14:55
Sergio Massa y José Manuel De la Sota que competirán en las PASO de agosto para la candidatura presidencial, pretendieron ayer colgarse del triunfo de Juan Schiaretti para nacionalizar su oposición al gobierno nacional. Sin embargo, el gobernador electo de Córdoba y Daniel Scioli parecen estar más cerca de un entendimiento que de la confrontación.
En más de una oportunidad durante la campaña, Juan Schiaretti había dicho que mantenía buenas relaciones con todos los competidores por la presidencia. Incluso mencionó que tenía diálogo con Carlos Zannini, quien fuera compañero de cárcel de dos de sus ex ministros durante la última dictadura.
Si bien su candidato lógico es su padrino y socio político De la Sota, el pragmatismo político, y hasta el más concreto realismo, obliga al gobernador electo a reposicionarse de cara a un futuro gobierno que difícilmente tenga al actual gobernador de Córdoba como presidente. Acaso en ese sentido pueda interpretarse su frase de ayer: "Córdoba no es una isla".
En ese panorama, Sergio Massa, jugó ayer un rol un tanto ridículo. Festejando de prestado, una elección local en la que su figura no redundó en ningún aporte ni parece que el triunfo le reporte capital político a él. Consiguió poco más que una foto en un escenario de victoria, pero tras las primarias de agosto, de imponerse a De la Sota, no hará más que facilitarle a Schiaretti el camino a un acuerdo con Scioli.