alarmante

Los precios ganan todas las carreras

Por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda.

Los precios ganan todas las carreras

Martes 30 de octubre de 2018 | 20:50

La Argentina se encuentra sumergida en un proceso de inflación elevada que no tiene precedentes recientes, en lo que respecta a la magnitud y la persistencia del mismo. La última medición del INDEC denotó una suba de precios de 6,5% en el IPC para el mes de septiembre respecto del mes anterior, que consolidó un incremento acumulado de 32,4% para el corriente año y de 40,5% para los últimos 12 meses. Los principales aumentos en el mes de septiembre (respecto del mes previo) se dieron en transporte (+10,4%), prendas de vestir y calzado (+9,8%), equipamiento y mantenimiento del hogar (+9,7%) y alimentos y bebidas no alcohólicas (+7%). Debido a los aumentos de precios programados para el mes de octubre y el arrastre estadístico, se proyecta para este mes un piso de inflación entre 4 y 5% y diversos analistas señalan que la suba podría superar a la de septiembre. Con estos guarismos, con sólo un 3% de incrementos para los meses que restan del año, 2018 terminará con una inflación de 50%, un registro más elevado que el 2002, después que se produjera el fin de la Convertibilidad.

Pero la situación se vuelve más alarmante si se considera la evolución de los precios mayoristas. El IPIM tuvo un incremento en septiembre de 16% respecto del mes anterior, llevando la suba del acumulado de los primeros nueve meses del año al 66,1%, mientras que se acumula un incremento de 74% respecto del mismo mes del año anterior. La diferencia entre el alza de los precios mayoristas y los minoristas es un síntoma de la fuerte recesión por la que atraviesa el país, con una caída generalizada en las ventas de todos los rubros que impide el traslado a precio del incremento de los costos. No obstante, el alza de los precios mayoristas augura para el consumidor más subas para los próximos meses.

La política anti-inflacionaria del Gobierno luce como un rotundo fracaso, después de transmitir a la población la idea de que la inflación se trataba de una problemática de fácil resolución. La evolución de los precios está muy por arriba de las subas salariales, incluso la de los gremios que lograron mejores paritarias. Por eso, se acelera la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos de la población, a punto tal que el tema está al tope de las preocupaciones ciudadanas. Se calcula que la poda del salario real en 2018 será, en promedio, superior a 10%. Además, la aceleración de la suba en los precios de los bienes no regulados (inflación núcleo), con alzas en alimentos básicos, está impactando en los sectores de menos recursos, disparando la pobreza y la indigencia.

En este contexto, es dable preguntarse sobre las causas que nos han depositado en tal oscuro panorama. Una respuesta sencilla podría centrarse en errores en la política gubernamental, malas decisiones y falta de idoneidad de los funcionarios públicos. Por ejemplo, era de esperar que el sistema de metas de inflación no sirviera para economías como la argentina, mientras se sigue la línea discursiva de ligar a la inflación a una cuestión monetaria y de déficit fiscal.

En la base del problema, se destacan dos causales principales de la aceleración en los precios: los tarifazos de los servicios públicos de luz, gas, agua y transporte, junto con la devaluación del peso argentino que, en un contexto de liberación de las variables, implica la dolarización del precio de los bienes transables, con el consecuente impacto en los alimentos (ver la tabla adjunta al final). No obstante, se soslaya los objetivos ocultos del plan económico. En la lógica ortodoxa liberal del Gobierno, los salarios son un costo empresarial. Si se quiere hacer atractiva esta plaza para los inversores internacionales, hay que bajarlo. Y para disminuir dicho costo, se necesita un acomodamiento de los precios relativos a favor del capital y en detrimento de los trabajadores. La forma de conseguirlo es promover un proceso inflacionario de tal magnitud que los salarios nominales queden relegados frente al resto de las subas. Desde esta lógica, las recientes disparadas en los precios no son errores de política económica sino un objetivo buscado en sí mismo, para mostrar al mundo las nuevas condiciones de inversión. El endeudamiento, la fuga de capitales y la suba del dólar es parte del mismo engranaje. Así, estamos atravesando un modelo de acumulación que busca sustentarse en el ajuste de las clases populares.

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