"primero los pobres"

López Obrador rompe con las políticas neoliberales en su primer mensaje como presidente de México

López Obrador asumió la presidencia de México como el primer presidente de izquierda del país y con ataques al modelo neoliberal mexicano de Peña Nieto, en momentos en que toda América Latina gira hacia los gobiernos de derecha como Macri o Jair Bolsonaro recién electo en Brasil. El flamante presidente agradeció la visita al país del venezolano Nicolás Maduro y llamó “amigo” a Evo Morales de Bolivia

Foto EE: Zulleyka Hoyo

Foto EE: Zulleyka Hoyo


Sábado 01 de diciembre de 2018 | 20:23

Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de México con un duro rompimiento con la política económica y la estrategia de combate a la inseguridad emprendidas por Enrique Peña Nieto durante su gobierno. AMLO, como es conocido popularmente, anunció un cambio de modelo económico para el país y una separación del poder político del poder empresarial, pero prometió respeto al dinero de los inversionistas nacionales y extranjeros; y al mismo tiempo saludó el establecimiento de una guardia nacional para mantener la seguridad pública con apoyo de las fuerzas armadas. Tres veces sentenció en que es partidario de la no reelección de presidentes y a los mexicanos recalcó que "no tengo derecho a fallar".

López Obrador descargó contra las reformas energética, hacendaria y educativa que fueron emblema en el sexenio de Peña Nieto apenas asumió el poder y de ésta última, el hoy presidente dijo que procederá con su desmantelamiento apenas corra el primer minuto de enero de 2019.

En política exterior, en contrasentido a la activa diplomacia de Peña, AMLO definió su posición como una de respeto a la autodeterminación de los pueblos y de paso aprovechó para enviar un muy grato saludo a Donald Trump y Justin Trudeau, a los que planteó desde San Lázaro un nuevo acuerdo regional de inversión para América del Norte que atienda el problema de la inmigración centroamericana. Y aunque no estuvo presente en la Cámara de Diputados, el presidente agradeció la visita al país del venezolano Nicolás Maduro y llamó “amigo” a Evo Morales de Bolivia, que también vitoreó de pie a López Obrador.

“Por mandato del pueblo, iniciamos hoy la cuarta transformación política de México. Puede entenderse pretencioso o exagerado, pero hoy no sólo inicia un nuevo gobierno. Hoy un empieza un cambio de régimen político. A partir de ahora se llevará un cambio pacífico y ordenado, pero profundo y radical porque se acabará con la corrupción y la impunidad que impiden el renacimiento de México (…) No se trata de un asunto retórico o propagandístico. Estos postulados se sustentan en la convicción de que la crisis de México se originó no sólo del fracaso del modelo neoliberal, sino también por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada”, empezó el presidente López Obrador en un duro discurso.

“En cuanto al modelo económico neoliberal, ni siquiera en términos cuantitativos ha dado buenos resultados. De 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México, en este tiempo la economía ha crecido en 2.0% anual y tanto por ello, como por la tremenda concentración del ingreso en pocas manos, se ha empobrecido a la mayoría de la población (…) Me comprometo y soy hombre de palabra: las inversiones de los accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras y se crearán condiciones para obtener buenos rendimientos, porque habrá honestidad, Estado de derecho, reglas clareas y crecimiento, porque habrá confianza”, palabras que habrán calmado los ánimos del empresariado que también se encontraba presente en la ceremonia de San Lázaro, entre ellos Carlos Slim.

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Así, México inició este sábado una nueva era en su historia política, con la investidura de Andrés Manuel López Obrador como el presidente número 65 de los mexicanos luego de un respaldo de 30.1 millones de votos que lo llevaron a la presidencia el 1 de julio. López Obrador, político natural y de 65 años de edad, asumió la presidencia de la décima economía más exportadora del planeta como el primer presidente de izquierda del país y con ataques al modelo neoliberal mexicano, en momentos en que toda América Latina gira hacia los gobiernos de derecha con Jair Bolsonaro como adalid recién electo en Brasil.

López Obrador llegó a la sede del Congreso de la Unión con la promesa de un cambio radical y profundo para México, pero de modo pacífico, fraterno y sin prejuicios ideológicos.

Allí mismo, donde hace trece años los legisladores lo habían despojado de sus derechos políticos por la polémica construcción de una calle para conectar un hospital, AMLO agradeció inmediatamente a su ahora antecesor Enrique Peña Nieto por no haber entorpecido su camino a la Presidencia durante el proceso electoral de 2018, aunque luego descargó con un discurso muy duro contra Peña, sus reformas y todo el modelo económico del que han echado manos los presidentes mexicanos desde 1982.

Presidente que llegó a su toma de posesión con un 62% de aprobación de los mexicanos -10% más que Peña Nieto en 2012-, López Obrador prometió no perseguir a políticos y delitos del pasado, sino preparar el camino de las instituciones para evitar las trasgresiones del futuro y al mismo tiempo estableció un plan para solucionar los problemas de corrupción e inseguridad que golpean al país y esclarecer de una vez por todas el caso Ayotzinapa sobre los 43 normalistas desaparecidos, que en septiembre de 2015 significó el inicio del fin del sexenio de Peña Nieto y cortó las posibilidades del PRI de retener la Presidencia de México.

Enarbolándose también como el paladín contra la corrupción, AMLO aseguró que en su gobierno no se perseguirán a los mexicanos por su nivel socioeconómico, orientación sexual o nivel educativo, entre otros. “Primero los pobres, primero los mexicanos”, insistió y eso le granjeó un inicio de gobierno con luna de miel que se vio reflejado en las calles mientras circuló después hacia el Palacio Nacional desde San Lázaro.

Pero sí recalcó que el sexenio que hoy empezó no habrá más “un comité” de empresarios y políticos que durante años se han repartido el poder en México a costa de las posibilidades de desarrollo de millones de mexicanos, porque “no se debe condenar a quienes nacen pobres a morir pobres”, por ello, aseguró, “no tengo derecho a fallar; nada material me importa y el poder siempre debe ejercerse con sabiduría y humildad (…) Gobernaré con toda mi entrega a la causa pública.

Actuaré sin odios y no le haré mal a nadie. Y apostaré siempre a la reconciliación y que por el camino de la concordia. Creo en el sufragio y la no reelección.

No habré de reelegirme”, frase con la que intentó tranquilizar a quienes piensan que López Obrador pueda perpetuarse en el poder gracias a la aplanadora de Morena en ambas cámaras del Congreso.

“Estoy consciente de la gran expectativa que se ha creado entre los mexicanos y los desafíos que significan los grandes problemas nacionales (…) Soy optimista en que vamos a salir bien. Vamos a enfrentar bien los grandes problemas nacionales, porque creo en el pueblo y la cultura del pueblo”, dijo López Obrador desde la tribuna de San Lázaro, trece años y ocho meses después de haber estado allí, cuando su desafuero de 2005.

Y de nuevo volvió a insistir en que México será modelo y potencia económica en el mundo, teniendo como eje un borrón de la corrupción desde las cúpulas, a la que empeñó su honor y su palabra.

El presidente López Obrador pidió a los mexicanos no mirar más hacia atrás, sino ver para adelante y borrar “la horrible historia” para hacer del país uno de mayores bienestares para su población.

“En el terreno de la justicia se pueden castigar los errores del pasado, pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir. Propongo a México que pongamos un punto final a esta horrible historia y empecemos de nuevo (…) Vamos a emprender la regeneración verdadera y radical en México; la construcción de una nueva patria, con la reactivación económica y la pacificación del país. Estamos ante una situación de política Estado y como tal, debemos enfrentarlo y estar a la altura. Mi postura no es la venganza y si bien no olvido, soy partidario del perdón y la indulgencia y además, partidario de la no reelección”, remató el presidente en su discurso de 1.18 horas, pero que por 18 años buscó por la izquierda la presidencia de México.

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