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Con el viaje a EEUU Macri se juega la última ficha para ser admitido por el imperio

Mientras crece el malestar interno por las políticas de ajuste, el Presidente Mauricio Macri hace denodados gestos para ser reconocido en la política internacional donde, hasta ahora, solo recibió palmadas en la espalda.

Con el viaje a EEUU Macri se juega la última ficha para ser admitido por el imperio

notasperiodismopopular.com.ar // Miercoles 26 de abril de 2017 | 14:25

(Por Leandro Morgenfeld*)   Mauricio Macri viaja a Estados Unidos a seducir inversores y a lograr su ansiada foto con Donald Trump. Desde que asumió, el líder de Cambiemos apela a los elogios que recibe de las potencias y los organismos internacionales de crédito, para contrarrestar el malestar generado por la crítica situación económica interna. Con escasos resultados concretos, las giras presidenciales al exterior las concibe Cancillería como una vidriera para mostrar la exitosa “vuelta al mundo”. Pero la cita con el magnate estadounidense encierra dilemas y peligros.

Pese al cambio de contexto internacional, tras el Brexit, el triunfo de Donald Trump y el derrumbe electoral de los mandatarios europeos (Cameron, Hollande, Renzi), Macri no modificó su libreto. Argentina debe alinearse con los gobiernos de las potencias occidentales, sumarse a la globalización neoliberal y aplicar las recetas del FMI y el Foro de Davos: abrirse a las importaciones, reducir el papel del Estado, pagar todo lo que exigen los fondos buitre, aplicar un fuerte ajuste interno, bajar retenciones a las mineras y otorgar todo tipo de concesiones al capital extranjero. ¿Cómo lograr esto? Avanzando en la negociación y firma de Tratados de Libre Comercio (Mercosur-Unión Europea) o en la convergencia aperturista con la Alianza del Pacífico, en vías de negociar una suerte de nuevo ALCA.

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El problema es que justamente esa vía está siendo electoralmente impugnada en Estados Unidos y Europa. El proteccionismo selectivo de Trump genera incertidumbre, el dólar se aprecia y se encarece el crédito internacional. Con este escenario adverso, en Argentina nunca se materializó la prometida “lluvia de inversiones” y las exportaciones tampoco se dispararon. La economía argentina cayó más de 2,3% en 2016 y este año ya se están revisando a la baja las proyecciones de hace tres meses.

La asunción de Trump amenaza las relaciones interamericanas y se nutre de una hispanofobia y de iniciativas preocupantes para la región: el muro, las deportaciones masivas de hispanos indocumentados, los impuestos a las remesas, los estímulos para repatriar capitales y un agresivo proteccionismo selectivo. Un escenario adverso, que podría enfrentarse en mejores condiciones si los países latinoamericanos coordinaran posiciones comunes en la UNASUR y la CELAC y negociaron conjuntamente con Estados Unidos y otras potencias extra-hemisféricas. Pero no.

Estados Unidos alienta la fragmentación regional, como lo hizo en los dos últimos siglos, y los gobiernos de derecha son funcionales a esos objetivos. Así, se fortalece la OEA, históricamente conducida por Washington, en detrimento de las instituciones regionales que florecieron en la última década.

Macri busca aprovechar las crisis políticas que atraviesan Enrique Peña Nieto (México) y Michel Temer (Brasil) para ocupar el sitial de “socio” predilecto de Washington en el continente. Una táctica ya ensayada reiteradas veces en la historia, que jamás funcionó. Así, la Cancillería argentina demandó con insistencia la visita a la Casa Blanca. Trump consigue un alfil en la región, que impulsará sus políticas: recomposición de la OEA y ninguneo a las instituciones latinoamericanas, militarización con la excusa de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, agresión a los países no alineados (aval al golpe parlamentario en Brasil, suspensión de Venezuela del Mercosur). Todo esto, sin otorgar casi nada a cambio.

Argentina sigue teniendo un amplio déficit comercial con Estados Unidos y apenas aspira a abrir el mercado de limones (medida que Trump revirtió), evitar que prospere le denuncia de dumping contra el biodiesel argentino, ser incluido en el Sistema General de Preferencias (otorga beneficios arancelarios a países en desarrollo) y ser admitida en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Claro que, teniendo en cuenta la agresiva política comercial de Trump, difícilmente Macri logre revertir el desequilibrio comercial que históricamente afecta a nuestro país.

Para mostrar resultados, el presidente argentino realizará el miércoles una visita a Houston, Texas, en busca de inversiones para Vaca Muerta. También visitará allí las sedes de Dow Chemical y Tenaris. El jueves, tras el almuerzo con Trump, disertará en la Cámara de Comercio de Estados Unidos, ante 250 representantes de empresas. Mostrará allí cómo está avanzando en generar mejores condiciones para el capital extranjero. No sólo para explotar recursos minerales, especialmente hidrocarburíferos, profundizando la lógica extractivista de los últimos años, sino también para “bajar el costo laboral”. Eso explica su ofensiva contra los sindicatos y la política de rebaja del salario real, concretada en 2016 y continuada este año.

El objetivo del viaje, entonces, es seguir con la política de seducción del gran capital trasnacional, un esquema ya ensayado en otras etapas de la historia argentina, que sólo profundiza la dependencia.

La atención general, de todas formas, estará en la reunión que mantendrá con Trump el jueves al mediodía en la Casa Blanca. Será el primer encuentro oficial de dos magnates que se conocen hace tres décadas, cuando ensayaron negocios inmobiliarios en Manhattan y compartieron su condición de playboy en fiestas en Argentina y Estados Unidos.

Macri, si bien buscó denodadamente esta visita al centro del poder imperial -la primera desde que Néstor Kirchner visitó allí a Bush (hijo) en julio de 2003-, teme verse envuelto en alguna polémica iniciativa del magnate, como la pretensión de que América Latina pague el muro fronterizo con México a través de un impuesto a las remesas. ¿Buscará el republicano involucrarlo en esta iniciativa xenófoba que tanto rechazo causa en la región? ¿O se limitarán a atacar conjuntamente al gobierno venezolano?

Trump es, desde la posguerra, el presidente que en sus primeros 100 días de gobierno cosecha el mayor rechazo popular (53%). Macri debería advertir que abrazarse con un presidente misógino, xenófobo, militarista y unilateralista no es lo mismo que hacerlo con Obama. Como dijo Julian Assange, el magnate es un “lobo con piel de lobo”.

¿Le servirá esta foto a Macri? ¿O reforzará la percepción popular de que, como el mandamás del imperio, es un millonario rodeado de CEOs, que gobierna para una minoría?

@leandromorgen

* Docente UBA. Investigador del CONICET. Autor de El ALCA: a quién le interesa?, de Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos y del blog www.vecinosenconflicto.blogspot.com

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