Precios

Te explicamos la formación de los elevados precios de las frutas y verduras

Un trabajo que revela la formación de los elevados precios de las frutas y verduras en la Ciudad de Buenos Aires. El oligopolio de la producción, distribución y venta directa revela un dominio en un mercado que se expresa en la fijación de precios en los municipios y ciudades de la región metropolitana. De esta manera el autor explica el margen de ganancia del 800% en algunos productos.

Te explicamos la formación de los elevados precios de las frutas y verduras

Miercoles 03 de marzo de 2021 | 16:59

(Por Ricardo Guaglianone) Los elevadísimos precios de las frutas y verduras en la ciudad y en el país, están íntimamente relacionado con el avance de la comunidad boliviana sobre el control de la producción, distribución y venta directa de estos productos, fijando márgenes de ganancias que terminan en precios exorbitantes para los consumidores.

Existe una enorme informalidad en toda la cadena de comercialización de esta comunidad, con numerosos casos de trabajo no registrado y una situación fiscal irregular en todo el circuito.

La distribución desde las zonas de producción es totalmente en negro y sin facturas, en ningún local de venta dan tickets o boletas y no hay control de las autoridades que puedan hacer más razonables los precios finales.

 

Los porcentajes en el dominio del mercado

Desde hace unos 20 años se están haciendo censos de control sobre la situación frutihorticola nacional. El Censo Hortícola de la Provincia de Buenos Aires, en 2001, ya registraba en la zona Sur (La Plata, Berazategui y Florencio Varela) la presencia de un 39.2% de productores bolivianos (el 75% de ellos en carácter de arrendatarios y el 25% de propietarios), los cuales trabajaban solo con mano de obra boliviana en situación legal muy precaria.

En el 2005 se registra un 30,4% de horticultores de esa nacionalidad en toda la provincia, mientras que en Córdoba, hacia el 2008, el 65% de los productores eran bolivianos y en Río Cuarto desde ese año, manejan el 80% de las explotaciones de frutas y verduras.

En Escobar, Luján, Pablo Podestá y Lomas del Mirador, en La Matanza, los mercados concentradores son operados exclusivamente por integrantes de la colectividad, que controlan el 80% de la producción y en el norte, el 90% del mercado está dominado por la comunidad boliviana.

Este proceso se empezó a gestar hace unos 40 años, cuando productores hortícolas italianos fueron contratando a gran cantidad de trabajadores bolivianos que con el tiempo fueron convirtiéndose en productores y luego con el aporte de subsidios estatales, fueron comprando tierras y mejorando la calidad de los productos hasta dominar el circuito de producción, distribución y venta de frutas y verduras en la mayoría de las provincias argentinas.

 

El avance sobre la comercialización

Según los estudios realizados por el Conicet, este proceso de control del mercado tuvo tres etapas.

Una etapa convergente, donde la producción atomizada de decenas de quintas se centralizó en mercados mayoristas (puntos de concentración) y en años recientes se le sumó la venta directa por parte del productor, a través de centenares de negocios ubicadas en los cascos urbanos. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se localizan un promedio de 10 verdulerías cada cuatro manzanas.

Existen tres tipos de mercado concentrador donde se fijan los precios: el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA), los mercados satélites (informales) y los “nuevos mercados” de la colectividad boliviana, con la particularidad, en los últimos 5 años, de una mayor influencia de esta comunidad en el funcionamiento del Mercado Central. y del Mercado Regional de La Plata.

Al controlar toda la cadena comercial, son formadores netos del precio de frutas y verduras, por lo tanto, por la irracional tasa de rentabilidad que le aplican a sus producciones, actores muy importantes en la absorción de una parte sustancial de la renta social,

En la venta minorista, con verdulerías que cubren el 70% de la demanda, los porcentajes de ganancias mínimas son del 400% sobre los precios de producción y en algunos productos el margen de ganancia llega al 800%.

Este formidable crecimiento fue posible gracias al apoyo de los municipios de las provincias en la entrega de tierras y equipamiento y en la apertura de los mercados concentradores de la colectividad, (Moreno, José C. Paz, Florencio Varela entre otros).

En esos “mercados propios” y en los tradicionales, los bolivianos impusieron nuevas estructuras, nuevas administraciones, llegando a ejercer el dominio sobre la fijación de precios en los municipios y ciudades de la región metropolitana.

La instancia de dominio territorial, hace que puedan fijar precios homogéneos en todas las verdulerías, equiparando el nivel de rentabilidad que las grandes cadenas de hipermercados imponen a los productos que venden.

 

 

Características de los nuevos mercados

Estos “nuevos mercados” son dirigidos solo por personas de origen boliviano y para acceder a un puesto en ellos, es necesario asociarse (hay que ser boliviano o hijo de boliviano), y sólo los socios tienen derecho en la toma de decisiones.

La expansión de la estructura organizativa boliviana tiene dos tipos de sujetos, los de vínculos fuertes que son el corazón de la organización (familiares y amigos), y otros que llegan en carácter de mano de obra barata, provenientes de la misma comunidad de origen que la familia que los trae y los explota, muchas veces, al límite de la esclavitud.

Forman así, un grupo empresarial con suficiente masa crítica como para convertirse en un colectivo con poder de decisión para imponer sus propias reglas de juego, fijando los precios que se les antoja sin control de ningún tipo.

Por ejemplo: producir un kilo de manzana tiene un costo de $4 pero luego en las verdulerías se vende a $200 el kilo, y así con todos los productos de consumo popular.

 

La ayuda y la falta de control estatal

Esta comunidad accedió a tierras productivas, en calidad de propietarios o arrendatarios, con el apoyo de subsidios y otras regalías del poder político en todo el país.

Ejemplos para dimensionar la ayuda: en octubre de 2012, el director del Programa de Innovación en Producción Alimentaria, Roberto Llanes de Rosario, les otorgó subsidios (sin retorno) para insumos, tales como invernáculos, sistemas de riego por goteo y de filtro para aumentar la producción. Previamente habían cedidos tierras a la comunidad.

El 15 agosto 2008 el intendente de Gral. Rodríguez entregó gratuitamente, motos fumigadoras, insumos agroindustriales y nylon cristal para invernáculos; elementos que venían siendo pedidos por la comunidad boliviana.

En Octubre de 2011 el Municipio de Pilar entregó 400 mil pesos en subsidios a 25 productores de Pilar, todos bolivianos, en el marco del programa Pequeños y Medianos Productores Periurbanos y otros 800 mil pesos a principios del 2012.

Recientemente, el 2 de febrero de 2014, el ministro de Asuntos Agrarios bonaerense, Gustavo Arrieta, otorgo un fondo de 10 millones de pesos para los partidos de Berazategui, Florencio Varela y La Plata, destinados a productores bolivianos que controlan el 80% del mercado en todas sus etapas.

Existe mucha información mas de esta fenomenal ayuda estatal en cada región del país, que permitió el desarrollo de esta comunidad y el control casi absoluto de toda la cadena comercial que les permite ser formadores de precio con altas e injustificadas tasas de rentabilidad.

 

Conclusiones

El capitalismo conduce a un mercado de trabajo dual: existe el sector primario con puestos de trabajo bien remunerados y buenas condiciones laborales, y el sector secundario, de baja remuneración y condiciones de trabajo indignas.

El sector secundario en la comunidad boliviana en nuestro país es fuerza de trabajo inmigrante dirigida por otros inmigrantes que generan condiciones de aislamiento de esos trabajadores para poder someterlos a regímenes de explotación exacerbada y eludiendo la legislación local. Para lograr este sometimiento, tanto en las actividades agrícolas como textiles, los inmigrantes conducen a sus empleados a no tener interacciones por fuera del propio enclave étnico.

El ingreso a través de las redes étnicas termina atrapando a los migrantes en relaciones clientelares que generan esta relación de semi esclavitud encubierta. Por lo tanto, en estos espacios cerrados existen quienes se favorecen excesivamente y quienes sufren condiciones paupérrimas de empleo y nivel de vida.

En definitiva, son pocos los que pueden alcanzar los peldaños más elevados en la llamada “nueva escalera boliviana” hacia el progreso. Hacemos hincapié que ese “progreso” se genera a costa de la explotación de mano de obra barata y de precios abusivos, que en el caso de las frutas y verduras, absorben buena parte de la renta de los consumidores argentinos.

 

Fuentes:

La Razón Digital / ANF / La Paz

Fundación La Alameda / Página 12

Estudios de campo del Conicet

ONG “Vínculos en Red / Clarín Digital

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