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Ciccone y Clarin: entre fantasmas no se pisan la sábana

El multimedio creció al hacer negocios con el Estado, incluso durante la dictadura militar en la que se apropió, sobre un derramamiento de sangre, de Papel Prensa. Ciccone Calcográfica tiene una historia similar, de las patentes a los menemtruchos, la historia de una empresa parásita.

Ciccone y Clarin: entre fantasmas no se pisan la sábana

Marco D'Andrea // Redacción En Orsai // Lunes 17 de marzo de 2014 | 14:20

En la lógica de Clarín, se ataca a los gobiernos que están al frente de un Estado que no otorga negocios para el Grupo.

Mientras el Grupo Clarín, en pleno proceso de adecuación a la ley de medios, insiste en presentar a la familia Ciccone como una víctima del accionar de un funcionario del Estado, Amado Boudou, la Justicia recorre un camino opuesto: los Ciccone no son aceptados como querellantes.

 

El juez de la causa, Ariel Lijo, aceptó los planteos del fiscal y las defensas al impedir que Nicolás Ciccone sea querellante en la causa; al mismo tiempo, el fiscal considera que hubo irregularidades e incluso le pidió al magistrado que lo llame a indagatoria.

 

Este argumento fue esgrimido por la defensa de Amado Boudou: el vicespresidente no estuvo vinculado con la operación y además no existe ningún delito mientras que los Ciccone fueron parte del rescate de la calcográfica.

 

En este contexto, Clarín y los medios opositores insisten en presentar a los Ciccone como víctimas del accionar del Estado. Sin embargo, ambas empresas presentan una historia empresarial que se asemeja más bien a un vínculo parasitario con el Estado.

 

Ciccone alcanzó su tamaño actual al lograr hacerse con la impresión de entradas para el mundial de 1978 organizado por la dictadura militar. El Almirante Carlos Alberto Lacoste fue la pieza clave en el nuevo negocio de la imprenta. En la misma época, Clarín se quedaba con Papel Prensa en una causa que aún se investiga y que podría quedar enmarcada como un delito de lesa humanidad.

 

En la lógica de Clarín, se ataca a los gobiernos que están al frente de un Estado que no otorga negocios para el Grupo. Así fue que el multimedio juró venganza luego de la estatización de las AFJP, una idea de Amado Boudou que desarmó un negocio que Clarín llevaba adelante a costillas de los jubilados.

 

En los 90, Clarín y Ciccone mantuvieron su lógica e reiniciaron negocios con el Estado, aunque el multimedio pronto abandonó el apoyo al menemismo cuando ya no le era funcional a sus intereses.

 

La imprenta, por su parte, realizó los recordados menemtruchos; unos billetes de $1 con el rostro del actual senador y en aquel momento Presidente, Carlos Saúl Menem. Asimismo, hacia 1998, Ciccone se quedó con la impresión de cédulas y pasaportes, un negocio millonario también desprendido del Estado menemista.

 

"Entre fantasmas no nos vamos a pisar la sábana", afirma el dicho popular que explica la complicidad. Así opera Clarín: no va a dejar a uno de los suyos herido en el camino ya que implicaría desnudar la operatoria de las empresas que viven del Estado; cuando éste no ofrece jugosos negocios, se destroza a sus funcionarios.

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