Algo estaba claro y es que no votaría a Scioli”

“El acuerdo tácito con (Mauricio) Macri es que Massa no hará un apoyo explícito para nadie pero se encargará de esmerilar y golpear a (Daniel) Scioli para desgastarlo. Su proyecto es convertirse en jefe del PJ tras una derrota nacional del peronismo”, confesó en encumbrado dirigente radical triunfador, de muy buena llegada con Massa y Macri, ante un puñado de periodistas.

Primero, tras las comunicaciones que el propio Massa negaba y que Macri hizo públicas, solo fueron guiños para el líder de PRO. Ayer, tras reunir su tropa en el coqueto Hotel Hilton de Puerto Madero, la situación quedó más clara. Con Massa, su ex compañero de fórmula e intendente electo de la ciudad de Salta Gustavo Sáenz, el gobernador cordobés José Manuel de la Sota y el ex ministro Roberto Lavagna como “garantes” se leyó una extensa lista de promesas electorales que le presentan a los dos candidatos que llegaron al ballotage, para que la hagan propias y los electores de Massa “evalúen” para ver a quien votan.

Una puesta en escena que en verdad esconde el objetivo prioritario de Massa sobre su futuro político: quiere que Scioli pierda para buscar convertirse en el heredero del peronismo. El ataque a Scioli y el Kirchnerismo no cesó nunca de parte de Massa: “La gente demostró que quiere un cambio y no la continuidad”, “los grandes derrotados del domingo fueron la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y los encuestadores”, “Scioli es kirchnerista”, fueron algunas de las expresiones de Massa. El “Gallego” De la Sota dijo que “de algo estaba claro y es que no votaría a Scioli”, para completar la embestida “imparcial” y “sin revanchismos”.

Lejos de las preocupaciones de la gente que dice representar, la postura de Massa está puesto en su propio futuro y le puso fecha: 2019. Para eso su estrategia es que Scioli (a quien su esposa Malena Galmarini odia al extremo) y el kirchnerismo sean derrotados en el ballotage para lanzarse a cooptar al PJ tras su ambición presidencialista.

En el entorno más cercano a Massa, reconocen que la tarea de “encolumnar” al PJ en su proyecto personal quedará en manos del cordobés De la Sota, a quien Massa adula y menciona como “el mejor gobernador peronista”.

La otra es convertirse con su bloque de diputados en el jefe de la oposición para “bloquear los proyectos neoliberales de Macri” en la Cámara baja, con quien van a colaborar para que llegue a la Casa Rosada.

Ese en el objetivo de máxima de Massa, que quienes lo diseñaron le adjudican “pura ganancia”, ya que en todo caso existe un Plan B que tampoco lo dejaría mal parado: Si lo primero sale mal, cuestión que el propio Massa descarta, con un Macri derrotado y sin ningún lugar institucional para poder hacer política (ya no será jefe de Gobierno porteño ni tendrá una banca legislativa) el buscaría convertirse en el líder de la oposición a Scioli. Total, él públicamente no se juega con nadie aunque ya tiene un pacto con el alcalde porteño.

Aunque la estrategia massista también tiene sus riesgos. Macri ha demostrado que no le ha hecho asco a nada que lo ayude a trepar en el poder, en el que convidó solamente a los propios sin nada para extraños, y logró consolidarse sin sobresaltos. No sería una casualidad que el proyecto neoliberal macrista se prolongue por dos mandatos hasta que la devastación del país comience a notarse. Ya Carlos Menem Lo hizo. En todo caso, Massa tendrá que ir recalculando en su propio futuro, que le interesa mucho más que el de la gente que dice defender.