Las recientes elecciones en la Universidad de Buenos Aires (UBA) marcaron un escenario de reconfiguración política en el ámbito estudiantil. Mientras el reformismo liderado por la Franja Morada logró retener varias facultades, el kirchnerismo, impulsado por La Cámpora, sorprendió con victorias en cuatro importantes centros de estudiantes. En un contexto en el que las políticas del gobierno de Javier Milei han generado un clima de incertidumbre en el ámbito académico, el movimiento estudiantil se levanta como un frente opositor consolidado.
Redacción EnOrsai // Sábado 07 de septiembre de 2024 | 23:20
Las elecciones estudiantiles en la Universidad de Buenos Aires de este año dejaron más que simples resultados electorales. Se trata de una clara señal de que, incluso en los espacios más tradicionales, las tensiones políticas actuales del país están impactando directamente en las universidades, particularmente ante los drásticos recortes presupuestarios impuestos por el gobierno de Javier Milei. Lo que sucedió en las urnas universitarias es un microcosmos de la polarización que vive la Argentina, y lo que el kirchnerismo ha logrado capitalizar en estos comicios muestra que su estrategia está lejos de extinguirse, sobre todo en un contexto donde la juventud se ve directamente afectada por las decisiones políticas del Ejecutivo.
Uno de los resultados más relevantes fue el sorpresivo triunfo de La Cámpora en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), donde la agrupación "El Módulo" logró desbancar a la Franja Morada, que había dominado el Centro de Estudiantes por años. Con el 54% de los votos, la agrupación kirchnerista se consolidó en una de las facultades más importantes y numerosas de la UBA, una victoria histórica si se considera que hace 50 años el peronismo no lograba conducir dicho centro. La magnitud de esta victoria no puede ser subestimada: es un golpe directo a la hegemonía del reformismo, y un indicador claro de que el malestar de los estudiantes con las políticas neoliberales de ajuste está tomando forma en las urnas universitarias.
Este descontento también se manifestó en otras facultades clave, como Ciencias Sociales y Ciencias Exactas, donde La Cámpora y sus aliados lograron destronar a listas peronistas reformistas y retener centros ya ganados en comicios anteriores. El caso de Ciencias Sociales es paradigmático: "La 15", una coalición integrada por diversas agrupaciones del Frente de Todos, superó por un estrecho margen al histórico grupo reformista La UES, quien había conducido el centro en los últimos seis años. En un contexto en el que la ciencia y la investigación se ven amenazadas por los recortes impuestos por el gobierno de Milei, estos triunfos significan un claro posicionamiento de los estudiantes en defensa de la educación pública y en contra de las políticas de ajuste.
A pesar de estos avances, el reformismo liderado por la Franja Morada y la UCR conservó la mayoría de los centros de estudiantes en varias facultades, como Derecho, Económicas y Medicina. Sin embargo, estos triunfos, aunque importantes, quedaron empañados por el avance del kirchnerismo en facultades donde el reformismo había mantenido una supremacía casi incontestable. En Medicina, la lista reformista “Nuevo Espacio” ganó con el 61,48% de los votos, y en Ciencias Económicas, su bastión más sólido, lograron el 71,3%. Sin embargo, la pregunta que flota en el aire es cuánto tiempo podrán sostener esta hegemonía en un contexto donde las demandas estudiantiles por mejores condiciones académicas se ven cada vez más en conflicto con las decisiones presupuestarias del actual gobierno.
Los libertarios, por su parte, han sido los grandes perdedores en estas elecciones. A pesar de los intentos de instalar listas en facultades clave como Medicina, Económicas y FADU, sus resultados fueron más que decepcionantes, quedando lejos de representar una alternativa real en el escenario político universitario. En FADU, su alianza con el PRO apenas alcanzó el 6% de los votos, una cifra que demuestra el escaso apoyo que Milei y sus ideas tienen entre los estudiantes, quienes han sido uno de los sectores más críticos de su gobierno. Mientras Milei promueve un modelo de ajuste feroz, los estudiantes parecen estar optando por alternativas que, aunque no representen un apoyo masivo al kirchnerismo, al menos ofrecen una resistencia activa contra las políticas del Ejecutivo.
El escenario que dejan estas elecciones estudiantiles no es menor. Con un padrón superior al de muchas provincias, la UBA se convierte en un semillero de dirigentes políticos y sociales. El hecho de que las agrupaciones kirchneristas hayan logrado hacerse de importantes victorias en estas elecciones marca un punto de inflexión en la política universitaria, que podría tener implicancias más allá de los claustros. El triunfo de La Cámpora y sus aliados no es sólo una cuestión interna de la universidad; es un síntoma del creciente descontento con las políticas de ajuste de Milei y una advertencia para las autoridades de que la juventud no está dispuesta a aceptar pasivamente un modelo de país que prioriza el mercado por sobre la educación pública.
Los resultados de las elecciones en la UBA no pueden leerse de manera aislada. Son un reflejo del descontento que las políticas neoliberales de Javier Milei están generando en sectores que históricamente han sido bastiones de la clase media y de los valores republicanos. Mientras el gobierno de Milei sigue recortando presupuestos y avanzando con reformas que golpean de lleno a los sectores educativos, los estudiantes comienzan a levantar su voz, y sus votos, en defensa de una universidad pública y gratuita.
El kirchnerismo, al lograr estas victorias, no sólo reafirma su capacidad de movilización y organización, sino que también envía un mensaje claro: en tiempos de ajuste, la política estudiantil es uno de los primeros frentes en donde la resistencia se hace sentir. Ante un gobierno que parece decidido a desmantelar el sistema educativo tal como lo conocemos, las elecciones de la UBA se convierten en un termómetro del descontento y en un presagio de las luchas que vendrán. Porque, en definitiva, como lo demuestra la historia argentina, cada vez que el Estado intenta golpear a la educación pública, los estudiantes siempre están dispuestos a dar la pelea.