PERSECUCIÓN

El macrismo profundiza la proscripción institucional del peronismo

La derecha argentina ensaya nuevas maneras para maniatar al único partido político popular que subsiste en la Argentina tras la integración de la UCR como furgón de cola de los conservadores. Paralización del Congreso, despidos a trabajadores identificados con el kirchnerismo y dinero para sindicatos permeables.

El macrismo profundiza la proscripción institucional del peronismo

D.M. // Viernes 29 de enero de 2016 | 15:37

Argentina enfrenta por primera vez un escenario que le resulta ajeno: un gobierno de la derecha, otrora representada por el Partido Militar, que accedió a la Presidencia de la Nación a través del voto popular. Con rasgos autoritarios, Justicia alineada y medios masivos como aliados, el macrismo profundiza un plan que buscará en última instancia "domesticar" al peronismo y a los sectores progresistas que lo acompañaron.

Las categorías de análisis que permeaban en los discursos sociales masivos parecen haber caído en desuso y el macrismo explota muy bien este escenario. Muchos de sus líderes fueron consultados sobre la identificación del PRO con la derecha y, asesorados por gurúes de la Comunicación, respondían: "¿El Metrobús es de izquierda o de derecha?".

Lo mismo sucede con el concepto de "lucha de clases", tan esgrimido por la izquierda: muchos trabajadores acompañaron con su voto a un partido político integrado por las patronales y por lo bajo repiten un argumento que destrozaría el corazón de Karl Marx: "Si les va bien a ellos nos va bien a nosotros".

El macrismo explota bien la reconfiguración política de los discursos sociales de la ciudadanía argentina pero para tener éxito en su plan económico deberá sortear a su adversario histórico: el peronismo y sus diversas expresiones.

El peronismo, en un escenario de creciente desocupación y caída del salario representará las conquistas sociales y económicas que también pueden ser desideologizadas: "¿Comer asado todos los domingos es de izquierda o de derecha?", por poner un ejemplo.

Sin apelar a discursos y categorías que ya no son permeables en las grandes mayorías, el peronismo será el principal opositor y, ya explicitada la proyección económica del neoconservadurismo PRO, concentrará la representación de los trabajadores. Por eso el macrismo busca su moderna proscripción al estilo del Siglo XXI.

El PRO, que logró engullir a la UCR (ya digerida como miembro testimonial del Partido Republicano vernáculo) intentará una moderna estrategia de proscripción al peronismo y para eso enviará un caballo de Troya que ya fue designado en Davos: Sergio Massa. En la previa, Mauricio Macri ya puso en marcha la pre-proscripción al apagar el Congreso de la Nación donde el peronismo tiene mayoría.

En simultaneo al apagón del poder institucional del Justicialismo, el macrismo entiende fundamental apuntar al corazón: los trabajadores. El desmantelamiento del Estado y los innumerables despidos van en esa dirección que tiene una acción complementaria: la seducción de los sindicatos con la billetera del Estado.

Algunos dirigentes gremiales mostraron su apoyo al macrismo en etapa de campaña y recibieron un premio; volverán a manejar la millonaria caja de las obras sociales. Eso alcanzará para aplacar los reclamos por un tiempo, hasta que las bases presionen a sus propios dirigentes y estos deban responder si no quieren perder la conducción.

La violencia con la que el macrismo comenzó a desmantelar las posiciones de los trabajadores (que hace explícito un temor histórico al peronismo) y el consumo de la clase media puede acortar los tiempos que el gobierno adquirió de los sindicatos. El escollo para el saqueo será, otra vez, el peronismo.

El Justicialismo deberá construir caminos para sortear la proscripción institucional a la que ha sido sometido; cuando comiencen las sesiones del Congreso de la Nación, Mauricio Macri verá su verdadero margen de gobernabilidad y acción. También se observarán los realineamientos de aquellos peronistas de las provincias que puedan ser disciplinados con la billetera por el poder central.

Si el caballo de Troya logra su objetivo, el peronismo correrá riesgo de ser reducido a una versión testimonial de su propia historia.

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