La noticia explotó rápido; Jorge Rial entrevistó a Cristina Fernández de Kirchner y el resultado podrá verse por la pantalla de América. Si bien el foco se posó sobre los temas y las respuestas que dio la presidenta, es la figura del entrevistador la que pondremos bajo la lupa aquí.

Desde hace un tiempo, Jorge Rial buscó reconvertir su figura de chimentero, (una categoría menor hacia dentro del campo periodístico) en periodista, sobre todo, político. Y lo logró, lo logró con amplios márgenes. Esta reconversión se debe, entre otras cosas, a la capacidad personal de Rial y a una modificación en las formas de comunicar que se establecieron como dominantes en las mesas chicas de decisión política.

Allá lejos y hace tiempo, la académica Beatriz Sarlo, sentada en los estudios de Canal 7, lanzó una observación que molestó al panel de 678; aseguró que la mayoría de los electores no realiza un voto ideológico y que la población que se interesa en la política es, en proporción, muy menor.

Los equipos de comunicación de los políticos parecen haber tomado nota de la idea de Sarlo o, más bien, parecen haberla corroborado en las encuestas de opinión. Así, observamos la proliferación de candidatos que ensayan toda clase de afirmaciones apoyándose en lo que pide la gente, una especie de masa homogenea que desea en su totalidad, lo mismo. Sospechoso.

Rial es entonces el indicado para mostrar la persona detrás del político, lo humano detrás de lo técnico. Así, sus entrevistas en radio van de lo político a lo humano, donde el periodista logra, en muchas ocasiones un tono empático con su entrevistado.

En la entrevista realizada a la Presidenta de la Nación, Rial aseguró haber hablado de todo, también de la dimensión personal de Cristina Fernández de Kirchner.

Su competidor/complemento natural es Alejandro Fantino, exrelator de fútbol y periodista deportivo que hizo de las entrevistas tipo charla de amigo, una marca registrada. “Ale” llevó esa lógica al mano a mano con los protagonistas de la política actual y se sentó frente a frente con Martín Insaurralde, Sergio Massa y el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, entre otros.

¿Y los periodistas políticos?

El kirchnerismo y la discusión sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual pusieron en tela de juicio el rol de los periodistas políticos de pura cepa; sus intervenciones están hoy siempre bajo sospecha y las audiencias parecen poner en duda la mayoría de las sentencias de estos.

El otro gran tema son las audiencias a las que se dirigen los distintos comunicadores. La mayoría de los grandes periodistas políticos llevan adelante su carrera en señales de cable, lo que refuerza la teoría de Sarlo del poco interés masivo que genera la política. En cambio, Jorge Rial y Fantino traccionan una buena proporción de espectadores y atraviesan temáticas que bien podrían encuadrarse dentro del gusto popular.

Párrafo aparte para Jorge Lanata quien desde la pantalla caliente de Canal 13 y Radio Mitre hace periodismo político con el eje ubicado en la antipolítica. Un discurso de destrucción de figuras políticas en pos de la instalación de gerentes de intereses sectoriales empresarios y financieros.

El periodismo político parece ser, cada vez más, la representación de un microclima que por tener acceso a los medios, extrapola su interés a las mayorías. No resulta extraño entonces que la política busque acercarse a aquellos que no la transitan en lo cotidiano y que los más indicados para hacerlo sean periodistas que provienen de ámbitos populares como el fútbol y los chimentos del espectáculo.