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Carlos Barragán: "Estos chetos no me van a cagar la vida"

La nueva carta del periodista y humorista sobre los difíciles momentos que pasan los que sufren los golpes del neoliberalismo en el país.

Carlos Barragán:

Redacción En Orsai // Domingo 02 de octubre de 2016 | 19:42

A los tristes les digo que no se entreguen, que busquen dentro de sí mismos la bronca y la dignidad que siempre van juntas. A los tristes les digo que cuando a mí me toca ponerme triste sencillamente me digo que estos chetos no me van a cagar la vida. Y así salgo de la tristeza.

Es una reivindicación personal. No es democrática, ni progre, ni libertaria de izquierda, ni kirchnerista, ni maníaca peronista. No tiene ideología. Es un gesto, como esos gestos groseros que le hacemos a quien nos insulta. Un gesto como un escudo personal que nos protege sin mayor explicación que la propia supervivencia.

Escuché por estos días a algunos compañeros hacer la apología de la tristeza. Justificarla, claro, porque son tiempos duros en los que es lógico que estemos tristes. Debemos estar tristes, dirán, porque estamos mal y ganaron los malos. Estemos tristes que la injusticia reina sobre nuestras cabezas.

Estemos tristes que los poderosos abusan de los débiles. Estemos tristes que no hay razones para la alegría, porque la vida se puso fea y los feos nos pisotean los jardines. Estemos tristes que a quienes más necesitan, más les van a quitar. Y estemos tristes porque nada podemos hacer para evitar tantas calamidades.

Se equivocan quienes piensan así. Confunden la felicidad con la alegría. La felicidad es un estado de gracia perfecta, de pureza emocional, y por eso tiene más de utopía que de realidad, y en cualquier caso: la fugacidad típica de las epifanías. La felicidad necesita efectivamente de buenos argumentos, la felicidad se alcanza después de lograr suficientes condiciones que nos satisfagan.

La alegría en cambio es un estado de ánimo. Un humor del espíritu. Este año, el año de la tristeza que algunos nos proponen, estuve reuniéndome con muchos compañeros en diferentes lugares. Siempre hubo alegría en esas reuniones. Alegría verdadera y honesta. Porque la unión de las voluntades da alegría. El estar juntos da alegría. Y si estamos solos, saber que hay compañeros esperando para juntarse con nosotros, también da alegría.

Pero si con esto no alcanza, debemos saber que son los depredadores de la vida los que quieren que estemos tristes. Nos necesitan tristes. Por eso hay que reaccionar y evitar caer en su trampa. A mí me sirve decir: estos chetos no me van a cagar la vida. Y cada quien tendrá su frase, su puerta de emergencia, su botiquín de primeros auxilios.

No sé a ustedes, pero cuando la pura mierda del mundo me viene a proponer la mejor tristeza, la que me va a dejar entregado a su voluntad enfermiza a mí me sale decir: tristeza las pelotas. Porque la alegría es la primera manera de rebelarse, es la madre de todas las demás rebeldías para lograr que estos chetos no nos caguen la vida.

Por eso elijo Macri Gato como consigna, porque es una manera alegre de decirle lo gato que es.

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