VIOLENCIA MEDIATICA

El relato anti K vuelve con la teoría de la somatización

Fue uno los caballitos de batalla para presentar al kirchnerismo como un cáncer que ataca los cuerpos de los que lo practican; un modelo de hacer política tan nocivo que se traspasa a los cuerpos y los derrumba.

El relato anti K vuelve con la teoría de la somatización

Por Sergio Villone // Miercoles 05 de noviembre de 2014 | 11:35

Ante la internación de la Presidenta de la Nación, los escribas del discurso antikirchnerista más encarnizado volvieron a desempolvar esa vieja teoría, habitual cuando la salida de CFK del centro del ring empieza a confundirlos y a obligarlos a dejar de lado análisis políticos prefabricados en serie.

 

Hoy, Joaquín Morales Solá inicia su columna en La Nación advirtiendo sobre los efectos de enfrentarse con poderes acostumbrados a decidir sobre la suerte del país más allá de la decisión soberana expresada en las urnas: “Hace 11 años, en mayo de 2003, la pareja política que llegaba al poder estaba formada por dos personas jóvenes y vitales. Más de una década después, él está muerto y ella cae presa de recurrentes enfermedades, algunas de ellas ciertamente delicadas”.

 

Paso seguido, Morales Solá quiere justificar el por qué volver a este eje temático que el Relato Anti K parecía ya había superado: “Médicos y científicos aseguran que la carga de estrés constante de una persona es capaz de fulminar el sistema de defensa que tiene el organismo humano. Esas conclusiones nos llevan, entonces, a la manera de gobernar de los Kirchner”.

 

Y finalmente, dispara: “En el estrés permanente pesa mucho también la predisposición a no querer a nadie, para llamarlo de algún modo. Cristina Kirchner siente afecto verdadero sólo por sus hijos y su madre. Fuera de ese pequeño círculo familiar, la Presidenta carece de afectos auténticos. En cambio, le gusta buscar enemigos (y los encuentra todos los días) hasta debajo de la mesa. Su vida es el poder y la política, y ninguno de los dos se explica sin una obediencia absoluta a su voluntad. El sistema le ha dado buenos resultados personales -para qué negarlo-, pero está haciendo estragos en el país y en su propio cuerpo”.

 

Por su parte, Román Lejtman, en El Cronista Comercial, asegura que “CFK somatiza su final en la Casa Rosada” y por eso se enferma. Luego, le aconseja a la Presidenta que tiene que “derrotar su somatización personal causada por el paso del tiempo y la inexorable despedida del poder”.

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